Perdón

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Llegamos a la habitación de Paola, aunque claro, yo me entere después, ya que seguía debajo de su pie, dentro de su sandalia, mi ama Paola seguía dando fuertes pisotones, al parecer estaba bastante molesta conmigo y se aseguraba de que sintiera su furia en todo mi cuerpo a cada paso que daba.

Y bueno para ser honesto no tengo muy claro en mi mente lo que sucedió después, ya que por la presión que Paola estaba haciendo sobre mi casi me desmallo, pero ellas me contaron lo que paso.

Pues bien, Karla entro y vio a Paola sentada en la cama, haciendo mucha presión en su pie derecho, en el cual me tenía atrapado.

- Deja los berrinches – dijo Karla – lo vas a matar

- ¡Cállate! – le gritó Paola - ¡y eso no es verdad! ¡Es prácticamente indestructible, lo puedo pisotear cuanto quiera, mira! – Paola levanto repetidas veces el pie, y me aplasto contra el piso – ¿lo ves? – y siguió presionándome contra el suelo con mucha fuerza

- ¿Y pude vivir sin respirar? – le pregunto Karla, Paola abrió los ojos de par en par – ¿sigue lamiendo o besando tu pie? – después de esta pregunta Paola se puso pálida, se quito la sandalia de inmediato, se sentó en el suelo al tiempo que la tomaba y me despegaba de la misa.

- No respira – dijo Paola al borde de las lágrimas, mientras me sostenía en su mano, sin decir palabra, Karla se acercó de inmediato y me dio una especia de descarga con su dedo en el pecho, yo reaccione y tome aire como alguien que acababan de salvar de ahogarse, Paola me apretó contra su pecho o mas bien entre ellos en un intento por abrazarme, Karla me saco de ahí casi de inmediato

- Tranquila hermanita – le dijo Karla, a sosteniéndome en su mano – lo vas a ahogar de nuevo.

- Lo siento – contesto Paola, llorando, yo estaba recuperando el aire y la conciencia – perdónenme por todo, no quería... ustedes... tienen razón, pero... pero yo...

- Pero te Gusta Ramsés – dijo Karla – y quieres que sea más que tu esclavo o tu juguete – yo acababa de despertar, pero creo que de nuevo quede en shock con las palabras de Karla y Paola estaba muy roja

- No – dijo Paola tartamudeando – bueno si... yo... es... no... es mi esclavo y mi juguete – continúo diciendo de un mudo algo autoritario y muy seguro, nunca la había oído así – y solo se los presto, pero hay cosas que solo puede hacer conmigo.

- ¿Como hacer el amor? – pregunto Karla

- ¡Si, eso sobre todo! – Dijo Paola sin pensar y al darse cuenta se tapo la boca con las manos.

- Toma – le dijo Karla al tiempo que me ponía en sus manos – es tuyo, hoy saldré y les dejare la casa para ustedes solos por un rato, diviértanse.

Karla se fue, sin más, y nos dejo ahí algo confundidos y sonrojados, pues se fue tan rápido que no nos dio tiempo de protestar, Paola bajo la mirada y me vio en su mano, nos quedamos mirándonos por rato, luego ella hizo un puchero como una niña pequeña encaprichada, era la primera vez que le veía ese gesto. Se levanto y dio unos cuantos pasos, me puso en el suelo cerca de la puerta, ella regreso a la cama, se sentó y cruzo la pierna derecha sobre la izquierda, en una pose muy autoritaria.

- Tu no te has disculpado conmigo – me dijo aun con su cara de niña caprichosa, yo estaba algo confundido – ¿y bien? – me dijo molesta, yo pensé que yo no había hecho nada malo, si lo sé soy un poco lento.

- Yo... - comencé a decir, pensando en protestar por la injusticia, pero luego recapacite – lo siento – me arrodille, en donde estaba – perdóneme mi Diosa, no se volverá a repetir.

- Más te vale – me dijo – pero aun no te perdono, no has hecho los méritos suficientes para eso.

Entonces me arroje al suelo y me arrastre hasta sus pies, al llegar comencé a besar sus dedos, mientras repetía suplicante su perdón, de pronto comencé a crecer hasta mi tamaño normal, lo tome como una señal de que me había perdonado y comencé a levantarme, ella puso su pie derecho en mi cabeza y me regreso al suelo.

El Diario de RamsésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora