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Era medio día y sus nervios estaban al máximo ¿La razón? Kim Youngjo estaba en la entrada del edificio esperando su llegada.

Hwanwoong se sentía como un completo puberto en su primera cita, ni siquiera sabía que era lo que le ponía así, no es como si algo fuera a pasar, solo saldrían y nada más , cierto?

Su madre se había marchado a primera hora de la mañana pues tenía pendientes que atender, no sin antes haber preparado un maravilloso desayuno y dejado su apartamento totalmente reluciente, "cosas de madres" pensó el chico.

Una vez estuvo frente a la puerta no pudo dar vuelta atrás pues ahí estaba el dentro de su auto, Hwanwoong pudo notar que tenía un peinado distinto lo cual lo hacía lucir bastante atractivo.

Dió unas respiraciones para tomar valor y por fin salió del edificio quedando frente a aquel auto negro que conocía a la perfección. El pelinegro no lo hizo esperar pues bajó velozmente a abrir la puerta del copiloto como todo un caballero.

—Luces precioso Hwannie— comentó con emoción

—Gracias pero debo recordarte que solo somos amigos y ese tipo de cumplidos están fuera de lugar- dijo con seriedad— Antes de ir a alguna parte, debemos de tener límites claros

— Eso lo entiendo y lo respeto

Aquella respuesta había sorprendido al menor, sabía que Youngjo siempre había sido así de comprensivo pero desde que habían pasado por su ruptura ese trato había acabado, al menos hasta ahora.

—Nada de besos robados, abrazos o tomarnos de la mano— advirtió— Ningún tipo de coqueteo y por sobre todo, no toleraré ni una sola pregunta sobre mi relación con Taemin, de igual manera no aceptaré ni una mínima muestra de celos

—Así será, me comprometo a portarme muy bien esta tarde

— Si es así entonces podemos irnos

Rápidamente el mayor encendió el auto para comenzar su camino.

Aquellos veinte minutos fueron eternos pues ninguno dijo ni una sola palabra, sin embargo hubo algo que llamó la atención del pelirubio y es que no había rastro de cigarrillos. Buscó con la mirada pero no encontró nada, incluso el aroma se había esfumado por completo.

Pronto sintió el auto detenerse, al ver aquel lugar no pudo contener su felicidad. Se trataba de una cafetería donde solía pasar tiempo con Youngjo cuando eran estudiantes.

Sus mejores recuerdos estaban ahí, como la vez en que el mayor lo sacó ebrio de un bar a las cuatro de la mañana y lo llevó a bajar la resaca en ese lugar. Aquel pensamiento causó gracia al chico, pues en verdad había cambiado.

En sus épocas de instituto se dedicó a causarle molestias a su padre, se hizo un chico rebelde qué salía a beber a diario sin mencionar el sin número de amoríos qué tuvo con chicas. Fue difícil para el aceptar el hecho de que tenia que estar ebrio para poder acostarse con mujeres, todo eso a manera de repeler su verdadera orientación sexual, gracias a Dios nunca recordaba nada de lo que había pasado a la mañana siguiente, pues sin duda se hubiera repudiado aún más a si mismo. Sin embargo desde que se aceptó, muchas cosas cambiaron para bien.

Ambos chicos entraron a aquel lugar dirigiéndose en automático a la misma mesa en la que solían sentarse todas y cada una de las veces que visitaban aquel lugar.

Para su sorpresa la dueña del lugar se acercó a tomar su orden, se trataba de la señora Jeon, una señora de la tercera edad bastante amable quien los conocía a la perfección pues eran clientes frecuentes.

—Miren a quien tenemos aquí — dijo con alegría— Tanto tiempo sin verlos! ¿A que debo el honor de su visita?

— Ya sabe, quisimos venir a pasar el rato— comentó Youngjo

Entre Óleos Y Melodías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora