36. Caída

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"El dolor no es tan fuerte como la culpa, pero se lleva más de ti."

 -Veronica Roth

Dos niñas jugaban en el jardín trasero de una casa

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Dos niñas jugaban en el jardín trasero de una casa. Recorrían el césped recién cortado, dando vueltas en círculos al rededor de unos rosales que se enredaban por dos pilares unidos a modo de arco.

¡A comer! —La voz dulce de una señora no muy mayor las hizo bufar, caminando hacía la puerta que daba a la cocina, de la que salía un tenue olor a pollo asado con patatas, su comida favorita. Al traspasar el umbral todo quedó sumido en la más absoluta oscuridad. Retrocedió presa del pánico en ese lugar donde sólo existía la negrura y en el que su vista no podía enfocar nada. Estaba sola.

Verjas, olor a sangre mezclado con gasolina. Madera ennegrecida y llamas consumiendo todo a su alrededor. Intentó gritar, pero no pudo. El humo era demasiado denso y se filtraba a través de sus pulmones mientras sólo conseguía toser. Entonces lo comprendió todo. No había salida. El peso de las vigas aplastaban su pequeño cuerpo, los ojos le escocían y la vista se le nublaba.

Era su fin.

Se dejó ir mientras una parte de ella lo agradecía. Por fin podría salir de aquella cabaña de la que tantos meses fue prisionera.

Por fin era.... libre.

Pero el fuego nunca caló su cuerpo. Y al retomar la conciencia sólo pudo ver unos ojos azules mientras la calidez de sus brazos la alejaban del lugar.

Un golpe seco. Sangre. Todo negro, otra vez. Mirada oceánica petrificada, sin vida. Ojos azabaches llenos de cólera, corriendo detrás de ella mientras sus piernas temblorosas amenazaban con tropezar, junto a una garganta que pretendía gritar pero de la que no salía ruido alguno. Prefería ser devorada por las llamas que dejar que la persona de la que estuvo enamorada le arrebatara la poca vida que le quedaba ya. No se lo iba a llevar todo. Esta vez no.

Retrovisor roto. Pájaros negros sobrevolando sus cabezas en círculos. Un golpe seco y una sensación irreal de paz. Ataraxia inexistente que nunca traería calma en un mundo que ya solo le dolía.

Ahogo un grito cuando me levanto, desgarrando mis cuerdas vocales y empapada en sudor. Agarro entre mis manos las sábanas con fuerza, haciéndome un ovillo en el proceso.

—Solo es un sueño. —Me repito una y otra vez mirando la hora.

 Las seis de la mañana. En apenas media hora sonaría el despertador,  por lo que opto en levantarme de la cama a duras penas, levantando la persiana para que los escasos destellos del alba alumbren mi sombrío cuarto.

Me calzo mis zapatillas de andar por casa, las de pelito, y me dirijo hacía el baño, donde dejo que el agua corra en la bañera para poder darme un baño. Necesito relajarme y esta es la forma más efectiva. Agua caliente, música de fondo, unas cuantas velas perfumadas y mi queridísimo gel de coco para embriagar mi ser.

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Where stories live. Discover now