Capitulo 8

1.1K 61 3
                                    

Fauzia Abbas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Fauzia Abbas.


Sorpresa.


Ese fue el sentimiento que sentí al verle ahora mismo de nuevo por la oficina.

Entro en el elevador después de sonreírle abiertamente al hombre con traje.

Con los pocos segundos que pude ver su rostro, sé que nada cambio en él, su cara de seriedad y sobre todo neutro se refleja en ella. Me pongo de espaldas a él, esperando que el elevador nos lleve a lo que parece nuestra planta.

-Buenos Días, señorita Abbas- su voz masculina resuena en mis odios, creando un pequeño escalofrío al escucharla en medio del silencio.

-Buenos días- le sonrió al ver que sus ojos están totalmente puestos en mí, no creo que sería bueno parar la conversación aquí, así que para evitar toda incomodad hago lo de siempre...- Y que le trae por aquí señor Fujiwara- por alguna razón, esta vez su apellido fue fácil de recordar.

-Tengo algunos negocios que hacer por aquí- se limita a decir sin quitar su postura masculina. Sus manos están metidas en sus bolsillos del traje, el mismo quien puedo ver detalles de lujo en él.

Bueno, efectivamente este hombre no es de conversar.

Sin saber que más decir, y evitando todo momento incómodo, me guardo las preguntas y termino volviendo a mi posición inicial dejándole una sonrisa como de costumbre.

El elevador por fin abre sus puertas, liberándonos a los dos de esta situación demasiado incómoda, salgo viendo mi reloj quien grita que llego más que tarde a gritos.

Avanzo dejando al hombre detrás, y sin esperar nada más ni mucho menos escuchar lo que dicen a mi alrededor, entro en mi oficina, haciendo mi trabajo rápidamente.

Como es de costumbre las persianas se abren mientras dejo mis cosas y retomo mis papales, el día de hoy será un día algo largo, pero el problema era que no tuve tiempo en echar un vistazo en las novedades de la oficina, lo que me preocupa que esté perdida durante la reunión.

Los papeles que supongo que utilizaremos acaban en mi mano, junto a mi teléfono, para salir sin más disparada hacia la reunión.

Me paro en la entrada para colocar mi cabello en su lugar y sobre todo recupero mi respiración como puedo.

Las voces de los socios se escuchan desde aquí detrás de la puerta, la reunión no parece haber empezado, solo intercambian frases de educación.

Abro la puerta de la sala de reuniones, llamando la atención de todos, pero gracias a Dios, no hay miradas de rareza ni mucho menos la de mi abuelo.

-Buenos días a todos- hablo sonriendo hacia los nuevos socios, quienes son impacientes a la hora de ponerse de pie y extenderme sus manos, de forma educada. No dudo en sonreírles y acepar su acción con todo gusto, no se ven pijos ni nada por el estilo, al revés, se ven con cara de tener ganas de estar aquí entre nosotros.

El Capo y su DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora