i chapter eighteen; scars

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Iris

LA NOCHE HABÍA CAÍDO, Y CON ESO, TODOS LOS MERODEADORES ESTÁBAMOS LLEGANDO A LA CASA DE LOS GRITOS.
Sirius y James iban pasos más adelante, mientras que Peter y yo charlábamos tras ellos.

Podía escuchar como la madera de la enorme mansión crujía en todas partes, haciendo rechinar las puertas y enviando escalofríos a mi cuerpo.

Remus había llegado mucho primero, por lo que ahora estaría convirtiéndose en un hombre lobo mientras nosotros llegábamos a su lado.

—Vigilaré con James.—dijo Peter, convirtiéndose en una rata muy pequeña.
James hizo lo mismo, creando un enorme ciervo.
Colagusano trepó por él hasta llegar a su lomo y así salir los dos hacia la entrada.

Miré a Sirius mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba tirada por algún lugar del suelo, después, dedicándome una sonrisa, se convirtió en un perro negro que aparentaba más ser un lobo.
Hice lo mismo, quedando como un zorro anaranjado y blanco.

Escuchamos la puerta en la que Remus se encontraba abrirse, por lo que no dudamos en subir con rapidez a ayudarle.

Frente a nosotros apareció un licántropo, con las cadenas que había empleado Lupin para atarse, completamente rotas y en pedazos por el suelo de la habitación.

Sirius se metió entre algún hueco para intentar arreglarlas, pero yo me quedé frente a él distrayéndole.

Intentaba morderme y arañarme pero no era capaz debido a las cadenas que unían sus dos garras para no atacar a nadie.

Le hice adentrarse en la habitación para dejarlo de nuevo allí, Sirius salió dejando, en principio, bien aseguradas las cadenas.
Los dos, cerramos de nuevo la puerta y nos convertimos en humanos de nuevo.
(Primer error.)

Me senté en el suelo contra la pared del otro lado, esperando que la noche pasara rápido y no tuviéramos ningún que otro percance.

Al ver la tranquilidad, Sirius decidió bajar para relevarse con James.
Para mí suerte-que se note el sarcasmo-, la puerta en la habitación de Remus se abrió y yo me levanté como si nada (estaba en mi forma humana), dispuesta a cerrarla de nuevo.
Cuando lo intenté, el licántropo apareció sin las cadenas en sus patas delanteras y sin ningún enganche que lo retuviera.
No me dió tiempo a moverme hacia atrás cuando sus garras se alzaron y cayeron con fuerza desgarrando toda la piel de mi cara, quedando tres rajas a lo largo de mi frente y mejilla izquierda, llegando hasta la punta de mi mandíbula; mientras que con un brazo hacía esas, con el otro arañó mi pecho y abdomen, rasgando mi ropa.

Seguramente el grito que pegué fue mucho más fuerte que el que él podía llegar a realizar.
Pero así fue.

En cuestión de segundos el desgarrador sonido que emití por mi boca, se vió capturado por James, que subía las escaleras con velocidad.
Me vió tirada en el suelo (como él me contó más adelante), siendo medio desangrada y casi sin conciencia.
Llamó a Sirius y Peter, ellos llegaron y me agarraron bajándome para llevarme a la enfermería, mientras Cornamenta volvía a encerrar a Remus Lupin en la casa de los gritos.

Hasta que llegaron a la enfermería, despertando a Madame Pomfrey a gritos.


[ . . . ]





Cuando Remus Lupin despertó en la enfermería lleno de cicatrices nuevas, un deja vù viajó por su mente, como si algo tenebroso hubiera sucedido la noche anterior.
En su lado derecho estaba Peter... Solo él. Extrañamente.
Colagusano dormía con la cabeza hacia atrás mientras un hilo de baba caía de su boca.

𝐈𝐑𝐈𝐒 | Remus J. Lupin¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora