CAPITULO 2

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Gulf necesitaba un objeto contundente, una bebida o examinar su cabeza. Quizás los tres. Estaba loco por meterse en la camioneta de Mew, pero maldita sea, no podía sacarse de la cabeza esa imagen del cadáver de Mitch, y con un alimentador cerca, no iba a arriesgarse.

—Necesitas decirme qué sucedió. —Le dijo Mew.

Estaba cansado, sucio y asustado, así que simplemente se rindió. Le explicó a Mew lo que había sucedido donde Mitch. —Pero si era un alimentador, ¿por qué había tanta sangre? Por lo que he visto y me han dicho, drenan a sus víctimas.

—¿Fuiste allí a comprar drogas? —Gruñó Mew.

Lo miró, incrédulo. —Después de todo lo que acabo de decirte, después de lo que acabamos de atravesar en ese patio trasero, ¿es en eso en lo que te has quedado atascado?

—Estoy atascado en muchas cosas. —Mew se encorvó en su asiento, su mano izquierda sobre el volante y su brazo derecho colgando del respaldo del asiento de él. —Pero eso es extraño. Tienes razón. Si un alimentador atacó a tu distribuidor, ¿por qué había tanta sangre?

—No tienes que ponerlo así. —Espetó. —Mitch también era un amigo. Puedes decir amigo.

—Pude haber pensado que su muerte, tuvo algo que ver con su elección de carrera, pero dijiste que le habían arrancado la garganta—Continuó Mew, ignorando por completo su afirmación sobre Mitch. —Pero sabemos poco sobre estas criaturas. Lo que me preocupa, es que se hayan mudado de las montañas a la ciudad.

Eso también le preocupaba. No conocía a nadie en Howling Cavern, y solo a un puñado de personas en Ridge, pero nadie merecía morir como lo hizo Mitch, si es que fueron alimentadores los que lo hicieron. Por otra parte, conocía a algunos imbéciles de mierda que podrían haber matado a Mitch de esa manera, pero eso no explicaba el desagradable olor en la casa.

Tal vez el olor había sido el cuerpo en descomposición de Mitch. No tenía idea de qué pensar. El brazo de Jesse se deslizó de detrás de él y aterrizó sobre su rodilla. Apartó su mano. Oh, él estaba atraído por Mew, de acuerdo. ¿Quién no lo estaría? El tipo estaba extremadamente bueno y, a juzgar por las conversaciones telefónicas que habían tenido, divertido y afectuoso. Pero todo lo del embarazo lo asustaba. Si no fuera por ese hecho, ya habría dejado que Mew lo follara.

Mew Callahan era el epítome de la especie masculina: viril, apuesto como el infierno, magro con músculos, y maldita sea, también olía bien. Tenía unos bonitos ojos azules, una barba recortada en la mandíbula, y debía medir por lo menos seis pies con cuatro o cinco pulgadas.

No le importaría verse envuelto en ese cuerpo sexy. A su polla no le importaría tampoco. Palpitó, cuando se obligó a mirar por la ventana y respiró profundamente para calmar sus furiosas hormonas.

Nunca había pasado tanto tiempo sin acostarse, y el celibato forzado lo estaba matando. Masturbarse servía hasta cierto punto. Sus orgasmos ya ni siquiera eran gratificantes. Mew olisqueó el aire, y sus ojos se encontraron. Los ojos azules de Mew se oscurecieron, cuando apareció una sonrisa de complicidad.

Bailey le había dicho que los shifters podían oler los estados de ánimo de su pareja. ¿Mew podría oler su excitación?

—Mantén los ojos en la carretera—Le espetó. Este no era el mismo camino que habían tomado cuando, lo habían llevado donde los Risings, aunque las carreteras se ramificaban en diferentes direcciones, al igual que lo habían hecho en el camino hacia los osos.

—Podría conducir este camino, con los ojos cerrados. —Afirmó Mew. —No tienes nada de qué temer.

—Excepto tu mordida.

LOBOS 1Where stories live. Discover now