Felix era un prometedor estudiante de moda, con una pasión inigualable por diseñar vestuario. Era de bajo perfil, jamás llamaba la atención y se regía por las reglas. No tenía un gran círculo social, le bastaba con su mejor amigo. Su único objetivo...
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—Felix. — Dio unos suaves toques sobre la puerta. —Voy a pasar. — Avisó.
El más alto se introdujo a su cuarto con una bandeja con comida.
El menor no tenía ánimos de mirarlo, solo quería que ese fin de semana terminara pronto para irse de aquel lugar.
—Come. — Le extendió la cena.
—No quiero.
—Si te terminas todo, prometo dejarte la habitación para ti solo.
—¿Y a dónde se supone que irás tú?
—Ya me las arreglaré.
Tentado con la proposición, Felix tomó los palillos y con ellos, se llevó un bocado a la boca.
Una duda le llevaba dando vueltas hace ya un buen rato, así que decidió preguntar.
—¿Por qué les mentiste? Sabes que no estoy enfermo.
—No quería que se hicieran una idea errónea de ti.
—¿Como que soy un mimado y consentido? — Rió con sarcasmo, posterior a tragar su comida.
—Yo no lo dije en serio. — Se excusó, jugando con sus manos.
—Da igual. — Le ignoró para seguir cenando.
—Oye, Felix... — Aclaró su garganta. —Me gustaría preguntarte algo.
—Y a mi me gustaría largarme de este lugar, pero ya ves que no podemos tenerlo todo en la vida.
—Por favor. — Le miró con ojos suplicantes, los cuales ablandaron la actitud del más bajo.
—¿Qué quieres? — Fingió desinterés.
—¿Por qué te arrepientes de aquel día? — Felix tenía una expresión algo confusa, por lo que Hyunjin decidió explicarse a sí mismo. —Me refiero a cuando tú y yo... Ya sabes.
—Creí pedirte que ya no mencionaras ese tema.
—Es lo único que quiero saber, ya luego te dejaré en paz.
—No me siento cómodo hablando de eso contigo.
—¿Tan malo estuve? — Hyunjin sonrió, pero algo se había revuelto en su estómago.
—No es eso.
—¿Entonces?
—Si te lo digo, vas a molestarme.
—No lo haré.
—Lamentablemente, no confío en tu palabra.
—Te lo prometo. Si no cumplo, dejaré que me golpees los testículos.
Hyunjin lo dijo seriamente, pero Felix no pudo evitar reír tenuemente ante su compromiso.
—De acuerdo... — Suspiró para volver a su anterior semblante decaído. —Yo era virgen hasta ese día. Estaba esperando sentir una conexión con alguien. Debí ser muy estúpido o algo tenía el vino porque creí sentir algo especial entre nosotros. — Confesó. —Bueno, ya te imaginarás la vergüenza que experimenté cuando me desperté por la mañana y me enteré que solo eras un estafador.
