De Nada

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"¿No necesitas nada más? ¿Segura? ¿Ni siquiera usar el baño una vez más?" Tras tanto persistir, a Vanessa le entró la risa tonta.

"Siempre igual. Que no, y gracias," apoyó su hombro en el marco de la puerta de la habitación en la que se quedaría (o tal vez no).

Te encogiste de hombros. "Como quieras, tienes-"

"Un vaso de agua en la mesa, una linterna en el estante, mantas demás en los cajones, ¿y qué más? Ah, sí, el mando de la calefacción en la pared." Repitió tal cual dices cada vez.

Te dejó boquiabierta, pero eso no es importante. "Que sí, que quieres que me vaya, ya lo pillo." Contestaste imitando su pose de brazos cruzados.

"No te lo tomes a malas," rio, y como de costumbre, te contagió la misma sonrisa.

Miraste al reloj de la pared, el que marcaba las once de la noche. "Me encanta que te vayas a dormir tan pronto, es bueno para ti. Que descanses."

Ella, en cambio, puso una mueca de algo más tirando a decepción. "Pues no sé si me voy a poder dormir tan pronto." Echó un vistazo al lado opuesto del pasillo. "¿Por qué no jugamos unas partidas en tu habitación?"

Arqueaste ambas cejas en una sorpresa agradable. "Vaya," te encogiste de hombros. "Tendré que hacer ese sacrificio si es por el bien de tu sueño."

"Pft."

Y así pasasteis horas, ambas en tu cuarto, y jugando en colaborativo porque no estabas con el humor para discutir.

Entonces, en medio de una partida, miraste a tu lado y Vanessa estaba frita. Fue un día largo después de todo.

Sonreíste, y comprobando tu teléfono supiste que era la una de la madrugada. Era tu turno siendo así.
No tardaste demasiado en conciliar el sueño, eso sí, tardaste lo mismo en perderlo al cabo de unas horas.

La razón, bueno, un poco las ganas de ir al baño, pero la primera son los movimientos bruscos de Vanessa. No podías distinguir si estaba inquieta o en una pesadilla.

Cuando por fin se detuvieron, fue otro suceso el que te alteró. "¿Estás despierta?"

Eso dejaba claras todas tus dudas. Te giraste hacia ella para contestar. "Sí."

Vanessa escondió sus manos bajo la almohada. "Estás... Enfadada?"

Frunciste el ceño en confusión. "¿Enfadada?"

Se encogió de hombros ligeramente. "Sí, ya sabes, por no haberte contado nada de nada. Digo, si no fuera por Mike, ¿qué conocerías de mí?"

Torciste los labios. "Si te vas a disculpar o algo, mejor déjalo para mañana."

Suspiró. "Pues déjame cambiar de pregunta entonces."

"De acuerdo," contestaste después de asentir para ti.

Tardó un poco en continuar, probablemente le costaba. "Pase lo que pase ahora, quiero que sepas que eres genial, y que de verdad eres muy importante en mi vida."

Moviste la cabeza a un lado con curiosidad. La conversación se hacía más intrigante cada segundo. "Dímelo de una vez, venga."

No se convenció con tu respuesta, pero siguió de todas maneras. "Sé que somos mujeres, pero..." Agitó la cabeza rápidamente. "A ver, cada vez que... ¿ligas conmigo? Sí, se podría decir así. ¿Lo dices en serio?"

Eso sí que no te lo esperabas. Tu cara cambió de color, cosa que no pudo apreciar debido a la nula luz entrando a la habitación. "Vanessa, solo dime a dónde quieres llegar con esto."

Suspiró resignada. "Mira, ¿sabes qué? No importa."

"¡Nono! ¡Dímelo, venga!" Protestaste.

Fue entonces cuando notaste sus manos frías en tus mejillas ardientes. Antes de que pudieras reaccionar, sus labios ya estaban sobre los tuyos.

No te resististe, mantuvisteis los ojos cerrados, solo acercándoos más cada segundo.

Separó su boca tan despacio que ni siquiera hizo ruido, y tardaste una eternidad en levantar tus párpados de nuevo.

No sabías qué había sido eso.

Tal vez repetirlo te ayudaría.

Fuiste tú quien tomó la iniciativa la segunda vez, apoyando tus pulgares sobre sus suaves pómulos, dándole un beso esta vez más profundo.

Todo fluyó como algo ya previsto, aunque era completamente lo contrario.

Su embriagante aroma fue el que te hizo no querer parar, y ella parecía estar muy de acuerdo.

Vanessa Shelly (¿Afton?) x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora