Cap. 1

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Advertencia: puede contener situaciones o escenarios no apto para todo público, incluye +18, escenas fuertes y subidas de tono, si eres sencible o simplemente no te gusta lo que lees, te invito a retirarte de este fanfic, ya que no te estoy obligando a continuar con la lectura, es decisión tuya el seguir leyendo este fanfic.

Una vez advertido, procigamos con la lectura.

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Mundo Apocalíptico

Un omega que conoció a su alfa destinado, tiene probabilidades de formar un lazo afectivo de por vida en el que se sienta protegido, sin embargo, en el caso dónde el alfa muera, abandone o rechace al omega, este mismo se sentirá morir o dependiendo de cómo afronte la situación seguirá viviendo, pero eso sí, como un contenedor vacío. Es triste, no obstante, aquello puede durar unos días o hasta incluso años o décadas.

En este punto muerto se encuentra un viejo omega, llamado Simón Petrikov y que ahora acaba de cumplir sus 40 años.

A pesar de los saludos de los amigos que conoció, de su cría adoptiva Marceline y del héroe confiable del dulce reino Finn, este mismo no tenía nada que hacer, de hecho, a su vida ya no le daba ningún sentido.

Desde que recuperó la memoria, lo último que recuerda de su alfa Betty, son los besos de despedida que le otorgó mientras Golb los engullía, pero antes de creer que estarían muertos, los salvaron, sin embargo al ser empujado por su alfa destinada y jalado del brazo por el joven héroe hacia la salida, supo de inmediato que jamás la volvería a ver.

"Te amo Simón, por favor, sigue viviendo"

Esa es la última frase que le dijo, antes de ya no poder verla más y recordarlo... era realmente doloroso.

—Betty...— suspiró en un anhelo antes de levantarse del prado de un campo al que fue mientras anochecía.

Sin querer realmente regresar a su museo de exhibición del hombre moderno del siglo XX llamado hogar, caminó de forma tranquila mientras dejaba a las criaturas mágicas pasar por su alrededor.

A pesar de todos los colores y tonalidades del paisaje frente a él, Simón no le dio ninguna importancia más que al pasto o rocas que pisaba con sus zapatos de cuero.

Y una vez más, después de llegar a la cuidad de los humanos, se acostó en aquella cama mullida que le dieron los robots Minerva, en dónde tenía, a un lado de su almohada, un peluche igual a su cría adoptiva junto con su aroma que le daba tranquilidad.

De cierta forma agradeció el gesto de Marceline por tal regalo, ya que con sólo olerlo, a los minutos, ya se encontraba dormido.
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Un nuevo día se presentó y para Simón era momento de despejar su mente con su trabajo.

Se alistó rápido para poder abrir su propio museo. Mientras lo hacía, el sol golpeó su cara, sin embargo, eso no lo detuvo para voltear un pequeño cartel que decía cerrado y que mostró ahora la palabra abierto para que así todos los ciudadanos de aquella ciudad tuvieran conocimiento de que ya estaba trabajando.

Al igual que otros días, sólo algunos humanos modernos se acercaban a su exhibición y minutos más tarde recibía de nuevo la visita de una niña fan del libro de "Fionna y Cake" que el mismo rey helado escribió.

—Él antes era un hechicero mágico— decía la pequeña niña a las personas mientras señalaba a un cansado Simón —Su magia era de hielo y nieve y... y... Él hizo mi libro favorito de "Fionna y Cake"— esto sacó el asombro de las personas presentes —Pero, ahora no sé porqué ya no hace más de esas historias— finalizó con tristeza la niña.

Mundo Apocalíptico (Omegaverse)Where stories live. Discover now