Capítulo 5

19 8 4
                                    

Era un lugar frío y oscuro, pareciera como si nos estuviesen esperando, eran como 10 hombres armados en el pasillo, en cuando bajamos los tres comenzaron a dispararnos, las balas susurraban nuestros nombres y mi corazón latía desmedidamente, la adrenalina fluía por mis venas, esto no iba a detenerme, tome mi arma y esquive las balas.

No tarde en toparme con el primer hombre encapuchado y lo golpeé en el rostro mientras mi pierna se enroscaba en las suyas para hacerlo caer.

—¡Tengan cuidado!— les grité a Lena y Carlos.

—Yo te cubro —dijo Lena, mientras Carlos se unía conmigo a la lucha sin decir nada.

Tropecé con el siguiente hombre y algo solido golpeo contra mi brazo, sentí como la sangre bajaba, pero eso no me detuvo y noquee al segundo hombre golpeándolo con la culata de mi arma, no era tiempo de sentarse a lamer las heridas, decidí continuar y el siguiente hombre tenía el arma apuntándome justo hacia la cara, de repente se retorció en el suelo debido a un golpe que le propinó Carlos.

Asentí con la cabeza en señal de agradecimiento y el regresó el gesto, solo quedaban dos hombres en pie, pero sabia bien que vendrían mas en camino, si había tanto resguardo, era porque el estaba ahí, lo presentía, el jefe de la mafia que había atormentado mi carrera y mi vida, estaba detrás de una de esas puertas, así que pedí refuerzos, era la única opción para salir vivos de allí y que no escapara mi maldito verdugo.

Lena se deshizo de un hombre y Carlos inmovilizo al otro, pero lejos de terminar esto recién había empezado, seis hombres más dieron la vuelta la esquina, Lena se deshizo de unos cuantos disparando hábilmente, yo tome a otro por el cuello hasta que este crujió entre mis brazos y lo solté inconsciente, Carlos se encargo del otro con dos golpes certeros, uno al estómago y otro derechazo directo al rostro.

Era hora del encuentro, debía escoger una puerta y al doblar el pasillo, ahí estaban dos hombres protegiendo una puerta, sabia que debía ser esa, Lena se deshizo de uno más nuevamente, Carlos y yo usamos al otro hombre como un saco de boxeo propinándole golpes repetidos alternados entre ambos, hasta que ese último hombre cayó al suelo.

Empuñe mi arma y abrí la puerta, ahí estaba sentado en su trono y riéndose de todos, de mi, sabia que se reía de mi porque me miraba directo a los ojos.

—Al fin tengo el placer de conocerte —dijo en un tono burlesco.

Mi dedo bailaba en el gatillo de mi arma, sopesando la idea de dispararle o no, hasta que Carlos interrumpió:

—No vale la pena, alguien como él no lo vale.

—Oye a tu amigo, el tiene razón, tu seguiste las reglas y mira donde terminaste, no eres capaz de hacer esto, tu no eres una asesina —me desafió.

Baje el arma, mientras oia el barullo en los pasillos colindantes.

—Tienes razón, no lo vale, este se pudrirá en las cárcel —mire a Carlos, —tus días están contados, los míos no —volteé y le sonreí burlescamente a mi verdugo mientras los demás agentes entraron de todas direcciones a apoyarnos en la misión.

Era el fin y ahora si podría dormir tranquila sabiendo que él estaba refundiendose en la cercél y orgullosa de haber tenido la razón, sabía que esto no me devolvería mi trabajo como policia, pero era lo que debia hacer y ahora tenía una nueva vida, las cosas no siempre salen como planeas, pero de eso trata la vida.

____

—Me siento orgulloso de que hayas terminado la misión, se que esto era lo que buscabas al unirte a Parabellum, pero si estas dispuesta, hay un puesto permanente esperando por ti —me felicitó Alfred al regresar a la base, mientras curaban mis heridas.

No tenia que pensármelo mucho, ya me había acostumbrado a esta adrenalina y era mucho mejor que ser solo parte de una policía corrupta.

—Es una broma ¿verdad? —sonreí ante el desconcierto de Alfred frente a mis palabras —claro que quiero unirme, ya siento que este es mi hogar.

 —Eso esperaba oír —sacó de su bolsillo un colgante con forma de delfín —este será tu nombre clave, delfin1 y oficialmente bienvenida a Parabellum —me extendió la mano y la tomé recién adolorida por los golpes y el disparó que había recibido, pero feliz.

—Gracias —sonreí orgullos tomando el colgante —, por cierto ¿cómo están Lena y Carlos?

—Perfectamente —escuche una voz masculina intentando contener el dolor del otro lado de la cortina de la enfermería.

—Creo que seremos colegas, delfín1 —la voz de Lena del lado opuesto retumbó.

Me reí contenta por haber logrado mi misión y encontrado un nuevo lugar como mi hogar.




La espíaWhere stories live. Discover now