CAPÍTULO 11

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Nada más sonar la campana de la iglesia de las diez en punto mamá entró a mi habitación a despertarme.

Yo aún quería seguir durmiendo bajo esa cálida y confortable sábana. Además de que aún seguía teniendo miedo. Sólo quería despertar para que me dijeran que todo lo sucedido fue una broma, pero eso no iba a ocurrir.

Mamá recorrió mi habitación y levantó las persianas para que entrara la luz, los rayos de sol directamente enfocaron mi cara.

— No... aún quiero dormir.— me quejé y me tapé la cara con la sábana.

— Vamos, despierta.— mamá estiró de la sábana y yo tuve que hacer resistencia para que no me la quitara.

Intentó hacerme cosquillas, mover la cama, lanzarme los peluches de la estantería, nada de nada funcionó. Me negaba a levantarme.

Al final mamá se rindió y pensé que ya se había ido de mi habitación por el silencio. Por el contrario, cuando asomé un poquito la cabeza a fuera de la sábana la vi ahí de pie en el marco de la puerta.

— Celia, voy a salir de casa.— se empezó a enfadar — Tea a salido con sus amigos y yo no quiero dejarte sola en casa con Miguel.

Di un brinco para ponerme de pie de inmediato, la idea me hizo horrorizarme.

Mamá me dijo que me esperaba en la cocina y salió de mi cuarto para dejar cambiarme el pijama.

Vi la chaqueta de Diego colgado en la silla y me la puse, con esta prenda de él me sentía protegida, adquirió este valor.

Bajé las escaleras, estaba tan vacía y silenciosa la casa, muy diferente a como estaba ayer por la noche.

Crucé por el pasillo y vi a papá durmiendo en el sofá, aún seguía en la misma posición que lo dejó el padre de Noa ayer cuando vino a ayudarnos.

Llegué a la cocina y mamá ya me estaba esperando con el desayuno hecho, el suyo estaba medio sin acabar de comer. Había un vaso de leche con polvo de chocolate y una napolitana de crema con nueces.

— Que aproveche.— me senté a su lado y nos acompañamos las dos.

Nadie dijo nada, la casa ya no era el hogar cómodo para ninguna de las tres.

Terminé de comer y ayudé a limpiar los platos mientras ella subía a su habitación de matrimonio a no sé qué hacer.

Bajó al rato con su bolso y supongo que dinero que estaba escondido en su dormitorio.

Salimos de casa y yo la seguí en silencio a lo largo del trayecto hasta que entremos en una tienda que vendía camisetas de hombre.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunté.

— Comprar una camisa.

Eso ya lo sabía y adrede estaba intentando esquivar mis preguntas, se me hacía sospechoso.

— ¿Piensas regalarle una camisa a papá para volver a llevaros bien?— intenté adivinar.

— Claro que no.— se rió mamá — Es para Cris, él nos ayudó.

Llegué a un punto de desconfianza, mamá pronunciaba su nombre con total normalidad y como si fuese su amigo del alma. Además, varias noches seguidas estábamos comiendo pollo CFK.

No estaba de acuerdo en que le regalase algo,era el padre de Noa. Sí que estaba agradecida cuando nos salvó, pero fue porque el hombre pasaba a entregar el pedido, no porque corrió desde su casa a salvarnos.

Mamá eligió una camisa azul bastante cara y la pagó con su propia tarjeta.

La miré desconfiada, hasta se sabía la talla que tenía que comprar para el hombre.

Dejemos la tienda atrás y la acompañé disgustadamente al local de comidas fritas.

— Hola Irene.— asomó por la puerta el dueño — Qué sorpresa Celia, tú también has venido.

— Hola Cris.— mamá se acercó a saludarle.

Yo seguí quieta plantada como un árbol en la entrada. Mamá me lanzó una mirada para que me acercara, no la hice caso.

— Celia, ¿has venido porque mi hija te llamó no? — negué con la cabeza — Pues ella tenía algo que darte.

Una paliza supongo.

Alguien pasó al lado mío ignorándome, tras adentrarse unos pasos en el local se volteó a verme y Noa se quedó mirandome.

— Cariño, atiende a tu querida amiga.— le pidió su padre mientras le indicaba a mamá a entrar al almacén para hablar en privado y recibir el regalo que yo no estaba de acuerdo.

La niña tomboy me miró de malas ganas y luego salió de la tienda de su padre para que la siguiera a fuera.

Como iba detrás de ella, cuando una ráfaga de viento alzó su callera negra vi que tenía un arañazo super profundo en el cuello. Deduje que bajo esa amplia sudadera escondía varios moratones.

—¿Qué miras tanto?— me pilló.

— N-nad-da. — balbuceé.

Ojeó mi cuerpo y se detuvo al ver que llevaba la chaqueta de mi novio, seguramente que estaba celosa, más segura no podía estar.

—¿Tenías algo que decirme?— intenté que dejase de mirarme tan mal.

No me respondió, simplemente sacó mi móvil de su bolsillo y me lo tendió. Me quedé sorprendida.

— ¿Tú novio me lo ha querido devolver?— seguía muy sorprendida.

Su actitud cambió radicalmente a una persona enfadada cuando antes estaba calmada.

— Sólo a una gilipollas se le ocurre seguir a mi novio por las noches, que te quede claro que es mío.— se dio la vuelta para regresar a ayudar con el trabajo de su padre.

— Espera.— la retení de inmediato sujetándola de la muñeca.

Su respuesta inmediata fue un quejido, mis dudas eran ciertas.

— ¿Por qué tienes tantos moratones?— me preocupé — ¿Estás bien?

Creí verla abrir la boca para explicarme lo que le sucedía, pero finalmente con un movimiento brusco agitó su brazo deshaciéndose de mi agarre.

— Estoy perfectamente bien.

Me empujó hacia atrás y desapareció por la puerta de la cocina.

Mamá tardó un rato en salir del almacén y al final regresamos tarde a casa.

Por la tarde alrededor de las siete salí con Laura al parque. Al parecer tenía chisme que contarme y prefería hacerlo en persona.

—¿Sobre quién es?— estaba muy intrigada.

— Buah, ocurrió ayer por la noche.— Laura estaba muy entusiasmada, en cambio yo, se me revolvió el estómago nada más recordarlo — Obviamente que iba a ser sobre Noa.

— La he visto de nuevo con heridas y moratones.

— Eso ya lo sé,es obvio.— se rió de lo intenso que era lo que tenía que contarme — Tú calla y escucha.

Me senté en un banco enfrente suya y abrí los ojos como platos.

— Ayer por la noche Noa invitó a Paula su amiga a su casa y se liaron.

— Pero...— quedé atónita — ¿Esta se lía con todo el mundo o qué?

— Espérate que ahora viene lo fuerte.— me hizo callar — Sebastián se puso celoso y se fue a buscar al novio de Noa, que por eso ocurrió lo que me contaste. Y esta mañana pues Sebastián se pegó con Noa por liarse con su novia.

— Yo creo que la familia de Noa no tiene ni idea de todo lo que hace su hija.— hice una pausa para tomar agua — ¿Y cómo lo sabes?

— Tengo muchos contactos y el chisme vuela rápido.— Laura sonrió con orgullo.

Me reí.

Me acompañó pronto a casa porque me daba miedo el oscurecer de la noche.

ÁNGEL DEMONIOWhere stories live. Discover now