Tesoro Inesperado

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-Universo Alternativo
-Porn0 con trama
-La magia y las criaturas no son un secreto para los humanos
-Costumbres bárbaras (más animales e instintivas que humanas)
-Híbridos 
-Violencia


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Bien, esto podría haber sido peor, mucho peor.

Bajo el cobijo de la noche y una gran capucha negra, Aziraphale hacía todo lo posible por no solo ocultar su identidad, si no su aroma. Era la temporada de crías, todos, o al menos la mayoría de su manada entraban en celo. No era una regla absoluta, pero como dragones, durante la transición de primavera a verano, se buscaba que la especie dejara descendencia. Sin embargo, su celo lo había tomado desprevenido, faltaba una semana para que este se desencadenara y no pudo haber llegado en peor momento; justo cuando fue de paseo a un pueblo humano.

Tenía una amiga que era bruja, llamada Anathema, una Alfa humana, emparejada con un joven Beta llamado Newton, solía ir a visitarlos a su aldea, pero esa noche, cuando regresaba, sintió un cosquilleo en su parte íntima, las mejillas calientes a pesar de ser una noche fresca y los pezones sensibles. La parte buena es que al ser un dragón, podía defenderse de humanos Alfa que se rehusaran a recibir un no por respuesta, la parte mala, era vulnerable si había dragones Alfa en el área.

El camino hacia su guarida era largo y la razón por la cual no tomaba su forma de dragón para volar e ir más rápido, es que llamaría la atención de dichos dragones Alfa, incluso de los Beta no estaba a salvo, pese a que no podían rastrearlo con tanta facilidad y no tenían un periodo de celo similar. Y vaya que seguro los había por esta zona, en temporadas de apareamiento, salían a buscar pareja, muchas veces de otros clanes, evitando así la endogamia en su propio clan.

Gabriel seguramente lo mataría por salir en estos tiempos, en retrospectiva, fue imprudente, ya que también podría haber sido víctima de un Alfa en celo, al olerlo como Omega. que tonto había sido. Ya luego se preocuparía del sermón de su líder, de momento debía encontrar un lugar a salvo, quizá una cueva, o si se topaba con otro pueblo, una posada, si es que no llegaba a las montañas donde estaba su clan. Si no volvía con Anathema, fue por que su celo lo agarró a mitad de camino.

Se cubrió aún más con su capucha, como si fuera un escudo contra el mundo, pero tuvo que detenerse a descansar, recargándose en un árbol. En estos momentos su cuerpo le exigía una pareja para saciarse. Normalmente se complacía a si mismo en la privacidad de sus habitaciones, o con un compañero si estaba de humor, tomando ambos pociones anticonceptivas, a Aziraphale le gustaría tener cachorros con una pareja estable y no con una aventura de una noche. Pero en medio del bosque era presa fácil incluso para las dos opciones. La primera era obvia, la segunda, incluso con un compañero reclamándolo, si eran descubiertos por otro dragón, el olor de Omega en celo activaría su parte más primitiva, peleando para ganar su derecho a copular primero. Una costumbre que Aziraphale esperaba cambiara con el tiempo, los dragones luego de adquirir mas conciencia, y posteriormente evolucionaran hasta poder obtener la capacidad de tener forma humana, le hacía creer que también podían dominar ese irracional instinto de pelear por una pareja que ya tenía compañero.

Mientras se recuperaba, sopló en su mano un aliento gélido y se la pasó por la cara, aliviando un poco el calor que tenía. 

-Vaya vaya ¿Qué tenemos por aquí?- escuchó una voz tras él.

Con los nervios de punta, se dio la vuelta para encarar al dueño de la voz, era un hombre con ropaje sucio, tenía una capucha más corta que la de él, de color negro, en su cinturón de cuero, tenía enfundada una cimitarra y parecía que no era la única área con la que cargaba. Si tuviera que apostar sus alas, era un cazador furtivo. Secuestraban humanos y criaturas por igual para venderlas y esclavizarlas, y este no estaba solo.

Good Omens Colección OmegaverseWhere stories live. Discover now