III. Desquicio

36 9 5
                                    

¿Dijiste que estaba loca?
No has visto nada, cariño.
Estoy desquiciada.

Totalmente fuera de mí,
tambaleándome constantemente
entre la cordura y el caos.

Cordura, qué interesante palabra,
¿no es la cordura la razón
de —para muchos— la muerte voluntaria?

Una dosis de realidad no es lo que necesito,
y un par de pastillas no evitarán
este irremediable destino.

¿Creías que estaba loca, cariño?
No sabes nada.
No has visto nada.
No escuchas nada.

Carajo, jamás escuchas nada.
No te interesa entender nada.
Ya déjate de falacias,
me resulta vomitiva tu empatía falsa.
Los dos sabemos muy bien
que darte una vuelta por el manicomio
nunca te importó para nada.

Dices que mi locura me ha cegado,
pero, ¿te cuento algo?
Decirle loco a un loco
no hará que disminuya su locura,
y mucho menos te convierte en el héroe,
de una historia mal contada.

No me conmueve tu victimismo,
déjate de tanto dramatismo,
los dos sabíamos desde un inicio
que este intento desesperado de romance
terminaría en un trágico suicidio.

AMORE, DOLCE MORTEWhere stories live. Discover now