Ｙｕａｎｆｅｎ ⧽ ʝıɧąŋ

☆ Pesëmbëdhjetë ☆

Joshua sabía que Jeonghan iba a golpearlo, así que se adelantó y lo empujó contra el suelo, gruñéndole juguetonamente para mantenerlo a raya, y el omega soltó un jadeo de disgusto, luchando para soltarse.

Pero Jeonghan volvía a estar dominado por esa otra parte irracional, así que estaba un poco más débil, lo suficiente como para vencerlo en aquella jugada de mordidas.

— Debería ser tu último día. —le dijo Joshua, acomodándose entre las piernas del menor —, y has estado arisco y gruñón, Hannie.

Jeonghan dejó salir ahora un gemido de placer cuando el alfa se adentró en su interior, arqueando su espalda mientras sus manos recién libres se deslizaron por la espalda del mayor, temblando por las sensaciones que le recorrieron.

El omega humedeció sus labios, jadeando, sintiendo los labios de Joshua en su cuello, chupando, besando, mordiendo.

Bueno, ¿cómo acabaron así?

Jeonghan no podía recordarlo bien. Sólo sabía que cuando el peligro pasó, con Hoshi en sus brazos, lloriqueando para no soltarlo, de pronto quería vomitar y Joshua lo sostuvo para que no cayera al suelo. Antes de darse cuenta, estaba mareado, gruñéndole por el disgusto, el omega otra vez dominándolo, y necesitaba desesperadamente al alfa acariciándolo, besándolo, tomándolo.

Tuvieron que habilitar un cuarto de urgencia para que terminara su celo allí, y ahora
Joshua estaba aprovechándose de él.

Tonto, tonto alfa....

Joshua le embistió y jadeó, con los labios del alfa sobre los suyos en uno de esos besos que tanto le gustaban: devoradores, húmedos, en una lucha por el control entre los dos.

Por otro lado, Joshua apenas cabía en sí por la felicidad que estaba sintiendo mientras movía sus caderas, empuiando contra el ano de Jeonghan salvajemente, oyendo los gemidos sonoros del omega a su oído, y sus dientes se deslizaron por su cuello, sintiendo escalofríos, en tanto lo sostenía de la cintura.

Tenerlo entre sus brazos, hecho un desastre, como lo tuvo tanto tiempo atrás, hacía que se sintiera feliz y completo, y lleno de una infinita alegría que hasta podría comenzar a cantar.

Bueno, quizás no tanto, pero la intención era lo que valía.

Mordió en su marca, su enlace vibrando, y hasta casi podía sentir a su alfa moviendo la cola en su interior, dando vueltas por la emoción cuando comenzó a anudar en el interior del omega.

— Uh... uh... te... a-amo... —gimió Jeonghan, corriéndose entre sus pechos. Temblaba por el orgasmo, con sus ojos llenos de lágrimas por las sensaciones placenteras que recorrían su cuerpo.

Joshua gruñó contra su cuello, satisfecho, y observó el rostro sudoroso y agotado de Jeonghan. Antes de darse cuenta, comenzó a llenarle la cara de besos, causando que comenzara a protestar.