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—Eres un niño muy valiente, pequeño Jae

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—Eres un niño muy valiente, pequeño Jae.

Jungkook revolvió los cabellos del cachorro antes de despedirse de él y de su madre. Era el último niño del día, estiró su cuerpo y masajeó su cuello antes de volver a su escritorio y guardar sus pertenencias en su maletín.

Una sonrisa inconsciente decoró su rostro –de hecho estuvo todo el día así–, le era imposible no quitar a cierto omega que abarcaba todos sus pensamientos.

—¿Cuál es la razón de esa sonrisa? —Levantó la vista, dándose cuenta de quien se trataba el dueño de la voz—. Una muy radiante, por cierto.

SeokJin soltó una carcajada.

—¿Se te comió la lengua el gato? —preguntó con burla. Jungkook rodó los ojos.

—Hola, Jin.

—Que seco eres, con los niños eres tan dulce y a mí me tratas como trapo viejo —su voz en un tono dramático y una mano en su pecho.

—Viejo estás —murmuró para sí mismo. Recibió un manotazo en la cabeza.

—Estoy en mejores treinta.

Jungkook solo rió ante lo dicho por SeokJin. Sentía la mirada expectante sobre él, sabía que no se iría si no le decía porqué estaba tan sonriente. Y, si era sincero, no estaba seguro de hacerlo.

¿Cómo podría decirle que le gustaba un omega desde el primer día que lo vio? Se conocieron de una forma inusual, pero cuando su lobo lo vio empezó a aullar de felicidad y a correr por todos lados. Su sola presencia hacía que su corazón latiera rápidamente y que sus instintos estuvieran activos para protegerlo. Pero no sólo se trataba de Jimin, sino de su cachorro.

Estaba acostumbrado a tratar con niños, de eso se trataba su trabajo. Convertirse en pediatra lo llenaba de felicidad; sin embargo, el vacío de tener su propia familia estaba presente.

Minji era un cachorrito muy tierno, convivir con él hizo que su lobo lo acogiera como suyo y, aunque su parte humana aún no tenía el conocimiento de ello, su corazón podía sentir la calidez y amor que le transmitía el pequeño Park.

—¡Jungkook!

El grito de SeokJin hizo que saltará en su sitio, provocando una sonora carcajada del mayor.

—Hubieras visto tu cara —otra carcajada—. Fue tan gracioso.

—Casi me matas del susto, joder.

Más y más carcajadas se hicieron presente. Luego de unos minutos y unas cuantas lágrimas por parte de SeokJin después, se calmó.

—Ya me calmé, ahora sí cuéntame quién te trae así.

—¿Quién? —¿Tanto se notaba que se trataba de alguien? No había sido tan disimulado como creía.

Un leve sonrojo decoró su rostro.

—¡Ajá! —exclamó, señalándolo—. Tú solito te delataste.

Jungkook bajó la mirada para esconder su sonrisa avergonzada.

—¿Me dirás? Digo, no es como si tuvieras otra respuesta. Igual me lo tendrás que contar. ¿Quién es el desafortunado?

El alfa pasó una mano por su nuca antes de comenzar.

—Yo... ¿Recuerdas al cachorro que vino de emergencias por una infección respiratoria?

—¡Oh sí! Una chiquitito, con cachetitos gorditos y muy tierno. ¡Casi lloro cuando él lloraba! —dramatizó, muy común en él—. ¿Qué sucede con él?

—Su padre. Uhm... Creo que me gusta.

SeokJin abrió los ojos como platos, a punto de chillar feliz.

—Cuéntame más.

—En su estadía en el hospital, lo acompañé a él y a su cachorro en los paseos por el jardín hasta su salida.

—Ajá... Sigue, sigue.

—Con el pasar de las semanas creamos un vínculo de amistad y... anoche dormí en su hogar.

—¡¿QUÉ?! —El exagerado grito de SeokJin lo asustó de nuevo—. Lo siento, pero continúa.

—No es lo que haya por tu cabeza sucia —regañó—. Cenamos juntos y MinMin lloró para que yo me quedara y no pude negarme.

—¿MinMin?

—Minji, se llama Minji. Pero de cariño le llaman MinMin.

—Entonces... ¿Te gusta? —Jungkook asintió—. Aww Jungkook-ah, pareces un cachorro enamorado.

—No digas tonterías. Soy un adulto.

—Un adulto cachorro enamorado.

Jungkook bufó antes de salir de su consultorio, dejando a un SeokJin riéndose a carcajadas.

Minji coloreaba sus hojas con sus crayones mientras veía a su padre cocinar. Estaba haciendo nuevos dibujos, uno para Jungkook y otro para Jimin.

Sus trazos inestables y de colores muy vibrantes formaban muchos árboles, un sol sonriente y tres lobos. Cuando terminó su obra maestra, corrió hacia su padre para enseñarle.

—Papi.

Jimin secó sus manos y se agachó a la altura de su cachorro.

—MinMin, esto está precioso. ¿Quienes son?

—Papi —Señaló con su dedito a un lobo de color rosa—. Junkoo —un lobo de color anaranjado—. MinMin —un lobito amarillo—. Familia, papi.

Jimin rió enternecido. Abrazó a su hijo y le dio un pequeño beso en la punta de la nariz.

—Dibujito ahí —dijo Minji, apuntando hacia el refrigerador.

—¿Quieres ponerlo tú mismo?

—¡Sí!

El omega tomó a su hijo entre sus brazos y lo llevó lo suficientemente cerca para que tomara los imanes de estrellas y pegara su dibujo en medio del refrigerador.

—¡Bonito!

—Muy bonito, MinMin.

Jimin no podía explicar lo feliz que se sentía y todos los sentimientos que le provocaba ver lo que había hecho su cachorro. Muy dentro de él sentía que no debería permitir que su hijo se encariñara tanto con el alfa, pero se le hacía tan imposible no confiar en él.

Jungkook se sentía como un manto que lo envolvía de seguridad y calidez.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Nov 03, 2023 ⏰

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