~𝒫𝒶𝓈𝓉~¹²

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Past

¿Qué era el presente?

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¿Qué era el presente?

Las definiciones le escapaban, o quizá él escapaba de ellas, pero las palabras que solían describir con tanta claridad conceptos tan básicos parecían tan viejas y decrepitas ya.
Palabras simples se desmoronaban como edificios bajo bombas, se hacían polvo y se iban junto al viento, desaparecían aunque sus antiguos significados aún quedaran como fantasmas por el aire.
En algún momento su idea de la vida había cambiado tan... repentinamente.

Así que ¿Que era el presente, si ya no era lo que creyó alguna vez, si su definición ya no resonaba con lo que él sentía?
¿Era el tacto fogoso de su amado?
¿Era la masacre que olvidaba?
¿Eran los dulces ojos de su niño, comparados con todos los otros niños que había dejado atrás?
¿O acaso era el presente él mismo, con todo el pasado que cargaba y el futuro en el que se moldearía?

El presente era vivir con la mente en blanco, inhalando el futuro y exhalando el pasado.
Uno tan prometedor y otro tan dañino, como el mismo veneno que habitaba el aire.
Debía ser ese el peso que tanto lo cansaba, el azul apagado que tomaba su garganta como un resfrío y desde allí lo arrastraba contra el suelo de piedra, desgarrando su piel hasta que su inmortal cuerpo quedara de alguna manera inerte.
Su cuerpo aparentemente inmortal... Solo porque estaba anclado a un futuro que aún no conocía pero llegaría a conocer, un destino que le aseguraba seguir con vida, día tras día, incluso cuando ella pesaba y la dulce muerte solo le brindaba apoyo y cariño tentador, besándole las mejillas y acariciándole la cintura en esa seductora danza que acabaría tras las bambalinas de la última puerta a cruzar.

Porque el pasado, como monóxido de carbono, lo llevaba en los pulmones, en la sangre.
Lo envenenaba y tomaba control de su cansado ser.
Lo haría vomitar unas últimas palabras pero el destino haría esas palabras eternas.
Tan eternas.

Así de eternas como el cielo que observaba tan minuciosamente, buscando en él el supuesto infinito que lo conformaba.
Un cielo azul con degradé, claro y oscuro.
Unas nubes que reflejaban en ellas la poca luz y se pintaban de un luto negro.
Esas estrellas que brindaban la única paz, como una esperanza centelleante, brillando en el vacío de manera inútil como pedidos de ayuda gritados a la nada.
No veía la luna esa noche.

Le recordó a su propia estrellita, su propia libertad de ser, su misma única felicidad temporal, placebo que lo hacía pretender poder vivir siempre en esa alegría que no le correspondía.
Alemania.
Pequeño y joven bebé, el único hecho angelical que salió de sus propias crianzas.

...
Que mentira.
Pensaba mientras reía incrédulo.

¿Que diría Buenos Aires si estuviera presente?
O quizá La Pampa, o Córdoba.
La desepcion y la traición en sus ojos al descubrir que, entre todos sus hijos, Argentina había decidido hacerse cargo del único al que no le compartía sangre.

°•~Key~•°  (NazArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora