dos

773 97 3
                                    

La mañana siguiente, cargué mi canasta con provisiones y me despedí de mi madre. Al igual que Jungkook, ella me repitió un millón de veces que tenga cuidado. Especialmente me recordó la leyenda de los hombres que se convertían en lobo durante las noches de luna llena y vivían en lo más profundo del bosque, aguardando para devorar a gente inocente.

Y mi madre también me recordó algo que yo había olvidado; que los hombres lobo no siempre tenían aspecto de lobos. Los efluvios de la luna llena despertaban su lado animal, pero podían controlar a voluntad la forma que adoptaban. Estos eran los más peligrosos, pues tenían aspecto humano pero instinto bestial.

Si bien yo no me consideraba supersticioso, cargué mi carcaj de flechas y mi arco en la espalda. Me coloqué mi capa roja más abrigada y me subí la capucha antes de abandonar nuestra choza.

Para cuando dejé el pueblo detrás, el sol ya se estaba ocultando en el horizonte. Al momento de adentrarme entre la frondosa arboleda, la única luz alumbrando mi camino era la luna. Admito que, siendo noche de luna llena, recordar las leyendas sobre hombres lobos me provocó un escalofrío.

Que ridículo, pensé, y continué mi camino. Sin duda el bosque tenía un aspecto ominoso, con las tortuosas ramas de los árboles elevándose hacia la oscuridad del cielo y las criaturas nocturnas chillando. Tragué saliva y seguí caminando; cuánto más me apurara, más pronto estaría lejos de aquel lugar inquietante.

Mi miedo era completamente irracional, sin embargo crecía con cada segundo. Mi respiración se agitó y aceleré el paso; tenía la horrible sensación de que no estaba solo; de que había alguien, o algo, acechándome cuál cazador a su presa. De pronto, noté dos ojos observándome entre los arbustos. Resplandecían como dos amberes bajo la luz de la luna, y me atrajeron tanto como me aterrorizaron.

Debí haber huido, como mi instinto de supervivencia me pedía a gritos, pero me quedé inmóvil, contemplando esos hermosos ojos y preguntándome quién era su dueño.

— ¿Qué hace un muchacho tan hermoso solo en el bosque por la noche? ¿No tienes miedo?— una voz ronca me preguntó desde la oscuridad. Y sonaba tan primitiva, pero a la vez tan elegante y seductora, que se me puso la piel de gallina.

— ¿Por qué debería tener miedo?— me envalentone. — ¿Quién eres?

El extraño dio un paso al frente, oí las hojas secas crujir bajo sus pies e instintivamente acaricié mi arco. Pero cuando reveló su rostro, algo me dijo que no iba a hacerme daño.

Además, era tan atractivo que las rodillas me temblaron. Su rostro parecía una escultura del más fino marfil, tan pálido como la luna. Su mandíbula y quijada eran increíblemente afilados, y su cabello desordenado y oscuro le rozaba su rostro. No pude ver como iba vestido, pero su figura era alta. Me quedé petrificado estudiando el color ámbar de aquellos ojos, con negras pupilas dilatadas.

— Mi nombre es Taehyung— cuando me sonrió sus dientes parecían los de una fiera. — De veras, no deberías andar solo por estos lares.

— Puedo cuidarme solo— le enseñé mi arco, en parte a modo de advertencia.

— Oh...— el hombre no parecía amedrentado — ¿Y acaso el apuesto cazador tiene nombre?

— Hoseok.

El hombre sonrió una vez más, y sus ojos brillaron. Dio otro paso al frente y colocó una mano en mi cuello.

— Hoseok— repitió mientras me acariciaba con la mayor de las suavidades.

Ignoro por qué le dije mi nombre. Tal vez por la misma razón que dejé que me acariciara; percibía algo peligroso en la situación pero no percibía peligro de él, si es que eso tenía sentido. De hecho, una poderosa fuerza me atraía hacia aquel hombre, una fuerza tan primal como nueva para mí. Ni siquiera Jungkook me hacía sentir así.

