Capítulo 143. Alana en la galería Ágora, y la disculpa de Laura.

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Cuando el taxi dejó a Alana en la entrada de la galería Ágora, su corazón latía con tanta fuerza que pensó que se le iba a salir del pecho. Nunca antes había estado tan nerviosa como en ese instante. Llevaba un vestido precioso, muy fino, de color negro, que se amoldaba a la perfección a sus perfectas curvas femeninas. De hecho, como sabía el efecto que tenía su escote en la profesora, no dudó en resaltarlo para tener las miradas de Laila aseguradas puestas en ella. Lo que la oncóloga no sabía era que la profesora se iba a centrar en ella nada más la viera, con o sin escote. 

La oncóloga se había dejado su larga y espesa melena suelta, y se había decidido por unas sandalias con un tacón considerable. Quería llamar la atención de Laila a toda costa, por lo que también se había pasado con el perfume, porque sabía que a la profesora le encantaba. 

Antes de meterse en el local, Alana tuvo que respirar profundamente varias veces. Necesitaba tener el control de sí misma, y en ese momento dudó de si lo conseguiría. Poco ayudó el ver la entrada de la galería repleta de gente, y de periodistas intentando entrar dentro. La oncóloga no pudo evitar sentirse muy orgullosa de Laila, porque todo lo que estaba ocurriendo allí, era por ella. Aunque no le extrañó que toda esa gente estuviera allí por comprar una obra de la joven, o simplemente por verla, porque su belleza llamaba la atención. Los ojos de Laila destellaban asombrosamente por todas las calles de la ciudad, como pasó en Sevilla.

Alana, después de unos minutos esperando, consiguió entrar en la galería. Pensó que sería una auténtica odisea acercarse a Laila, pero había ido hasta allí por ella, y tenía muy claro cuál era su objetivo en ese lugar repleto de gente, como también sabía que no se iría sin conseguirlo.

Cuando la mujer se dispuso a buscar a la artista por todas las habitaciones de la galería, vio a Laura de lejos, y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Después de lo que le había contado doña Pilar sobre lo que había sido capaz de hacer junto con su ex novia, no tenía ninguna gana de verla, pero sabía que podía ser una pieza clave en su propósito de tener que amenazar a María para que las dejara tranquilas a Laila y a ella, por lo que debía comportarse en caso de que la galerista la viera y quisiera acercarse a ella para hablar. Tuvo suerte de que Laura estuviera hablando con varias personas.



A pesar de ser de madrugada en España, tanto Raquel como Isabel estaban esperando tener noticias de Alana y de Laila respectivamente. Ambas deseaban y esperaban que las dos mujeres se vieran y pudieran decirse, por fin, lo que sentían la una por la otra. Sabían que Laila iba a ser la estrella de la noche e iba a estar muy ocupada, pero esperaban que después de la exposición, la profesora y Alana pudieran hablar y se sinceraran sobre sus respectivos sentimientos. 



Cuando Alana se iba acercando a donde se encontraba Laila, alguien la llamó por detrás, y la oncóloga sólo pudo tensarse. Esa voz le producía un gran malestar, pero aún con todo, no le quedó otra que darse la vuelta y ser educada con esa persona.

-Hola doctora…¡Qué sorpresa verla por aquí!- le dijo Laura algo nerviosa. Ni por asomo se imaginó que la oncóloga se presentaría en la galería Ágora para ver y apoyar a Laila. Pero…Como le dijo María, entre esas dos mujeres había algo demasiado poderoso, que no podía romperse, y ella, siendo consciente del amor que se tenían Laila y Alana, sólo pudo darse cuenta de que ella no pintaba nada entre esas dos mujeres. Siempre había pensado que en el amor no todo valía, y si Laila no sentía absolutamente nada por ella, tenía claro que no quería las migajas de nadie. 

-Hola Laura. ¿Qué tal? Veo que Laila está triunfando. Es increíble toda la gente que hay aquí - le dijo educadamente Alana a la galerista.

-Estás en lo cierto. Laila es increíble. Estoy segura que va a vender todas o casi todas sus obras. Aquí hay gente muy conocida en el mundo del arte, además de famosos deseosos de pagar una cifra millonaria por cualquiera de las pinturas de Laila. Estoy muy ocupada ahora mismo, pero…Seré breve contigo, Alana. Sé que no es el momento ni el lugar, pero quiero disculparme contigo por aquel beso que fotografiaron de Laila y mío. Sé por qué estás aquí y sé perfectamente lo que sientes por ella, como también que Laila siente exactamente lo mismo por ti. Estáis hechas la una para la otra. He hablado con ella, y haré lo que haga falta porque María os deje tranquilas. Tenéis mi apoyo. Y además, tengo que felicitarte por haberte quitado de encima a esa mujer, no tiene nada que ver con Laila, desde luego. Una es la bondad en persona y la otra la maldad. En la vida había conocido a alguien como María, es una mujer sin ningún tipo de escrúpulo. 

-Vaya, Laura, no me esperaba tu disculpa, pero la acepto. Sabes, María y yo también éramos muy diferentes, al fin y al cabo. Me ha hecho mucho daño, y si dices eso de ella, imagino que ya sabes cómo es y de lo que es capaz de hacer por salirse con la suya. Sólo espero que me deje tranquila. Y es verdad, Laila y ella son completamente opuestas. Y también tienes razón con algo más, estoy aquí porque me moría por ver a Laila y porque quiero apoyarla, en todo. No me voy a ir de aquí sin abrirle mi corazón, sólo espero que ella lo acepte. 

-Lo va a hacer, te lo aseguro. Así que…No pierdas más el tiempo y búscala.

Alana estaba sorprendida y a la misma vez feliz por lo que había pasado con la galerista. Ésta se había disculpado de forma sincera, por lo que a ella, no le quedó otra que aceptar dichas disculpas. La oncóloga se acercó a la galerista y ambas mujeres se abrazaron. Después de un tiempo prudencial, Alana se separó de Laura.

-Gracias Laura, no quiero perder más el tiempo. Voy ahora mismo a por ella. 

Mientras Laura se dispuso a hablar con una pareja que se había acercado a ella, Alana siguió con el propósito de encontrar a Laila. Se quedó estática en el sitio cuando divisó a lo lejos a la mujer más bella que había visto en la vida. Ésta destacaba entre todos los allí presentes. Y cómo no hacerlo. Pero su corazón le dió un vuelco cuando vio a la artista hablando con dos mujeres también bellísimas y muy llamativas, y además una de ellas se acercaba demasiado a la profesora, lo que provocó que en cuestión de segundos, la oncóloga se hiciera de repente pequeña. 

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Espero que tengáis una feliz entrada de año, y una noche mágica con familiares, amigos o con quien sea. Gracias por leerme. Un abrazo para tod@s.

Matices y colores (continuación)Where stories live. Discover now