"Grayson Tolliver presenta: 'El Show de Truman' protagonizado por el mismo"

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Gray no se entendía a si mismo.

Era mudo, servicial, cortés y habilidoso. Pero en general, no destacaba en nada importante.

¿Era servicial? Sí, pero no tanto como Piper.

¿Era cortés? Sí, pero una rubia con paraguas lo era más.

¿Habilidoso?

1. Lola actuaba mejor que él.

2. Tara sabía más de portales.

3. Bea tenía más puntería.

4. Charlie era mejor francesa que él, aúnque eso aún no lo sabía.

5. Ni siquiera era el mejor mudo. Spike seguía allí.

¿En que destacaba Gray en un pueblo donde todos destacan a su manera?

Bueno, era el único mimo. Y ya. ¿A quién le importan los mimos?

Y también era el Rey del Cine Mudo. Aunque también era el único que lo había hecho.

Gray no era realmente nadie. Cuando pensaban en alguna cualidad importante, él no figuraba en ningún lado.

¿La Semana de las Noches Frías? Incluso la comisaría se olvidó de su existencia.

¿El día en el que todos llegaron? Participación inexistente.

Y ya.

Era más irrelevante que el botón de reportar.

Y Gray quería cambiar eso.

Ser irrelevante en realidad no le importaba mucho. Sí, estaba solo, aburrido e incapaz de ser entendido, pero no era tan grave. En realidad sí que lo era, pero actuar le hacía olvidar eso. Trabajar en películas junto a Fang y Buster le hacía feliz, actuar como personajes y fingir ser alguien que no es al menos durante algunos meses era una terapia dudosa pero efectica para él.

Con Lola no trataba mucho. De vez en cuando trabajaban juntos porque no es como que haya mucho personal, pero su relación era estrictamente profesional. Demasiado quizás. Con los otros dos se llevaba mejor

Todas sus inquietudes, toda su irrelevancia se fue al carajo cuando alguien exactamente igual a Lola apareció en su muy humilde hogar.

— Chaplin, necesito tu ayuda.

La Lola de verdad sería igual de directa, pero cambiando cosas. Lo llamaría por su pequeño apodo, y pediría su colaboración de forma más formal. Y sería Gray quién iría a ella, no al revés.

Esos detalles le hicieron sospechar. Aunque fueron otros los que le hicieron confirmar.

El más evidente que el clon no tenía sombra y no tenía reflejo.

Estaba dispuesto a ayudar, pero después  algo cambió.

Al abrir un portal, Gray entraba a un pequeño espacio vacío. Pequeño era un decir, era sencillamente vacío enorme y absoluto con piso a cuadros pequeños, blanco y negro. Estaba iluminado con luz blanca y sin techo. Habían partes que directamente no estaban iluminadas, y era algo que Gray no tenía la confianza de explorar. El tiempo pasaba mucho más lento que en el exterior y desde allí podía volver al pueblo sin mucha diferencia de tiempo.

El problema fue que cuando fue a su mundo, el clon lo siguió.

Al principio estaba sorprendido. Juraba que él era el único con acceso, pero no.

— No puedo creer que tardé seis años en encontrarte. Por Dios que alegría saber que no estoy sola en el Velo. O al menos con alguien consciente...

Más o menos le explicó como pudo un sitio que aún ella (o él) no comprendía.

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