Océano de Mentiras

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Al día siguiente Penny invitó a su antiguo grupo de amigos a su barco. Ella los había ignorado por bastante, y vio una oportunidad en tratar de arreglar las cosas.  

Arreglarlas como podía claro.

¿Cuál es el gran problema?

La razón por la que decidió invitarlos a todos, la genia del mal Jessie, faltó porque estaba durmiendo a las tres de la tarde.

Penny recibió a sus amigos entre abrazos, sonrisas y halagos.

Sandy estaba más despierto que nunca. Meg más callada de lo normal. Leon algo más orgulloso. Bonnie bastante más animada de lo usual. Nita estaba sorprendentemente estable.

Gus igual que siempre.

Pese a que al principio estaban bastante incómodos, principalmente por la presencia de los dos robots mudos o del hecho de su amiga desaparecida. No importó demasiado a posteriori.

Esos silencios, esa inquietud fue rápidamente reemplazada por un renovado sentimiento de confianza.

La razón de por qué se le decía el barco maldito era precisamente porque de alguna forma tenía electricidad y demás.

En pocas palabras: tenía una PS2 chipiada.

Y chipiada con ganas porque tenía juegos que ni eran de su marca.

Quizás por eso le fue tan sencillo acercarse a sus antiguas amistades. Les dio la oportunidad de reunirse y liberar la mente jugando un rato. Tenía bebidas y pasapalos que ofrecer, servidos en vasos de plástico y en platos de cartón.

Sencillamente fue un buen día.

Incluso vio a Gus sonreir un par de veces.

La pequeña reunión duró hasta las siete de la noche. Janet Malestrom llamó vía celular a su hermana para cenar, y fue la primera en irse. La siguió Meg, alegando tener entrenamiento nocturno con su maestra y figura a seguir Maxine Goodspeed.

Después Leon, y si se va Leon se va su hermana. Gus sencillamente desapareció sin más, y al final, solo quedaron Sandy y Penny.

El ya no tan niño somnoliento estaba ayudando a la pirata a barrer y limpiar los resultados de esa improvisada reunión. No es que ella lo hubiese obligado. Él se ofreció sin más.

Algo bastante extraño viniendo de él. No por ser maleducado o irresponsable. Sencillamente porque él rechazaba cualquier actividad que requiera un esfuerzo mayor que caminar.

Y verlo limpiando y barriendo...

Penny no lo recordaba así, pero agradecía enormemente el cambio del chico.

Entre risas y conversaciones banales y triviales, finalmente terminaron de arreglar el lugar. Por dentro y por fuera, era un barco tan hermoso.

— Gracias por la ayudita— le regaló su más sincera sonrisa al somnoliento

— Lo dices como si fuera gratis.

El rostro de la pirata se ensombreció.

— Lo diré cuando esté lista— espetó de golpe, buscando acabar rápido la conversación

— ¿Qué?

— No tengo mucho dinero Sandy. No es como que tenga mucho con que pagarte.

Se dio cuenta de su error. Se precipitó a responder cuando en realidad no tenía nada que ver con ese tema. Ahora él podría estar sospechando.

Anotó mentalmente que debía tener más cuidado.

— Solo quería pasar tiempo contigo.

— Lamento haberme ido, es que no sabía como iban a reaccionar por mi cicatriz. Temía que se preocuparan por mi.

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