Hoy he llegado al instituto con media hora
de antelación y completamente paranoica.
Desde que he puesto un pie en clase, no
he dejado de observar cómo me miraban y
saludaban mis compañeros, como si a
todos les importase qué hago los días en
que no aparezco. Estoy desquiciada, la
verdad. Como cabía suponer, no sucede
nada. Todo es tediosamente normal e
incluso cuando llega Gabriele apenas lo
miran. Mientras se sienta, finjo hacer los
ejercicios de Matemáticas y nos saludamos
fugazmente, igual que habríamos hecho
hace una semana. Sin duda me he pasado.
La normalidad con que transcurre la
mañana es un calmante y me digo con
amargura que soy una cría, una paranoica.
Gabriele no me dirige la palabra y, como de
costumbre, aprovecha la hora del recreo
para salir a fumar. Puedo estar tranquila,
aunque en realidad no lo estoy en absoluto.
Todo lo que no está sucediendo me causa
una dolorosa decepción. Conque ésas
tenemos, me digo, lo intentó y, dado que
no salió como pretendía, se comporta de
nuevo como si nada. ¿Por qué entonces se
lo tomó tan a pecho aquella noche si de
verdad le importo un comino? Si no le
gusto, ¿por qué fue a la pizzería? ¿Qué
pasa, le doy pena?
De repente, mis temores ceden ante
una rabia sutil que disimulo centrándome
en la lección. «Todo ha terminado —me
digo—, pero lo intentamos.» Es la frase
preferida de Claudia, la que le oí decir un
sinfín de veces a mi madre cada vez que
ella le contaba el final de su última
relación. «Mejor así —pienso—, en el fondo
es lo que quería, ¿no? Muy bien, Gabriele,
me has leído el pensamiento.»
Cuando acaba la última hora, coge su
mochila del suelo y se marcha. Se despide
de mí con un susurro tan rápido y bajo que
en comparación la caída de una hoja seca
podría tildarse de estruendo. Le respondo
con un adiós que a buen seguro no oye, y
me voy a casa a celebrar mi cumpleaños.
Me alegra que Angela y Claudia vengan
hoy, al menos dejaré de pensar un rato en
nosotros.
Cuando entro en casa veo que las
amigas de mi madre todavía no han
llegado, así que me pongo a navegar por
internet y escucho el horóscopo de Paolo
Fox: «Hoy estaréis algo más nerviosos de
lo normal, corréis el riesgo de enfadaros
con vuestra pareja.» «¿Qué pareja?», me
pregunto.
A saber qué decía tu horóscopo el día
de tu muerte.
![](https://img.wattpad.com/cover/39394854-288-k159835.jpg)
YOU ARE READING
La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*
Teen FictionA sus 17 años, Alessandra ha vivido una de las experiencias más dolorosas: el cáncer se ha llevado a su madre y ahora se encuentra entre la aceptación de una pérdida insoportable y un agudo sentimiento de abandono. Al reincorporarse a la escuela, en...