Capítulo 10

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POV: ASTRID

Me tropiezo con mis propios pies, apoyándome en el gran muro que rodea mi casa para no caerme hacia adelante. Todo me da vueltas y no encuentro las llaves para poder entrar, así que, resignada me siento sin contemplaciones en la entrada de la mansión.

No me preocupa las heridas que me puedo haber hecho, total una más. Pienso al mirarme los nudillos medio ensangrentados, por posibles peleas que se encuentran difusas en mi memoria.

Dejo la cabeza dar contra la puerta, recostándome contra ella. Provocando un gran ruido al dar contra el metal. Me estremezco al notar como el mundo da más vueltas ahora.

De repente ya no puedo ver el suelo, ni las grandes casas de delante. Es el cielo lo que está frente a mí. Un cielo borroso, pero si, un cielo. Estiro el brazo para intentar tocarlo, pero una mano peluda y ligeramente arrugada por la edad me impide hacerlo.

Me levanto sobresaltada, mareándome en el proceso, al ver como el señor Dawn había abierto la puerta en la que estaba apoyada.

- ¿Qué haces en mi casa? - pregunto intentando no parecer que había estado bebiendo.

El señor Dawn, se toca su teñida cabellera, suspirando para sí mismo antes de fingir una sonrisa, que hasta un borracho se podría dar cuenta que no es real.

- Señorita Rider, usted ya no vive aquí. Debería saberlo, ya que usted fue la culpable de eso - explica cambiando su pose a una más segura, cruzando los brazos, abarcando más espacio. Intentando así intimidarme.

Niego la cabeza sin creerlo, ¿no fue mi culpa verdad? Yo no quería que nada de esto pasara.

- Igual que también es culpable de la muerte de su madre, la gran Dalia Rider -. Da un paso hacia mí, reduciendo el espacio entre los dos. Me alejo de él, retrocediendo, noto como alguien me presiona la espalda - ¿No es así señora?

Me doy la vuelta rápidamente, viendo a mi madre frente a mí. Tan preciosa como siempre, la sonrisa que me alegraba cuando tenía un día triste. Y esos ojazos azules, que he heredado de ella.

- ¿Mamá? - pregunto temerosa, de que me engañen mis ojos.

- Princesa - dice el apodo con el que siempre me llamaba con tono maternal - todo esto es tú culpa - determina antes de desaparecer ante mí.

- ¡Mamá! - grito sobresaltada, notando las sábanas pegadas, gracias al sudor que envuelve mi cuerpo por la pesadilla. Hacía meses que no tenía una igual.

Intento regular mi respiración, cogiendo aire, soltándolo segundos después. Calmando mis latidos desenfrenados.

El tatuaje de la corona de mi antebrazo parece quemar bajo mi piel, al igual que la flor de mi hombro, tan parecida a la pegatina que tengo en la guitarra de casa de mi padre. "Una dalia".

- Parece que hoy no vamos a dormir más - digo en voz alta, preparándome para ir al gimnasio, antes de ir a trabajar.

Mando un mensaje de buenos días a Nadia, aunque sé que todavía estará durmiendo.

Tenemos la costumbres de saludar a la otra cuando nos levantamos, da igual la hora que sea. Así, si da la casualidad de que las dos estamos despiertas podemos hablar.

POV: NADIA

- ¿Estás lista? - me pregunta Andrew, mi manager, guiándome con una mano en la espalda hasta la entrada del hotel de Manchester, que después de tanto tiempo casi parece una segunda casa.

Con el paso de las semanas los fans parece que se han ido acostumbrando a verme por más por aquí, por lo que el número de personas que me esperan en las puertas desde que volví de mi fin de semana en Liverpool, se ha ido reduciendo significativamente a solo un par de personas.

Entre los focosWhere stories live. Discover now