Capítulo 116. Un beso robado.

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-Y..¿Bien, Laura? Me muero porque compartas conmigo la información que tienes. 

-Lo sé. Prepárate para lo que te voy a soltar ahora, Laila. Se han puesto en contacto conmigo desde Madrid…Y en unos días me lo van a confirmar, pero me han preguntado si tú expondrías tus cuadros en Francia, Italia o…

-¿O?-Laila comenzó a agitarse irremediablemente. 

-O Nueva York…Laila, lo has conseguido, tu sueño se va a hacer realidad…-La galerista se alegró mucho por todo lo que estaba por llegarle a la joven, además ella era su representante y si Laila terminaba triunfado en el arte, ella tendría mucho que ver en dicho triunfo. 

-¿Qué? ¡No puede ser!¿En serio?¿No estás bromeando? Mira que con ésto no se juega…-Le contestó Laila levantándose de la silla muy nerviosa. Laura aprovechó para acercarse a ella, tranquilizarla y de paso abrazarla. 

-Laila, soy tu representante, ¿Tú crees que bromearía con esta información?¡Tenemos que celebrarlo!

Laila se dejó abrazar por la otra mujer. No entraba en sí de gozo y de felicidad. No se lo podía creer. Aunque creía en sus posibilidades, el exponer en Nueva York eran palabras mayores, y por fin cabía la posibilidad de llegar a hacerlo, por lo que haría su sueño realidad. Desde luego que Laura le había dado la mejor noticia que le podía dar y cuando se lo dijera a sus alumnos, a Isabel y a doña Pilar, estaba segurísima que se alegrarían mucho por ella. 

Laura, aprovechando la euforia del momento de Laila, llevó una de sus manos al cuello de ésta y acercó despacio sus labios a los de la profesora sin pensar en lo que estaba haciendo. Intentó dejar la mente en blanco, pero no pudo evitar pensar que había llegado el momento de dejarse llevar por lo que deseaba hacer hacía mucho tiempo atrás. Como la joven seguía en shock, aún le costó unos segundos reaccionar al beso de Laura. No se lo esperó ni por asomo, y cuando por fin fue consciente de lo que estaba haciendo la galerista, terminó separando sus labios de los de la otra mujer pausadamente. No quiso ser brusca con ella.

-Laila, lo siento, me dejé llevar por el momento…La he cagado - dijo muy avergonzada la galerista. 

-No debiste hacer eso, Laura. Me ha cogido por sorpresa tu reacción. No deben ocurrir estas cosas entre nosotras…

-Lo sé, soy una imbécil, perdóname. 

Laila se quedó estática en el sitio valorando lo que acababa de ocurrir entre su representante y ella. Se olía que a Laura le gustaba, pero nunca imaginó que ésta se dejase llevar y la besara, además en público. Sólo esperaba que no hubiera por ahí ningún periodista capturando el momento justo del beso. No quería por nada del mundo que ese beso saliera a la luz, porque rápidamente pensó que si Alana lo veía, mal interpretaría lo que había entre Laura y ella, y aunque llevaba tiempo sin saber de la oncóloga, ella seguía perdidamente enamorada de Alana.

Cuando los labios de Laura se posaron sobre los suyos, no le disgustó en absoluto y de no estar pensando en Alana, seguramente se hubiera dejado llevar por el momento. Laura era una mujer muy atractiva y con mucho encanto, pero a Laila no le gustaba mezclar el placer con el trabajo, y si Laura era su representante, debía marcar unos límites con ella si no quería que la relación que tenían meramente profesional se fuera al traste. Le pasaba como con Alana cuando ésta todavía era su oncóloga. Por eso entendió que la doctora no quisiera seguir con lo que tenían mientras la estuviera tratando en el hospital. Y de repente se le dio por pensar en qué estaría pensando Alana al darse cuenta que ya no era su médica. Quizás lo utilizara para pensar que quería salir con ella y que por eso decidió cambiar de oncólogo, pero la realidad era que le había dado la razón a Alana cuando ésta le pidió tiempo porque ambas lo necesitaban. Laila no quería ser un peso para la médica, quería curarse de la enfermedad y después, cuando estuviera totalmente curada y ya no fuera su paciente, entonces quizás podrían retomar lo que habían dejado a medias, porque Laila tenía muy claro lo que sentía por la otra mujer y dichos sentimientos no se irían de la noche a la mañana. Finalmente, y después de muchos quebraderos  de cabeza, había entendido a Alana.

-Laila, lo siento de verdad, te has quedado muy pensativa…

-Sí, es que no me lo esperaba - prefirió no decirle a Laura en quien estaba pensando en ese instante porque no venía a cuento - estoy muy feliz por la noticia que me acabas de dar, pero por favor, yo ahora mismo no estoy para complicarme más la vida. Necesito centrarme en mí misma, en curarme y en pintar. Me entiendes, ¿Verdad?

-Por supuesto que te entiendo. No volverá a ocurrir, Laila - le contestó Laura con el rostro desencajado. Cuando sus labios rozaron los de la profesora, sintió cómo todo su cuerpo ardía y se agitaba bruscamente. Sabía que ese cambio en su cuerpo sólo se lo provocarían los labios de Laila, pero también sabía que por hacerle caso a María, la había cagado con la artista. Le daban ganas de salir corriendo del restaurante, pero debía ser profesional y celebrar con Laila la noticia que le acababa de dar. Ésta la necesitaba.

-Bien…Sigamos con la cena entonces, por favor. 

Ambas mujeres se sentaron de nuevo en sus respectivos asientos, pero mientras Laila lo hacía feliz y a la vez algo contrariada por lo que acababa de ocurrir, Laura se sentó con un semblante serio y apagado. No era para menos, había metido la pata con la joven. Sólo esperaba que no decidiera prescindir de ella en cuanto a representarla, porque para Laura, el hecho de verla casi a diario, la hacía muy feliz. Sabía que debía conformarse con las migajas mientras estuviera por medio la oncóloga. Y por un momento dado, deseó fervientemente que María hubiera capturado el beso que le había dado a Laila para que Alana sufriera en sus propias carnes lo que ella misma estaba padeciendo al no ser correspondida por la artista. 

Matices y colores (continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora