34. Cena importante

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Christine

El día había empezado bien —demasiado bien—, mi desayuno fue llevado hasta mi cama, tenía algunos mensajes de los chicos y de mi hermana, pero el único que me intereso fue el de ella, que, aunque por ayer no habíamos hablado después del partido —y de esa pequeña discusión—, me mandó un mensaje de buenos días, y solo eso basto para que fuera un buen día.

—Tu casa en un caos —rodé mis ojos

—¿Damián piensa llegar?

—Dijo que vendría en un par de minutos —asentí

Los había citado para hablar sobre el problema de la calificación de Emilia, no podíamos dejar ese problema de lado.

Mire hacia la ventana, había varios trabajadores en el pateo de mi casa, mi madre estaba dándole ordenes de como montar la gran mesa para cena que propusieron mis abuelos.

—¿Has hablado con Emilia o te ha preguntado algo?

—¿Cómo qué? —pregunte, sin apartar la vista de mi ventana

—No lo sé, sobre que paso ayer o algo relacionado —negué—, a mi si me vas a decir ¿qué paso ayer?

Mire un punto fijo en mi habitación, recordando aquello.

Escuche unos golpes en la puerta, pronuncie un "pase", sin apartar la mirada de mi computadora.

—Si sigues insistiendo pensaremos que quieres hackear el sistema —aprete el bolígrafo ligeramente al escucharlo ahí

—¿Qué...? —aclaré mi garganta— ¿Qué haces aquí?

—Vine hablar con mi sobrina favorita, es todo —lo miré, me sonrió de la forma más retorcida que solo él puede hacerlo

—¿Qué quieres? —masculle

—La pregunta correcta es ¿qué quieres tú, Christine? —enarque una ceja— ¿porque tanta insistencia en Emilia Matthews?, ¿es tu novia formalmente? —desvié mi mirada a mi computadora—, creí que por fin llevarías un hombre a la casa —lo escuche reír—, pero así está mejor, nadie te merece

—¿Qué estás haciendo aquí? —repetí sin mirarlo

—Quiero saber que tanta es tu insistencia porque Emilia Matthews juegue —se cruzo de brazos—, no entiendo que le viste, aunque en realidad no entiendo todo en general

—Emilia es una gran jugadora de nuestro equipo, es la cabeza principal del equipo, por algo es la capitana, si no juega estamos perdidos —asintió sin mirarme

—Claro —soltó una risa irónica—, pensé que sería solamente porque le apasiona jugar, pero que tonto fui —negó sin mirarme—, tú solo te preocupas por los equipos, sin sentimientos de por medio

—Exacto

—Muy bien —me miro de reojo—, espero las otras chicas sepan jugar muy bien, porque Emilia no volverá a la cancha hasta que no mejore sus calificaciones o —se acerco a mi escritorio—, tal vez nunca vuelva

—¿Y perder a un miembro importante del equipo? —se encogió de hombros— esto es una estupidez —me levante de mi escritorio—, ambos sabemos que ella es un elemento muy importante en el equipo, no puedes hacer esto

—Si puedo y ya lo hice, Christine

Sus ojos cruzaron con los míos, eran el mismo color pero, a diferencia de mí, mis ojos azules no se miraban tan intimidantes, no como los suyos.

Un juego a la vezWhere stories live. Discover now