Leah

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En el cumpleaños número 27 de Osvaldo le habían regalado un pequeño libro de psicología en forma de broma. Osvaldo sujetó con curiosidad el libro recién envuelto, sus manos temblaban ligeramente mientras deslizaba los dedos por el papel satinado. Al abrirlo, sus ojos se posaron en la portada: "Los Secretos de la Mente Humana: Un Viaje Profundo hacia la Psicología Moderna". Un destello de emoción iluminó su rostro, mientras imaginaba las infinitas posibilidades de comprender mejor el funcionamiento de la mente humana.

Con cada página que Osvaldo devoraba, las descripciones de los distintos síndromes resonaban con una claridad inquietante. Observó a sus amigos con una nueva lente, reconociendo los patrones de comportamiento y las tendencias emocionales que ahora parecían saltar de las páginas. Al mencionar casualmente algunos de los rasgos que había identificado, Samantha se crispó y le instó a guardar silencio con un tono de irritación apenas disimulada.

Osvaldo, sin inmutarse, la miró fijamente y dijo:—No pienso discutir con alguien que se niega a madurar y afrontar la verdad, Samantha.

Samantha miró a Osvaldo ofendida—Pinche mojón, ¿cómo te atreves a decirme tal cosa? ¿Eso no es verdad, ¿no, Félix?—dijo, mirando a su novio, quien le dio una mirada burlona—Ah, chinga, hoy duermes en el sofá por pendejo.

Félix negó rápidamente, abrazándola por detrás—No Samy, sabes que el sofá me hace doler la espalda—dijo. Samantha negó, intentando controlarse al sentir la respiración de Félix cerca de su cuello. Él se acercó aún más para susurrarle al oído—Ándale amor, prometo no decirte nada más.

Ari negó viendo la pequeña discusión de los novios fifas y rió, mientras se acercaba a ellos con dos boletos en la mano—Yo tengo dos entradas para la obra de 'Macbeth' en el teatro cerca de mi casa en aproximadamente tres horas, iba a ir con Juan pero como Oliver enfermó se las regalo. Si Rivers va y se sienta a ver la obra, nos daremos cuenta de que ya maduró—extendió su mano con los boletos hacia la pareja.

Samantha se los quitó rápidamente de la mano y, con una mirada desafiante, dijo:—Está bien, acepto el trato.

—Qué chido, Samy, ¿y con quién vas a ir?—dijo Félix, aún sin soltarla de su abrazo.

Samantha lo miró con la ceja alzada—Pues contigo, pendejo, ¿con quién más? Si nos quedamos dormidos en la obra, que nos culpen a los dos.

—Claro, y como el pendejo siempre se queda dormido, ¿lo llevas a él, no?—Samantha asintió con una sonrisa boba, a la cual Félix no se pudo resistir y le dio un pequeño beso en los labios.

Ama y Ari, que observaban discretamente la escena desde el sofá, intercambiaron una mirada emocionada al presenciar el inesperado gesto de cariño entre Samantha y Félix. Sus ojos brillaban con complicidad, mientras compartían un instante de complicidad silenciosa. Samantha, al darse cuenta de su mirada, sintió cómo el rubor subía a sus mejillas, volviéndose tan roja como un tomate. Intentó disimular su sonrojo, pero los chillidos de Ama y Ari lo empeoraban totalmente.

Félix notó el sonrojo persistente en las mejillas de Samantha y le susurró al oído con una sonrisa cómplice—¿Por qué no mejor nos arreglamos para la obra?—Samantha asintió tímidamente, manteniendo su rostro oculto entre las manos, incapaz de contener la vergüenza que la invadía.

Félix se dirigió a Ama y Ari—Nos vamos a ir al departamento a arreglarnos. Cuando termine la obra, volveremos—Las chicas asintieron con entusiasmo viendo a la pareja alejarse.

Al llegar al lugar de la obra, Samantha y Félix se encontraron con una larga fila de ancianos esperando pacientemente su turno.

Félix resopló con impaciencia y se quejó en voz baja—Ya llevamos diez minutos esperando, esto es interminable.

↳ one shots ༉‧₊ ❝[Riverduccion] ❞Where stories live. Discover now