capítulo 7: ¡Santo cielos!

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Dentro del auto de Marcos, puedo observar las calles de Manhattan, la noche aqui en New York es muy linda, en lo más profundo de mi corazón hay una pequeña satisfacción aunque mi rostro sea neutro en estos momentos.

Hemos llegado al lugar donde viviremos, esta vez mi rostro se vuelve expresivo, mi boca se abre en forma de "o" al ver lo grande que es el lugar.

— ¡Santo Dios! —exclama Angela con brillos en sus ojos —¡Que hermosura! —Angela brinca como niña pequeña y nos abraza fuerte.

El lugar es muy lindo, la casa es de tres pisos y tiene un jardín muy hermoso, la puerta del lugar es amplia; cumplió todas las expectativas que tenía acerca de nuestra casa soñada.

Al entrar a la casa, en mi rostro se formó una sonrisa aún más amplia, el espacio es grande y limpio; todo el lugar está pintado de blanco, la sala es una maravilla, el comedor es nuestro comedor soñado, santo Dios pero la cocina es la más linda, la verdad el lugar se siente muy relajante.

El momento de saltar ha llegado —gritaba mi conciencia—

Logro ver en la parte de atrás de la casa una hermosa piscina ¡Dios! Esto si que es una mansión.

Me encanta todo el lugar.

Todos estamos en silencio contemplando lo maravillosa que es la casa.

Subimos al segundo piso y esta vez mi cuerpo reacciona.

Salto como una niña pequeña y chillo de emoción.

Mi felicidad sube al máximo cuando entro en una de las habitaciones que está en el pasillo del segundo piso.

— ¡Dios que belleza! —digo hipnotizada observando la habitación.

La habitación tenía un color diferente al de toda la casa, era totalmente obvio que esa habitación sería la mía, es de color rosado pastel, Dios es una hermosura, y lo mejor no solo es eso, es que mi vista desde el precioso balcón se observa la gran cuidad.

Me acerco al balcón y es tan hermoso, observo toda la  habitación, hay un escritorio muy amplio, todo está a mi gusto.

—Angela, esta habitación será la mía ¿Si? —digo con ojos de corderito.

—Claro que si, nadie se puede resistir a tí con esos hermosos ojos —dice Angela con una sonrisa de complacencia.

— ¡Me encanta! —chillo con emoción.

Salimos de la habitación y observamos que hay cuatro habitaciones en el segundo piso y son muy grandes, cada una trae su cama y todo lo necesario en una habitación.

Nos dirigimos al tercer piso y esta vez si sentía que moría de emoción.

— ¡Santo cielos! —grito con entusiasmo, satisfacción y locura.

En el tercer piso se encontraban oficinas pero no me emocionaba tanto eso, me volvía loca ver la amplia biblioteca y los grandes escritorios ubicados en ese piso.

Mi boca se abre poco a poco en forma de "o" y mis manos empezaron a contemplar cada libro y cada rincón de ese lugar.

Voy a morir de tanta locura y emoción, sentía el cielo en mis manos al tocar cada libro.

—Esta biblioteca será solo para ti Stella, principalmente por eso elegimos esta casa —dice Marcos agarrado de la mano de mi hermana.

—Ustedes también tendrán acceso a este lugar, okey —digo con felicidad.

—Claro que no linda, cada habitación tiene su escritorio y acá tendremos nuestras oficinas y pues, como puedes ver los libros que están aquí son a tu gusto —dice Angela observando detalladamente el lugar.

—Muchas gracias a los dos —digo derramando unas cuantas lágrimas de felicidad.

Sinceramente el lugar es muy hermoso, en el tercer piso se encuentran cinco puertas, cuatro oficinas con sus escritorios y todo lo necesario y lo que mas me emociona: una amplia biblioteca.

Una oscuridad ciega Where stories live. Discover now