14. Ruinas

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El guardia quedó boquiabierto frente a la figura perfecta de Crystala. Detrás de la joven, en la litera, la robusta compañera de celda dormía hecha un ovillo.

Desde la penumbra, la dracónica lanzó su intento de sugestión:

—¿Qué dices? ¿Me tienes miedo? ¿Crees esas tonterías de que soy una dragona? Tal vez... lo sea. Tal vez... te devore. ¿No te gustaría que te devorara?

El guardia titubeó por un instante. Crystala se dio cuenta que tenía una coyuntura.

—¿Qué oportunidad tendría yo con mi delicado cuerpo, frente a tres corpulentos guardias armados? Estoy segura que me someterían al instante. —A medida que decía estas palabras, Crystala se iba acercando lentamente a la reja. —¿Me someterías?

En eso los otros dos soldados se acercaron a ver que estaba pasando.

—Incluso si mi compañera despertase, seríamos dos mujeres indefensas contra ustedes tres. —Continuó avanzando hasta llegar frente a frente al guardia. —Tengo demasiado tiempo encerrada aquí —dijo poniendo una cara de angustia. —Te necesito... te necesito dentro mío —le susurró a la cara.

Esta vez no titubeó. Tomó el manojo de llaves y buscó la de la reja de la dragona.

—¿Qué carajo crees que estás haciendo? —Dijo uno de sus compañeros, todavía con tres cartas en la mano.

—Detente Magir, no sabes qué podría ser capaz de hacernos —dijo el segundo compañero desde más atrás.

—Eso es justo lo que voy a averiguar —contestó Magir mientras abría el cerrojo.

En el instante en que se abrió la puerta, una figura salió rauda desde las sombras. Atrás de uno de los muros junto a la reja estaba escondida Alura. El guardia no tuvo tiempo de darse cuenta de que el el bulto que yacía en la litera, no era más que paja de la misma celda envuelta en las ropas de Crystala.

Mientras el puñetazo de la muchacha impactaba de lleno en la mejilla de Magir, la dracónica se sujetó de los hombros del guardia para saltar por encima de este. Una vez que estaba sobre su cabeza, apoyó ambos pies en la espalda del hombre y se impulsó hacia el segundo guardia en el momento en que este sacaba su espada. Con su brazo izquierdo, Crystala le plantó un codazo en plena cara, mientras con su mano derecha, en un sólo movimiento impresionantemente veloz, le agarró la espada a medio sacar y dando un giro sobre el pecho de su víctima, se colgó con ambas piernas de su cuello para continuar abanicando un espadazo al tercer guardia, en lo que sonaba un "crack" producto de la ruptura del cuello del segundo.

Para desdicha de la dragona, sólo logró rasguñarlo en el brazo. No obstante, una vez con los pies en el suelo, lanzó un segundo espadazo que esta vez fue bloqueado por el soldado.

Mientras tanto, Alura continuaba golpeando a Magir, quien pese a los puñetazos, logró apartar a la muchacha y la sentó en el suelo de un contragolpe en la cara.

—Estás muerta —sentenció el guardia con el sable en la mano.

El chocar de las espadadas de Crystala y su contrincante llenaba la mazmorra. El rostro de Alura reflejaba pánico. Era una joven fuerte y corpulenta, pero la llevaba difícil contra un soldado armado. Trató de incorporarse, pero sólo pudo arrastrarse hacia atrás antes de que el guardia le avanzara un mandoble. La muchacha desde el suelo, con todas sus fuerzas le pegó una patada con ambas piernas. Magir salió disparado hacia atrás, pero logró lacerarle la pierna izquierda.

Alura a duras penas pudo ponerse de pie, mientras un hilo de sangre bajaba de su muslo hasta el suelo.

El soldado se incorporó y con cara de furia embistió una estocada contra la reclusa. Alura logró esquivarlo y le pegó un mamporro en la nuca.

Crónicas de IrindellWhere stories live. Discover now