Es algo bueno

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Estamos sentadas en la alfombra de la sala de estar, haciendo tarea en la mesita de centro. Haerin se acerca, me acaricia la espalda con una mano y empieza a besarme el cuello.

"Dani," murmura.

"¿Sí?"

"Creo que deberíamos decírselo a los demás."

Entonces me doy cuenta de que este no es el comienzo de la típica sesión de besos post-tarea en la alfombra de mi sala de estar que hemos estado haciendo casi todos los días durante las últimas dos semanas. Como no sé cómo reaccionar, la beso, pero tengo la cabeza en otra parte, atrapada en una espiral de pensamientos muy parecida a la de culpabilidad que siento por Hanni, pero peor aún.

Haerin no es como la gente del círculo social de las Ocho. No es popular. No es como su hermano, considerado aceptable a pesar de ser un año menor, porque ella no es nada deportista. No se viste como mis glamorosas y bien maquilladas amigas, sobre todo cuando se pone esos beanies, que, debo admitirlo, me parece sexy en ella. Va por la escuela con la cabeza gacha, evitando relacionarse con los demás, y almuerza con dos personas que parecen ser sus únicos amigos: Sunoo y Minji.

Pero claro, esta no es la verdadera Haerin, pero es la que todos ven.

Haerin me sujeta por la cintura y me sitúa sobre su regazo, de modo que quedo sentada a horcajadas. Le rodeo los hombros y le paso los dedos por el cabello. La miro y la veo tal como me gusta: algo desaliñada pero muy hermosa, por dentro y por fuera.

"Hay un motivo por el que deberíamos empezar a decírselo a los demás," comenta.

"¿Ah, sí?" pregunto, llena de curiosidad.

"Cris me llamó ayer por la noche."

"Oh," suelto, presa de un súbito pánico.

Sabe que he buscado información sobre ella… está bien, que la he estado acechando.

"¿Te llamó por algo en concreto?" Quiero saber, esperando no sonar celosa o, peor aún, asustada.

El truco del béisbol de Hanni suele funcionar, pero he seguido investigando a Cris. Mucho. Y quiero parar, pero no puedo, porque decirle a alguien con un trastorno obsesivo-compulsivo que deje de obsesionarse con algo es como decirle a alguien con un ataque de asma que respire normalmente. Mi cerebro necesita más información. Todavía no he llegado al final de la madriguera del conejo blanco.

"No. Llamó para saludar. Para saber cómo me va."

Respira. Llamó para saludar.

"¿Y le contaste de nosotras?"

"No, pero quería hacerlo. Creo que debería."

Respira. Quería contarle a su exnovia de nosotras.

"Si ella saliera en serio con alguien, me gustaría que me lo dijera."

En serio.

Me llevo la mano a la nuca y me hinco tres veces las uñas, aunque no sé por qué estoy alterada. Esto es algo bueno.

"¿Qué te pasa?" pregunta Haerin.

"Nada."

"Te pasa algo. Lo sé. Frunces la frente cuando estás muy concentrada en algo." Me besa la frente y noto que los músculos se me relajan con el roce de sus labios.

Uno. Respira.

Dos. Respira.

Tres. Respira.

Sé lo que necesito: información sobre ellas dos. Información que no puedo encontrar por mi cuenta.

"Necesito saber algo," digo, entrelazando los dedos detrás de la cabeza de Haerin y obligándolos así a estarse quietos y no arañar nada. La miro a los ojos. "La querías, y la última vez que hablamos, no sabías muy bien si la seguías queriendo."

Me muerdo tres veces el labio inferior y espero que no se dé cuenta.

"La quería, sí," responde. "Pero ya no, no de esa forma. Todavía le tengo cariño, pero…" Le está costando, pero parece sincera. "No tienes ningún motivo para estar celosa, te lo aseguro, Dani."

No estoy celosa. Solo obsesionada.

Voy a rectificarla, pero se me ocurre que será mejor dejar el asunto tal como está.

"En serio. No sé cómo explicarlo," prosigue, "pero esto…" Me rodea la cintura con las manos y me besa a la vez que me acerca más a ella. "Esto es diferente."

Los pensamientos están perdiendo parte de su fuerza. Con un poco más de información quizá pueda acabar del todo con ellos.

"¿En qué sentido es diferente?" pregunto.

"Jamás le conté a Cris sobre el Rincón de los Poetas. Ella nunca conoció a mis amigos, ni siquiera a Minji. Sabía que tocaba la guitarra, pero nunca le mostré mis canciones ni nada de eso." Suelta una risita. "El día que estuviste en mi habitación y te pasé mi tablilla… fue una sorpresa para mí. Nunca lo había hecho."

"¿De verdad?"

"De verdad. Nosotras somos… diferentes, Dani. En todos los sentidos importantes."

Ha hablado en plural.

No dice que seamos mejores. No dice que me quiera más de lo que la quiso a ella. Y no pasa nada; no tiene que hacerlo, porque ahora me acaricia el cabello y me roza la boca con los labios, y todos mis pensamientos son sobre ella y sobre esto que tenemos que es diferente, y mis pensamientos tóxicos sobre Cris se difuminan en todas direcciones. Puede que regresen, pero ya no siento la necesidad de investigarla. He llegado al final de la madriguera del conejo blanco, por lo menos de momento, y he ido a parar al país de las maravillas, un lugar tranquilo donde mi cerebro puede por fin relajarse y dejar de suplicar información.

"Gracias," susurro, no necesariamente a Haerin, pero es así como suena.

"De nada," responde, y me besa con más intensidad aún.

Siento que sus manos viajan por debajo de la parte posterior de mi blusa y sus dedos se clavan en mi piel, de modo que acerca mis caderas ligeramente hacia ella.

"Deberías quedarte a cenar," sugiero, retirando las manos, para cambiar de tema. "Olivia no deja de preguntar por ti."

"¿No le importará a tu madre?"

"Solo si entra y nos atrapa así."

"Correré el riesgo." Me toma ambas muñecas y me las lleva hacia su nuca para volver a dejarme los brazos como estaban antes. Después, vuelve a besarme y pasa lentamente de mis labios a mi mejilla para seguir hasta ese punto justo detrás de mi oreja que me hace perder el control, como muy bien sabe. Y cuando estoy segura de que no puede verme, llevo una mano a mis jeans y me araño tres veces la pierna.

"Sí, creo que deberíamos contárselo a los demás," susurro.

Hasta La Última Palabra 《Daerin》《Niniz》Onde histórias criam vida. Descubra agora