S Á B A D O

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El día del baile escolar había llegado, y Steve no estaba cómodo con la idea de asistir, más bien, no estaba cómodo con la idea de continuar fingiendo. Y aunque sabe que es una pésima decisión, terminaría con Peggy luego del baile.

Total, sus padres y ella se irían luego de vacaciones a California y no tendrían que verse durante el verano.

¿Es un cobarde por hacerlo cuando sabe eso?, sí ¿Quiere afrontar la situación de otra forma?, para nada.

—Hey, tu celular no para de sonar, Steve.

Bucky entró a su habitación, sentándose en su cama luego de entregarle el dispositivo.

—Ah, gracias Buck.

Murmuró tomando el celular entre sus manos, algo temeroso de ver los mensajes de su novia.

—¿Todo bien, punk?

Preguntó el chico que lo miraba atentamente por el reflejo del espejo.

Steve hizo una mueca, sin ver el celular y se acomodó la corbata roja en su cuello.

—Sí. —Respondió sin mirar a su amigo, sólo estaba con su vista perdida en su reflejo. —No te preocupes.

—Te siento algo distante, ¿seguro no pasa nada?

Steve se dio la vuelta para mirar a su amigo, sin pensar demasiado porque necesitaba decírselo a alguien.

—Voy a terminar con Peggy.

—¿Qué?

Bucky se sorprendió tanto que incluso se levantó de la cama.

—Me gusta un chico, Bucky.

—¡¿Qué?!

[...]

Ocho de la noche, todos los alumnos entraban junto a sus parejas o amigos al gimnasio del instituto. Todos utilizando sus mejores ropas, trajes y accesorios.

Steve iba junto a Bucky y Sam. Los últimos conversaban felices mientras Steve se mantenía en silencio. Estaba nervioso, muy nervioso.

—Steve.

Escuchó a su espalda, así que volteó, improvisando una sonrisa.

—Hola, Peg. —Sus amigos la saludaron de vuelta pero se alejaron enseguida con la excusa de ir a buscar vasos. —¿Ya tienes los resultados?

Peggy era del comité estudiantil, y era la encargada de la organización del baile. Es por ese motivo que ambos no habían llegado juntos.

—Gracias por decirme que me veo hermosa, Steve. —Dijo Margaret con algo de gracia. Para Steve, fue una patada en el estómago, joder, no lo había notado. —Pero, sí. Los tengo.

Ella sonrió, el rubio se acercó y por el contrario que ella esperaba, sólo le dio un beso en la frente.

—Genial.

—Claro...

Respondió Peggy, sintiendo algo extraño en su novio desde ese momento.

Entraron al gran gimnasio, dejando de hablar por la fuerte música y las luces.

[...]

—Iré por más bebidas.

Dijo el rubio, separándose de su -aún- novia para irse a la mesa donde estaban las bebidas.

Se estaba sofocando y fingir lo estaba matando, además, tampoco había visto a Tony, pero sí el mensaje que el castaño le había dejado diciendo que no asistiría al baile porque no le importaba.

Steve sólo le pidió que por favor fuera, no lo pensó, sólo escribió el mensaje y ahora le daba vergüenza abrir la respuesta, así que simplemente lo ignoró.

—¿Sabes?, es un baile demasiado aburrido si sólo sirves jugo.

El rubio levantó la mirada, sonriendo sin poder evitarlo. Tony estaba frente a él, con un traje... rojo. Se veía divino y llamativo.

—Tony, viniste.

—Por supuesto, ¿quién le daría sazón a la fiesta si no? —El castaño puso una sonrisa maliciosa, abriendo su chaqueta del traje, sacando una cantimplora que olía a alcohol a kilómetros. —Linda corbata, combina con mi traje. Y te ves divino.

Steve sintió sus mejillas rojas, y apretó suavemente el vaso que estaba sosteniendo.

—Tu... tú también, Tony.

El castaño asintió, dándole un golpe en el pecho con suavidad.

—Siempre lo hago.

El rubio soltó una suave risa, mirándolo con devoción.

—¿Quieres bailar?—Preguntó Tony luego, mordiendo sus labios en un acto de nerviosismo, sirviéndose del jugo con -ahora- vodka.—Le encargué donas a la chica del comité estudiantil y como soy el mejor del instituto me lo concedió.

El castaño desvió el tema luego porque no obtuvo respuesta inmediata y eso le causó estragos.

—Claro.— Steve ignoró el hecho de que haya mencionado a Peggy. —Bailemos.

[...]

El baile estaba a horas de terminar, un noche divertidísima para Steve y Tony, pero un desastre para Peggy, quien los miraba bailar desde una esquina.

Steve estaba tan feliz con el castaño, nunca lo había visto así ni en sus mejores momentos.

Y ella estuvo sola toda la noche, observando a Anthony Stark utilizar un llamativo traje rojo, porque según Steve, ese color lo era, pero si él lo usaba parecía no importarle.

Tiró el vaso que estaba en su mano y se acercó a ellos con calma.

Una semana con Tony - [Stony]Onde histórias criam vida. Descubra agora