050 | Real Life

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Jenna gimió sobre los labios de Liz cuando su espalda chocó contra la pared.

— No seas bruta. —se separó y la pelirroja se rió.

— Yo no te empujé.

— No hablo de eso.

Lizzie iba a decir algo más pero los labios sobre los suyos interrumpieron cualquier pensamiento. Intentaban regular la velocidad para no hacer todo de manera desesperada, las manos de Jenna levantaron su camiseta, haciendo a las dos chicas soltar un bufido por los segundos que se separaron aunque antes que la prenda caiga al suelo volvieron a unir sus labios.

Había descubierto su nueva adicción en ellos, una suavidad y una forma de encajar que no había encontrado en ningunos otros, su cuerpo que parecía encajar tan bien en sus manos y cada toque hacía estremecer a la pelirroja. Todo esto ya lo había vivido pero no de esta manera, Lizzie Connor era especial y no podía evitar sonreír cada vez que besaba su cuello.

No pensó que su noche terminaría en esto así que hasta ese momento Jenna no lamentaba haber elegido la ropa que tenía puesta pero ahora la larga falda blanca no parecía lo más cómodo cuando Lizzie comenzó a subirla, se sentía interminable.

Cuando por fin ya había logrado subirla hasta su cintura la pelirroja se arrodilló frente a la zona íntima de Jenna, con un movimiento pidió que pusiera la pierna sobre su hombro y eso hizo dándole mejor accesibilidad a Lizzie para que, luego de mover la tela, con su lengua pudiera darle lo que tanto necesitaba.

— L-liz. Suave. —pidió entre jadeos.

Con lentitud Lizzie pasó su lengua por los pliegues de la castaña para limpiar algunos fluidos que ya había provocado desde el concierto, su mano rodeando la pierna sobre su hombro mientras con las yemas de sus dedos daba caricias sobre la parte interna del muslo.

Maldiciendo por el tiempo que estaba tardando se iba a quejar pero al abrir su boca Lizzie besó con los labios húmedos su clitoris y en vez de palabras solo hubo un gemido sintiendo las mejillas arder.

A pesar de no verla pudo sentir los dientes de ella. La idiota estaba sonriendo.

— No sonrías, imbecil. —se quejó.

— Cariño, si solo te mojas de tenerme aquí claro que lo haré. —miró hacía arriba con los ojos clavados en Jenna que rodó sus ojos y formó una sonrisa casi incrédula.

La volvería loca.

— Cállate, bonita.

Lizzie no quitó su sonrisa y bajó su mirada para volver en lo que estaba, con su lengua comenzó a estimular el clitoris de Jenna, que quien evitando subirle el ego mordía su labio para que ningún gemido saliera aunque los jadeos eran inevitables. La mano de la castaña fue al cabello pelirrojo y lacio para enredar sus dedos en él y acercarla aún más a ella buscando hacer más presión, Lizzie clavaba los dedos en su muslo.

El nudo en su vientre le avisaba que estaba por acabar y la corriente eléctrica que recorría toda su espalda, sumado al impulso de querer cerrar sus piernas, su respiración comenzó a salir entre cortada y fue cuando separó a la chica entre sus piernas, tirando su pelo hacía atrás. Incluso se sintió débil.

— ¿No quieres correrte sobre mi boca, cariño? —preguntó con su cabeza levantada.

— No, bonita. —sacó su pierna y nunca había sentido el palpitar tan fuerte—. Todavía.

Lizzie seguía en el suelo pero ante sus palabras puso la misma sonrisa que el gato de Alicia en el país de las maravillas y se levantó, la más baja casi devora sus labios cuando la tuvo en frente, juntando aún más sus cuerpos y con manos desesperadas por la contraria, mientras iban de camino a la casa y dejando aún más ropa tirada en el suelo.

I can see you ; Jenna OrtegaWhere stories live. Discover now