Capítulo 101: Planificación imprecisa

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ANGELA

Dustin me entregó dos mokas de menta helados en mi mesa habitual de su cafetería.

La cafetería estaba aún más ocupada de lo normal, con jóvenes que trabajaban a distancia en sus ordenadores portátiles y hipsters desbordados que debían de haber llegado desde Brooklyn.

—Gracias, Dustin.

Le di un beso antes de volver a dirigirme a Zoe.

—Bien, entonces... —empecé, repasando mis notas. Me había pasado el día anterior hojeando números atrasados de la revista Vague, recortando fotos y tratando de meterme en la mentalidad de la élite de la moda neoyorquina.

—Cada año eligen un tema para su Gala —expliqué—. Y el tema tiene que inspirar muchos looks diferentes. Es una fiesta de disfraces, después de todo.

Pasé a detallar la reunión. —La semana que viene tengo una reunión con el comité de la Gala en la que presentaré el tema que decidamos... y si es el que más les gusta, ¡el evento será nuestro!.

Tomé un sorbo de mi bebida de café. El moca de menta fue el primer café que tomé en la tienda de Dustin, y seguía siendo mi favorito.

Zoe sacó una carpeta de su bolso y abrió sus propias y extensas notas.

—Hice un montón de lluvia de ideas ayer —dijo—, y tengo una idea que creo que es realmente buena. El resto es ~beh.

Sonreí. —¡Oigámosla!

Zoe sacó una reproducción de una pintura griega y me la entregó.

Mostraba figuras de color marrón claro con togas y elaborados tocados sobre un fondo negro.

—Ese es Dionisio. —Señaló la figura envuelta en uvas, que llevaba en sus brazos una gran vasija de vino.

—Y ése —prosiguió, señalando a la otra figura, que estaba sentada y tocaba una pequeña arpa—, es Apolo.

La miré, esperando que me explicará de qué estaba hablando. Estaba inclinada sobre la mesa, claramente emocionada por explicar su plan.

—Así, ambos eran hijos de Zeus, pero Apolo era todo orden, lógica y pensamiento racional... mientras que Dionisio era el dios del caos y la danza, el vino y la emoción primigenia.

Fruncí el ceño, aún sin saber a dónde quería llegar con todo esto. Ella continuó, sin inmutarse.

—¿Qué te parece este tema? Caos y orden: Dionisio contra Apolo. Los invitados pueden elegir qué dios gobernará su aspecto durante la noche... y su comportamiento.

Sonrío diabólicamente.

No me convenció. Mi confusión debió de reflejarse en mi rostro, porque ella se apresuró a continuar: —Además, la gente podría jugar con la antigua Grecia para inspirarse. Todo el mundo ama a los griegos.

Quería dejarla tranquila. Su idea era ciertamente creativa, pero pensé que era demasiado.

—Es un tema muy chulo —empecé—, y tienes razón. A todo el mundo le gusta la antigua Grecia. Pero me preocupa que sea demasiado... complicado.

UNA PROPUESTA INMORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora