3 de Diciembre

225 13 0
                                    

Hoy he llegado al instituto con media hora

de antelación y completamente paranoica.

Desde que he puesto un pie en clase, no

he dejado de observar cómo me miraban y

saludaban mis compañeros, como si a

todos les importase qué hago los días en

que no aparezco. Estoy desquiciada, la

verdad. Como cabía suponer, no sucede

nada. Todo es tediosamente normal e

incluso cuando llega Gabriele apenas lo

miran. Mientras se sienta, finjo hacer los

ejercicios de Matemáticas y nos saludamos

fugazmente, igual que habríamos hecho

hace una semana. Sin duda me he pasado.

La normalidad con que transcurre la

mañana es un calmante y me digo con

amargura que soy una cría, una paranoica.

Gabriele no me dirige la palabra y, como de

costumbre, aprovecha la hora del recreo

para salir a fumar. Puedo estar tranquila,

aunque en realidad no lo estoy en absoluto.

Todo lo que no está sucediendo me causa

una dolorosa decepción. Conque ésas

tenemos, me digo, lo intentó y, dado que

no salió como pretendía, se comporta de

nuevo como si nada. ¿Por qué entonces se

lo tomó tan a pecho aquella noche si de

verdad le importo un comino? Si no le

gusto, ¿por qué fue a la pizzería? ¿Qué

pasa, le doy pena?

De repente, mis temores ceden ante

una rabia sutil que disimulo centrándome

en la lección. «Todo ha terminado —me

digo—, pero lo intentamos.» Es la frase

preferida de Claudia, la que le oí decir un

sinfín de veces a mi madre cada vez que

ella le contaba el final de su última

relación. «Mejor así —pienso—, en el fondo

es lo que quería, ¿no? Muy bien, Gabriele,

me has leído el pensamiento.»

Cuando acaba la última hora, coge su

mochila del suelo y se marcha. Se despide

de mí con un susurro tan rápido y bajo que

en comparación la caída de una hoja seca

podría tildarse de estruendo. Le respondo

con un adiós que a buen seguro no oye, y

me voy a casa a celebrar mi cumpleaños.

Me alegra que Angela y Claudia vengan

hoy, al menos dejaré de pensar un rato en

nosotros.

Cuando entro en casa veo que las

amigas de mi madre todavía no han

llegado, así que me pongo a navegar por

internet y escucho el horóscopo de Paolo

Fox: «Hoy estaréis algo más nerviosos de

lo normal, corréis el riesgo de enfadaros

con vuestra pareja.» «¿Qué pareja?», me

pregunto.

A saber qué decía tu horóscopo el día

de tu muerte.

La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*Where stories live. Discover now