Capítulo 4

363 22 3
                                    

El chico rubio.

En cuanto entraste al mar Tyler te estuvo buscando, pero fue como si hubieras desaparecido en todo el océano.

Estuvo buscándote, pero al tratarse del océano, él sabía que no sería nada fácil encontrarte entre todo el mar. Las posibilidades eran demasiadas, pudiste ahogarte o ser devorada por algún animal.

Nadó durante algunos minutos y al no encontrar ningún rastro tuyo, decidió volver al muelle sin otra alternativa.

*

Lo último que recordabas era haberte sumergido en el mar después de que las orcas atacaran y perdieras la conciencia por el temor que tenías de ahogarte.

Al despertar te dolía la cabeza y no reconocías el lugar en donde habías despertado.

Tocaste tu cabeza, al menos no había ningún rastro de sangre, lo cual era bueno, ya que eso significaba que no te la habías golpeado con alguna roca.

Te levantaste en cuando caíste en razón de que no estabas en casa, estabas en la orilla de una isla, tal vez muy lejos de tu hogar.

Analisaste la situación y nadar al mar no era la mejor opción, a parte de que no sabías hacerlo, tardarías horas con la ayuda de los flotantes y ni siquiera sabías hacia donde debías ir.

La isla era opción más coherente, aunque podría haber toda clase de animales, sabías que era mucho más fácil sobrevivir en ella que en el mar. Al menos la isla tendría añgunos frutos y en el mejor de los casos, materiales para sobrevivir algunos días ahí.

Al no tener otra opción, decidiste entrar a la isla y explorarla hasta poder encontrar algo que te hiciera poder volver a casa, cualquier material que encontratas era de ayuda oara poder salir de ese lugar.

Había muchos árboles y entre más caminabas, más perdida te sentías, era como si estuvieras caminando en circulos, cada paso se sentía eterno y no pudiste encontar nada que te sirviera para salir de ahío para sobreviviren ese lugar.

Escuchaste un ruido entre los arbustos y quisiste esconderte, pero era demasiado tarde para hacerlo, porque apareció un chico rubio con otros niños detrás de él.

—Este es el país de Nunca Jamás —el rubio te miró mientras se acercaba a ti con el ceño fruncido—. ¿Quién eres tú?

No recordabas haberlo visto antes, su rostro no era para nada amigable, casi podías jurar que si hacías algo mal, te podría encajar el palo que tenía en la mano.

—Soy Tn —lo miraste de vuelta, había algo en él que se te hacía peculiar—. Acabo de llegar a esta isla, no sé cómo llegué aquí.

—Tranquila, puedes quedarte aquí, seguro que a Peter le agradará saber que hay una chica aquí —parecía que lo decía más para sí mismo.

—¿A Peter? —lo miraste confundida—. ¿Quién es él?

—Tranquila, pronto lo sabrás, ahora lo importante es que sepas que debes tener cuidado si vas a quedarte en la isla —señaló unas espinas—. ¿Las ves?

Asentiste, de ellas caía un líquido oscuro un tanto biscoso.

—Debes tener cuidado, porque de ellas proviene veneno letal —las hizo a un lado para que pudieras pasar y seguiren marcha.

—Y lo dices tan tranquilo —pasaste lo más rápido que pudiste, no querías morir ahí el primer día.

—Chicos, preparen una cabaña para nuestra invitada —les ordenó a los otros niños, ellos se fueron en cuanto el chico rubio lo ordenó y después volvió a verte—. Con el tiempo te acostumbras a ver toda clase de cosas por aquí, hasta la cosa más aterradora te parece tan insignificante.

Encogió sus hombros, como si cualquier cosa que pasara no pudiera hacerle nada.

—No parece ser un problema para ti —prosegiste.

—Porque no lo es, así como es de peligrosa la isla, también es muy hermosa.

Tenía cierta fascinación en su voz, cierta calidez.

—¿Cómo llegaste aquí? —no pudiste evitar preguntar.

—Haces muchas preguntas, deberías guardarlas para la cena —evadió la pregunta agilmente.

—Quiero respuestas, estoy en un lugar desconocido con gente que no conozco, ¿no crees que es normal que quiero conocer un poco más?

—Es verdad, lo siento, soy Félix —se disculpó de inmediato—. No vienen muchas chicas por aquí.

—Eres demasiado despistado como para ser la autoridad aquí —volviste a caminar.

—Oye, espera —corrió para estar a tu lado—. Yo no soy la autoridad aquí, ¿qué te hace pensar eso?

—No sé, tal vez el hecho de que eres el primer chico al que ví cuando llegué, mandaste a los niños hace un rato o el hecho de que estás dándome un recorrido por aquí. Incluso me estás dando un lugar para quedarme, sería demasiado despistada si no vieras todas las atenciones que estás dándome justo ahora.

—Nada de eso. Eres una chica y estás perdida, ni siquiera sabes cómo llegaste aquí, ¿qué se supone que hiciera? ¿dejarte por tu cuenta? —negó de inmediato—. Claro que no. Puedo ser  demasiado despistado, pero sé cuando debo ayudar a alguien.

—Creo que eres demasiado maduro para ser un chico —paraste el paso para poder verlo.

—¿Ese es un alago o una ofensa? —te miró de inmediato, un tanto confundido.

—Tal vez deberías decifrarlo si eres tan listo como dices —te reíste y seguiste caminando.

—Muy graciosita me saliste —rodó los ojos sin pensarlo.

—Y tú muy enojón, Félix —lo miraste de reojo—. ¿Por qué no me cuentas más de esta isla?

—Mmm... ¿qué quieres saber? —caminó sin muchos ánimos.

Cada vez que mencionabas algo sobre querer hablar sobre él o la isla, parecía que su semblante le cambiaba, como si quisiera ocultar algo mucho más preocupante de lo que parecía.

—No lo sé —divagaste en tu mente—, tal vez qué hace que sea tan peligrosa, pero no lo dirás porque eso es demasiado para saber por ahora. Tal vez... —lo pensaste un momento y te arrepentiste—. lo que sea, cualquier información es buena.

—¿No crees que eres demasiado curiosa?

—Tal vez—encogiste los hombros—. Pero ¿qué más da? Solo estoy tratando de conocerte. ¿Eso es un delito aquí?

—Eres buenísima en eso —sonó burlón, ni siquiera parecía gustarle la idea de que conocieras algo más sobre él, como si quisiera esconderte cualquier información que pudiera ayudarte a conocerlo más.

—Bueno, tampoco es que cooperes mucho, eres demasiado gruñón —corriste de él.

—Oye, ¿qué dijiste? —intentó seguirte el paso.

Corriste lo más rápido que pudiste, sentiste adrenalina correr por todo tu cuerpo.

—Te dije gruñón —volteaste a verlo por un segundo, pero ya no estaba—. ¿Félix?

Volteaste a todo tu alrededor y no lo viste por ningún lado, es como si se hubiera desvanecido con el aire.

¿Peter Pan es real? (Robbie Kay) OUAT Where stories live. Discover now