Sus manos se sentían como terciopelo sobre mi piel, y yo dejé escapar un gemido contra mi voluntad. Inmediatamente me avergoncé.

— Te ves tan lindo, así sonrojado. No hay nada de que apenarse— Taehyung me sonrió — Te he estado esperando por mucho tiempo, ¿sabes?

— ¿De qué estás hablando?— Murmuré. Me invadió un extraño sopor que me dificultaba hablar, y sus manos en mi cuello se sentían al fuego vivo. Yo me sentía al fuego vivo, mis piernas temblaban y una dolorosa erección había crecido entre mis piernas.

Taehyung se acercó para besarme. Lo hizo tan lentamente que yo podría haberlo esquivado y huido, pero no lo hice. Una fuerza en mi interior lo deseaba, lo necesitaba.

— Debo irme... mi abuela me espera...— susurré cuando nuestros labios estuvieron a escasos milímetros de distancia. Casi podía saborearlos.

— Es peligroso atravesar el bosque solo... quédate conmigo hasta que la mañana llegue— su aliento acarició mi boca, y yo me estremecí. — ¿Acaso no le temes a los hombres lobo?

— ¿Hombres lobo?— la cabeza me daba vueltas. Taehyung me besó. Un relámpago me atravesó de pies a cabeza; sus labios eran adictivos. Los saboreé con ansias mientras sus manos fuertes recorrían mis hombros y espaldas. Mi polla estaba durísima. Taehyung era salvaje para besar; su lengua batalló con la mía durante unos frenéticos segundos, y luego me mordió el labio inferior.

Con una fuerza sobrehumana, Taehyung me arrojó al piso. Yo no opuse ni la menor resistencia, deje que se pusiera encima de mi y que sujetara mis muñecas contra el piso como un atacante.

— Sí, hombres lobo, Hoseokie. Ellos te considerarían irresistible— dijo antes de besarme una vez más.

Sentí su polla dura rozando contra la mía y gemí contra su boca. No tenía idea de quién era aquel hombre, incluso algo me advertía que ni siquiera era un hombre, pero yo lo deseaba dentro de mi. No. Lo necesitaba dentro de mi como necesitaba el aire para respirar. Era una verdadera locura, pero hasta sentía una extraña humedad en mi entrada, como si mi cuerpo estuviera lubricado para él.

Besó mis labios con ardor, sin soltar mis muñecas. Luego sus labios se deslizaron por mi cuello y yo instintivamente mecí mis caderas contra su polla dura. Era vergonzoso lo necesitado que me sentía, parecía un animal en celo. Los dientes de Taehyung se hundieron en la carne de mi cuello y yo creí enloquecer de placer.

Hasta que sentí un líquido caliente brotar de la herida.

Sangre.

El agarre de Taehyung no era tan fuerte así que me zafé en un santiamén. Al ver mi reacción, su rostro cobró un gesto preocupado y se quitó de encima de mí. Rodé en el piso y coloqué mi mano sobre la vertida de mi cuello.

El hijo de puta me había mordido.

— ¡¿Qué mierda me has hecho?!— rugí con las pocas fuerzas que tenía.

— Te he marcado.— Taehyung me explicó, como si esas palabras tuvieran algún sentido para mí — Creí que era lo que deseabas... percibí tus señales...

La cabeza me daba vueltas. Tomé mi arco del piso, cargué una flecha con manos débiles y le apunté.

Taehyung alzó ambas manos.

— No iba a lastimarte, Hoseok...— me dijo, sin hacer nada para defenderse.

Tenía que matarlo. Me lo repetí a mi mismo mil veces en tan solo un minuto. Pero no pude. En su lugar, guardé mi arco y flecha, tome de nuevo mi canasta y salí corriendo. Podía oír a Taehyung llamando mi nombre mientras yo aceleraba el paso, pero no mire atrás. Si bien todo mi cuerpo clamaba por aquel hombre, huí despavorido de aquel bosque oscuro. La luna llena guiaba mis pasos llenos de urgencia y terror.

A la distancia un lobo aulló, parecía que clamaba por mí.

El chico de la capa rojaWhere stories live. Discover now