4. No soy una niñera

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16 de octubre de 1995

Kaya Macklemoore

Dos días llevaba cuidando de los Merodeadores y ya quería matar a Sirius, bueno quería matarlo desde que apareció, pero nadie me dejaba. Rezaba para no encontrármelo solo porque era capaz de tirarlo por las escaleras.

Minnie nos había prohibido decirles algo sobre lo que les paso, así que eso hicimos, tampoco queríamos cambiar aún más las cosas. 

Dos días con ellos y eran un maldito desmadre, Harry intentó llevarse más con su padre sin decir mucho. Le hubiera gustado que su madre también estuviera, pero tenerlo a su padre también le hacía bastante ilusión. 

Pero lo mejor de todo es cuando los Merodeadores vieron a Snape.

Fue el mismo día que aparecieron, así que quisieron salir a dar una vuelta a pesar de que a Minnie eso no le parecía una buena idea, pero les dejó porque ella tenía que ir a hablar con Dumbledore sobre la situación.

—Kaya debes vigilarlos en lo que voy a hablar con Dumbledore —la miré y aunque quise negarme era algo que no podía hacer, así que solo me quedaba aceptarlo.

—¿Pero puedo desmayarlos si me tocan las narices o no me hacen caso? —ella sonrió y asintió antes de salir de la sala común sin esperar las negativas de los Merodeadores, porque sí, empezaron a quejarse demasiado, logrando que perdiera un poco la paciencia.

Me giré para enfrentarlos.

—¡Basta de lloriqueos! El primero que me colme la paciencia será desmayado y va por ti Sirius, porque eres el que seguro me colma la paciencia antes —él me miró mal.

—¿Tienes novio? Porque si no, eso explicaría demasiado —coloqué mis manos a cada lado de mi cintura viéndole de la peor manera posible.

Si las miradas mataran, él ya estaría seguramente muerto.

—Sigue así y me aseguraré de que estés desmayado hasta que os vayáis —él me sacó la lengua burlonamente y salió corriendo de la sala común.

Miré a los demás.

—¿Cómo lo aguantáis?

—James y Peter tienen el mismo nivel de estupidez que él, así que lastimosamente debo seguirles las estupideces —James y Peter miraron ofendidos a Remus y él se limitó a reír para salir de la sala común, al igual que yo.

La idea es que los cuatro estuvieran ahí y no salieran hasta que Minnie lo dijera, pero al final Sirius hizo lo que quiso.

Maldito perro.

Yo debía estar entrenando, ¿era hoy? Ya ni siquiera sabia, ser capitana era un trabajo tan duro, y lo bueno de todo es que no solo era buscadora al igual que Harry, sino que también era cazadora.

En fin, el caso es que ya le preguntaría a los gemelos, cuando claro, encontráramos a Sirius y lo desmayara para atarlo a una silla y dejarlo ahí hasta nuevo aviso.

Lo único que esperaba es que al menos ninguno de los profesores, concretamente Snape, lo viera. Prefería que se enteraran por Minnie y Dumbledore sinceramente.

A lo lejos vimos a Snape de espaldas y Sirius acercándose divertido hacia él.

Genial, lo que no quería que pasara, estaba pasando.

—¿Quejicus? —saqué mi varita, pero James me la quito, haciendo que le mirara demasiado mal, ¿quién era él para quitarme la varita?

—Dámela.

Wrong Time ||James Potter||Where stories live. Discover now