quince.

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Hyunjin sabía que Felix iba a golpearlo, así que se adelantó y lo empujó contra el suelo, gruñéndole juguetonamente para mantenerlo a raya, y el omega soltó un jadeo de disgusto, luchando para soltarse.

Pero Felix volvía a estar dominado por esa otra parte irracional, así que estaba un poco más débil, lo suficiente como para vencerlo en aquella jugada de mordidas.

—Debería ser tu último día —le dijo Hyunjin, acomodándose entre las piernas del menor—, y has estado arisco y gruñón, Lix.

Felix dejó salir ahora un gemido de placer cuando el alfa se adentró en su interior, arqueando su espalda mientras sus manos recién libres se deslizaron por la espalda del mayor, temblando por las sensaciones que le recorrieron.

El omega humedeció sus labios, jadeando, sintiendo los labios de Hyunjin en su cuello, chupando, besando, mordiendo...

Bueno, ¿cómo acabaron así?

Felix no podía recordarlo bien. Sólo sabía que cuando el peligro pasó, con Jeongin en sus brazos, lloriqueando para no soltarlo, de pronto quería vomitar y Hyunjin lo sostuvo para que no cayera al suelo. Antes de darse cuenta, estaba mareado, gruñéndole por el disgusto, el omega otra vez dominándolo, y necesitaba desesperadamente al alfa acariciándolo, besándolo, tomándolo.

Tuvieron que habilitar un cuarto de urgencia para que terminara su celo allí, y ahora Hyunjin estaba aprovechándose de él.

Tonto, tonto alfa...

Hyunjin le embistió y jadeó, con los labios del alfa sobre los suyos en uno de esos besos que tanto le gustaban: devoradores, húmedos, en una lucha por el control entre los dos.

Por otro lado, Hyunjin apenas cabía en sí por la felicidad que estaba sintiendo mientras movía sus caderas, empujando contra el ano de Felix salvajemente, oyendo los gemidos sonoros del omega a su oído, y sus dientes se deslizaron por su cuello, sintiendo escalofríos, en tanto lo sostenía de la cintura.

Tenerlo entre sus brazos, hecho un desastre, como lo tuvo tanto tiempo atrás, hacía que se sintiera feliz y completo, y lleno de una infinita alegría que hasta podría comenzar a cantar.

Bueno, quizás no tanto, pero la intención era lo que valía.

Mordió en su marca, su enlace vibrando, y casi podía sentir a su alfa moviendo la cola en su interior, dando vueltas por la emoción cuando comenzó a anudar en el interior del omega.

—Uh... uh... te... amo... —gimió Felix, corriéndose entre sus pechos. Temblaba por el orgasmo, con sus ojos llenos de lágrimas por las sensaciones placenteras que recorrían su cuerpo.

Hyunjin gruñó contra su cuello, satisfecho, y observó el rostro sudoroso y agotado de Felix. Antes de darse cuenta, comenzó a llenarle la cara de besos, causando que comenzara a protestar.

—¡Bas... ta...! —chilló Felix.

—Te amo —le murmuró Hyunjin entre besos—, te amo, te amo...

Y, aun así, esos te amo se sentían insuficientes para lo que verdaderamente sentía por el omega. Se sentían pequeños, no abarcables para los sentimientos que tenía por Felix, pero no sabía qué otra palabra usar para explicárselo mejor. Para decirle que él era una parte fundamental de su vida, de su cuerpo, de su alma, y Felix era como el oxígeno para él. Para poder estar bien.

Nunca se lo diría porque no quería hacerlo sentir culpable, porque deseaba ahogar todos esos años, pero estar alejado de Felix provocó que una parte suya estuviera muerta. Su alfa interior se sentía herido, destrozado, muerto, y cada día era un verdadero suplicio, un sufrimiento eterno, rogando para que acabara pronto y despertara con Felix a su lado.

yuanfen ୨ৎ hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora