Capítulo X

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⚠️ Advertencia: Este capítulo contiene contenido sensible que puede resultar emocionalmente perturbador para algunos lectores. Aborda temas relacionados con situaciones de angustia emocional, relaciones conflictivas o experiencias difíciles. Se recomienda discreción al continuar la lectura y considerar su sensibilidad personal antes de proseguir. ⚠️

El repentino sonido de la llamada de su celular lo asustó, lo sacó de su bolsillo y, al ver el nombre de Parrish, supo que este ya había llegado.

—¿Está todo bien? —ninguna respuesta, solo el silencio—. ¿Parrish?

—Señor.

Un silencio aturdidor en medio de ambas líneas, un preocupado hombre por saber si su hijo se encontraba bien y del otro lado una persona que no sabía cómo darle la noticia a su jefe.

—¡Parrish, habla de una vez! —el grito de Noah se escuchó por toda la comisaría, alertando a todos los presentes.

El suspiro de Parrish fue lo que escuchó primero, antes de que las palabras salieran de la boca de éste de una vez por todas.

—Yo, tiene que calmarse —lo peor que le puedes decir a alguien que no se encuentra calmado.

—¡Parrish!

—Stiles...—silencio—. Stiles se tomó los frascos de sus medicamentos —otro silencio—. Él intentó suicidarse.

Noah al terminar de escuchar esas palabras se quedó hecho piedra, su teléfono celular se resbaló de sus manos y llegó a parar en el suelo para luego perder el conocimiento. Si no es porque estaba rodeado por algunos de los agentes que lograron sostenerlo antes de caer, el golpe hubiera sido fuerte.

Mientras tanto, Parrish que aún seguía en la llamada, gritaba el nombre de su jefe después de haberle dado la noticia que ningún padre quería escuchar.

Pasaron alrededor de unos cinco minutos en que Noah se encontraba desmayado, que apenas despertó lo primero que hizo fue tomar las llaves de su auto e ir directo a donde se encontraba Stiles. Tara, una de las oficiales con antigüedad de la estación no dudo ni un segundo en seguirlo y quitarle las llaves.

—Dame las llaves, Tara —exigió—. Tengo que ir por mi hijo.

—No puedes conducir de esa forma luego de haber despertado de un desmayo —se acomodo su chaqueta—. Yo lo llevaré, vamos.

En otra situación estaría negándose a que alguien más tocará su auto, pero no era cualquier situación, se trataba de su hijo por lo que no debía de perder el tiempo. Los dos se subieron al vehículo, no sin antes dejarles indicaciones a su segundo al mando. Noah notó que no estaban conduciendo hasta su casa.

—Cuando caíste en la inconsciencia, tomé tu teléfono y Parrish me dijo que estaban llevando a Stiles al hospital.

Al llegar al hospital divisó la patrulla de Parrish al lado de una de las ambulancias. No esperó a que su compañera saliera con él, enseguida se dirigió al interior del lugar y fue directo a la recepción.

—¿Dónde está mi hijo? —le gritó al recepcionista frente suyo—. Responde la pregunta, por el amor de Dios.

Todos en el pueblo se conocían entre todos, y cuando vieron entrar al único hijo del actual sheriff no pudieron evitar preocuparse por él, primero su esposa y años más tarde el niño en una situación parecida.

—Señor, no podré darle la información.

—No me voy a calmar, dime dónde carajos está mi hijo.

Una mujer se acercó al mostrador y tocó el brazo de Noah con delicadeza para no alterarlo más de lo que ya estaba.

—Noah, mírame —trató de hacerlo entrar en razón—. Escúchame, en este momento le están haciendo un lavado a Stiles.

¿Te avergüenzo? ~ SterekWhere stories live. Discover now