Chapter 32.

206 25 34
                                    

Se sentía perdido de alguna manera, pero tampoco podía correr a ningún lado por más que jalara de las cuerdas invisibles que lo retenían. La destrucción de su corazón lo hacía llorar en demasía, por más que intentara buscar la tranquilidad en medio de todo el caos mental de lo que parecía ser la nada en ese momento, su alrededor no era más que solo oscuridad y la confusión con el miedo fue latente, tanto que jalaba más fuerte de las cuerdas invisibles para salir de dónde sea que estuviera, sus lágrimas seguían saliendo después de todos los hechos ocurridos, después de los recuerdos que su mente recreó para él, lo vivido con su amada persona.

Cada vez que jalaba, su piel dolía.

¿Porqué lo dejó salir para el estudio? ¿Porqué dejó que se fuera tan fácilmente? ¿Porqué tuvo que pasar todo eso? Se preguntaba a él mismo, esperando una respuesta clara en medio de su destrucción. ¿Porqué no podían estar tranquilos? ¿Esto ya estaba destinado a suceder?

Nuevamente aquel reconocido dolor en su pecho, como ya tenía costumbre, pinchó duramente en él ese cuchillo con capa de fuego, se removió en su pecho haciéndole gritar de dolor, pero ¿Dolor por el arma o por la perdida de su amor?.

Su lado racional le decía que saliera de inmediato, otro lado solo pedía por paz y tranquilidad eterna, sentía que ya no debía nada a este mundo. Había perdido a alguien importante, su mamá, y como si fuera poco, también le arrebataron el gran amor de su vida.

Las lágrimas salian en cascadas sin detenimiento alguno, algo le dijo: corre, no es lo que parece. La cuerda que lo mantenía inmóvil se aflojó y corrió, borroso veían pero tampoco había algo claro que ver. Sentía que era jalado pero no se dejó, corrió a pesar de saber o creer que daba vueltas sin sentido, llegó a un punto blanco, su cuerpo era atraído por algo cálido, vivo. Su mano sintió un tirón, nuevamente aquel calor humano abrazó su cuerpo y la paralización de su corazón fue instantánea al momento que sus oídos escucharon la melodiosa voz que en cualquier situación, él la reconocería, un llamado, el cálido cuerpo a su lado, pero no veía nada más que solo... poco a poco la claridad como si de un nuevo día se tratara.

La presión se intensificó, la calidez humana que su cuerpo sentía era agradable, familiar y única. Esa hermosa voz que hacía eco en su oído, miró a su alrededor buscándola sin encontrar nada exactamente.

La neblina poco a poco fue haciéndole un camino a esa luz y él sin saber con exactitud que era, simplemente se dejó llevar por lo que creía que era su felicidad.

—Jungkookie —dijo de manera calmada aquella voz.

Su corazón desbocado tuvo reacción al aparato que estaba conectado a su lado haciéndo que frunciera el ceño por el ruidito, intento moverse sin lograrlo al sentir que estaba atado a algo, a sus fosas nasales el olor del cloro se hizo presente. Sus lágrimas se acumularon en sus ojos siendo un desborde en ese momento, sentía el punzante dolor en su pecho que hizo al monitor reaccionar ante lo que sería el descontrol de su frecuencia cardíaca.

Su mano se posó por su mejilla derecha, aquella bonita voz que según él, no escuchaba desde hace demasiado tiempo. Habló, haciendo al corazón del mayor tranquilizarse por un mínimo momento.

—Jungkook —nuevamente aquella voz retumbó en sus oídos.

Abrió sus ojos con mucha dificultad, finalmente enfocó la vista, y lo primero que vio fue un techo color blanco, su vista era borrosa aún con las aguas saladas que salían de sus ojos. Otra vez un toque en su brazo y al voltear juró en ese momento que de no ser porque su mente idealizó que ya estaba lo suficientemente loco, hubiera tenido un paro cardíaco, aunque el monitor de signos vitales dió alerta con el sonidito característico, alertando al azabache para que se calmara.

No me olvides, Hyung... Where stories live. Discover now