La semana pasada la vecina nos pidió su
segadora, que nos había prestado el
verano pasado y habíamos olvidado
devolvérsela. Por delicadeza, no había
venido aún a recuperarla e incluso cuando
se presentó en casa parecía temer
molestarnos. Cuando se marchó, mi abuela
y yo bajamos al garaje y empezamos a
buscarla. Mientras apartábamos todo lo
que habíamos acumulado con el tiempo, vi
que mi abuela alzaba una cubierta de
plástico y luego se inclinaba, a la vez que
se llevaba una mano a la boca. Pensé que
se encontraba mal o que estaba a punto de
llorar, así que me sorprendí cuando soltó
una carcajada. Intenté comprender el
motivo de su repentina alegría, pero
únicamente vi unas latas similares a las de
pintura y dos rollos de papel pintado.
-¿Qué pasa? -le pregunté sonriendo.
-Nada, una tontería -se limitó a
decir.
Luego me lo contó: cuando yo era muy
pequeña, a mi madre se le había metido en
la cabeza empapelar mi dormitorio sin
ayuda de nadie. Había comprado el
material necesario y un manual de esos
que te lo explican paso a paso. Al cabo de
dos días, mi abuela entró en mi cuarto y
vio que las paredes empezaban a pelarse,
que las tiras de papel se despegaban como
lenguas colgantes. Por si fuera poco,
mientras mi madre y ella presenciaban el
desastre, la asistenta, atraída por los
gritos de sorpresa y las protestas, entró
abriendo la puerta bruscamente, de
resultas de lo cual golpeó la mesa de
trabajo y la derribó. Por supuesto, encima
estaban las latas de cola todavía abiertas.
Mi madre, agotada y exasperada, arrancó
todo el empapelado en un santiamén,
mientras mis abuelos contemplaban
divertidos cómo saltaba y desgarraba las
tiras de papel. Mientras me lo contaba, a la
abuela se le saltaban las lágrimas de la
risa y de vez en cuando me decía
«Perdona, Ale, perdona», hasta que al final
concluyó: «Qué cosas pasan.» A
continuación se enjugó las lágrimas y no
añadió más, a pesar de que se la veía
serena, que el recuerdo no le había
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La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*
Teen FictionA sus 17 años, Alessandra ha vivido una de las experiencias más dolorosas: el cáncer se ha llevado a su madre y ahora se encuentra entre la aceptación de una pérdida insoportable y un agudo sentimiento de abandono. Al reincorporarse a la escuela, en...