Capítulo Cinco

10 5 9
                                    

Salí apresuradamente del baño porque no podía soportar estar allí por mucho tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Salí apresuradamente del baño porque no podía soportar estar allí por mucho tiempo. Me desagradaba mirar mi reflejo, ver esa figura que compartía mi voz pero que ya no se parecía a mí. Al principio intenté soportarlo, pero la verdad es que he empeorado.

Tengo muy poca tolerancia hacia mí misma, por lo que evito las fotos y las fiestas. Solía anhelar salir y socializar con las personas, pero ahora solo deseo estar sola. Cada pequeño dolor se siente como si me estuvieran apuñalando.

Llegué a odiar tanto cada momento de mi vida que la idea de la oscuridad se volvió cada vez más tentadora. Dicen que aquellos que toman su propia vida son cobardes y buscan una salida rápida, sin darse cuenta de que dar ese paso requiere una fuerza sobrehumana.

Hace unos meses, intenté apagar los sentimientos, silenciar el ruido y dejar de sentirme una carga. Lo que descubrí es que no pude hacerlo. Me consideré demasiado cobarde para presionar el filo lo suficientemente profundo como para causar un daño real. Sin embargo, días después, entendí que estaba equivocada; quedarme en esta vida era la verdadera batalla.

He pensado en compartirlo con Kyle, pero me siento tan avergonzada que ni siquiera puedo mencionar su nombre. Mi mente no tiene problemas en pensarlo y repetirlo una y otra vez, incluso gritarlo, pero expresarlo en voz alta es algo que no puedo hacer.

Todos los días enfrentaba una nueva batalla, y la de hoy era con mi reflejo en el espejo. Tomando valor, me quité la bata y la dejé a un lado para vestirme. La figura que se reflejaba en el espejo ya no tenía las curvas saludables de antes; mi piel se estaba reduciendo al punto de que mis costillas comenzaban a marcarse. La vergüenza que sentía no solo provenía de mis pensamientos, sino de mi propio cuerpo.

La ansiedad se había convertido en un problema grave que se escapaba de mi control. Los episodios de vómitos y las náuseas eran solo el principio, ya que también sufría de dolores de cabeza e insomnio. En otras palabras, me sentía como una bomba de tiempo a punto de estallar.

Necesitaba ayuda, pero ¿cómo pedirla si ni siquiera mis propios padres podían entenderlo? No me escuchaban y, para empeorar las cosas, me menospreciaban.

—Gis, ¿quieres que...? —Sofía entró sin previo aviso, su mirada viajó por mi cuerpo, observándolo por primera vez.

Su expresión alegre se desvaneció por completo, revelando su sorpresa.

—Sofía —agarré mi bata de baño para cubrirme—. Vete.

Ella negó. —Gis, ¿qué...? —no sabía qué decirme o preguntarme.

Un atisbo de lágrimas se reflejaba en los ojos de mi hermana.

Cada paso que Sofía daba me hacía retroceder. Luchaba por mantenerme fuerte frente a ella. Se suponía que yo era su modelo a seguir, pero ahora me sentía como un intento fallido de mujer.

—Sofía, por favor, vete —mi voz tembló ligeramente.

Antes de que pudiera ordenarle que se fuera, sentí cómo sus brazos me rodearon y me arrastraron a un abrazo. Había pasado tanto tiempo desde que nos habíamos abrazado que ahora se sentía extraño, pero al mismo tiempo reconfortante.

Call MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora