Cap 11.

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DANNA.

Y ahí estaba yo, parada frente a la puerta, con miles de interrogantes. ¿Por qué le había dado comida? ¿Por qué no espero para entregarme la? ¿Por qué...?. Eran demasiadas preguntas, y pocas las respuestas. Pero, una resaltó entre ellas, y esa fue: ¿Por qué carajos no le pregunté el nombre?.

Ya era la segunda vez, que lo veía, pero mi mente. No reaccionaba. La voz de de Lia me sacó de mi pequeño trance.

Hola, aquí tierra llamando a Danna ¿Estás en Júpiter, Saturno o Marte?. — Dijo ella mientras lanzaba una sonrisa un poco perversa, aún sin levantarse de la silla, a decir verdad cuando hacía esa sonrisa. Daba, un pequeño aire de miedo.

¿Oh?, Lo lamento Li. Pero, se me hizo raro que la devolviera. — Le dije para no levantar sospechas.

Si, supongo que tienes razón. Hoy en día no existen muchas personas así. Todos, solo se atreven casi que a robar. — Dijo ella, mientras tomaba un tenedor. — El mundo, básicamente es una obra maestra. Pero, nosotros como humanos no sabemos apreciar ese arte ¿No crees?. — Dijo ella mientras me señalaba con el tenedor.

Supongo que tienes razón. — Me límite a responderle mientras caminaba hacia la mesa. A decir verdad, Lia. Siempre está en contra de todo lo malo que los humanos le hacen al planeta. Aunque no se eche de ver.

Claro que la tengo, y tú lo sabes. — Dijo ella, mientras se echaba un bocado de la cena a la boca.

Ambas nos quedamos en silencio por unos instantes, y yo me senté a comer. Luego, Lia empezó a hablar nuevamente.

Oye, se me estaba olvidando lo más importante ¿Adivina qué?. — Me dijo, mientras lanzaba una sonrisa perversa.

Li, que no sea lo que estoy pensando. Sabes que por más que intente no puedo amar a nadie. — Le respondí rápidamente.

Oh, vamos solo una vez. Por favor. — Repitió ella.

Sabes que al último le fue mal. Y no pudo salir debido a la tristeza. — Me límite a decirle.

Pero, esa no fue tu culpa. O, eso creo. — Dijo ella, mientras me observaba.

Pasamos casi toda la cena, en ese estilo. Peleando. Al final gané, y Li. Terminó cediendo me la victoria.

Ambas nos fuimos a nuestras habitaciones, listas para ir a dormir. Y así, fue nos fuimos a nuestras habitaciones. Todo tranquilo, yo puse la alarma de mi celular. Para, evitar que me durmiera y llegará tarde al trabajo.

Un respiro nunca dado. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora