Capítulo 2

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"¿Volverán a la Base Norte?"




An Zhe caminó por mucho tiempo.

Muchos días y noches después, la distancia que había recorrido en el mapa era apenas del ancho de la uña del dedo meñique de un humano, mientras que la distancia que le faltaba para llegar a la Base Norte era del tamaño de un dedo entero. Sin ningún medio de transporte humano, no tenía idea de cuánto tiempo le tomaría llegar hasta allí.

Finalmente, notó que el olor húmedo y lúgubre se desvanecía y sintió que el suelo bajo sus pies se volvía más firme.

Esa tardecita, el sol se hundió tras la lejana cadena ininterrumpida de montañas negras como un ojo carmesí que parpadea. Su luz desapareció gradualmente, y mientras el crepúsculo y la aurora se elevaban juntos, An Zhe se esforzó por distinguir las escrituras y símbolos en el mapa.

El río seco que acababa de cruzar marcaba una frontera del "Abismo", y más allá de esta frontera se encontraba un lugar llamado "Segunda Llanura". La Segunda Llanura tenía un nivel de peligro de tres estrellas y un nivel de contaminación de dos estrellas, y era el hogar de grandes monstruos de clase artrópoda y animales de clase roedora. La tierra estaba dominada por arbustos comunes en lugar de hongos.

Efectivamente, el terreno irregular del Abismo, las fosas más comunes y las enmarañadas sombras de árboles enormes que aparecían a altas horas de la noche habían desaparecido. Uno podría contemplar la vista de este lugar con una sola mirada: un crepúsculo plano y sin límites.

Sin embargo, An Zhe se sentía inquieto.

El aire seco de la Segunda Llanura no parecía propicio para la supervivencia de los hongos, y él no pudo encontrar tierra de la cual pudiera absorber nutrientes, así que solo podía recuperar su fuerza a través de métodos humanos, como dormir.

Caminó durante un rato más antes de encontrar finalmente una pendiente poco profunda en el suelo, donde crecía un escaso y bajo pastizal verde amarillento. Se sentó con los brazos alrededor de sus rodillas y se acurrucó en una postura adecuada.

Un hongo suele pasar la mayor parte de su vida durmiendo, pero esta era la primera vez que An Zhe se dormía en una postura humana.

El sueño de un hongo implicaba quedarse tranquilo en un solo lugar y esperar a que pasara el tiempo, pero parecía que el sueño humano era diferente. No mucho después de cerrar sus ojos, una infinita oscuridad surgió como la marea, y el cuerpo de An Zhe se volvió ligero.

O, en otras palabras, parecía que estaba perdiendo su cuerpo poco a poco.

En algún punto, el silbido del viento llegó a sus oídos. Era el sonido del viento en la naturaleza, que solía ser su favorito.

Pero ahora esos sonidos ya no tenían sentido, pues había perdido su espora cuando se revolcaba en una zona de la naturaleza que le gustaba. Se escuchaban algunas voces humanas entre el viento. No podía recordar muy bien aquellas sílabas, solo recordaba una ínfima parte de ellas. Incluso convertidas en lenguaje humano, eran frases fragmentadas que no podía unir.

—Es muy... extraño, muy...

—¿...Cómo es?

—Toma... muestras... este lugar.

En el siguiente instante, un dolor indescriptible irradió por cada rincón de su cuerpo. La sensación era sutil pero profundamente penetrante. Un vacío se abrió en su conciencia, incapaz de llenarse nunca más, y en ese momento supo que había perdido lo más importante para él.

Pequeño HongoWhere stories live. Discover now