El chico de la flauta.
Comenzaste a asustarte cuando no viste a Félix por ningún lado. La isla era demasiado grande y si no lo encontrabas pronto podrías estar en peligro.
Había demasiados árboles a tu alrededor, era como si estuvieras en un laberinto, cualquier paso que dieras podría llevarte a tu perdición.
El lugar estaba algo oscuro y apenas podías ver todo tu alrededor.
Se escuchaba el ruido de algunos pequeños animales y eso te hizo preocuparte más, podrías ser la cena si no encontrabas un escondite.
Los árboles eran tan grandes que no sabías dónde estabas.
Por un momento todo el silencio cesó y sentiste que eras la cena de algún animal.
—¡Bu! —el chico rubio salió de unos arbustos, asustándote.
Caíste al suelo ante su acción.
—¿Quién te crees para hacer eso? —te levantaste de inmediato, sacudiendo la tierra de tu ropa.
—Tenía que hacer algo al respecto, me llamaste gruñón —sonó obvio.
—Con esto ya me queda claro que no lo eres —lo apuntaste con el dedo acusador.
Él solo se limitó a reír mientras pensaba en tu caída por el susto.
—Gracias por ayudarme a levantarme, chico empático —te quejaste.
—No te pongas así, tú fuiste la que empezó esto —volvieron a estar en marcha.
—Sí, porque tú estabas muy serio, nunca había visto a alguien con tan mal humor.
—Claro que no, yo soy único —se señaló a sí mismo—. ¿No lo ves?
—No te lo tomes a juego, te la pasaste de gruñón todo el camino.
—Olvidemos eso, estamos por llegar a la fogata, ¿estás lista para unirte a nosotros? —hizo una pausa mientas te veía.
—Temporalmente, en lo que busco una manera de salir de aquí —lo dejaste claro, querías irte de ahí lo más pronto posible.
—Qué directa, tienes mucha suerte de estar aquí.
—¿Por qué lo dices? ¿Hay algo especial con esta isla?
—Pronto lo sabrás, no comas ansias, un paso a la vez, cariño.
—No me llames cariño, suenas igual que mi madre —te quejaste.
—Uy, perdón, señorita, no sabía que no le gustaban los apodos —alzó las manos en gesto de rendición.
—Solo ese no me gusta.
—¿Demasiado empalagoso para ti? —te cuestionó al instante.
—Demasiado cursi, en realidad.
—Ya va, sigamos, es por aquí —te guió.
Caminaste tras de él, en la fogata había muchos niños bailando y un chico tocando una flauta, pero no provenía ningún sonido de ella.
—¿Por qué la flauta de ese chico no tiene sonido? —miraste al chico castaño durante un instante.
—¿No la oyes? —también miró al chico—. Tal vez solo estás demasiado cansada para escuchar algo.
—Es una flauta, Félix —lo miraste—, las flautas tienen sonido, ¿no crees que es demasiado extraño que no la escuche?
—No, hay tantos sonidos por aquí que no es fácil centrarse en uno solo —se limitó a decir.
—Esto es tan extraño —resoplaste por lo bajo, pero no volviste a insistir.
—Vamos, voy a presentarte a Peter —te animó a seguirlo.
—Voy —alargaste la palabra mientas le alcanzabas el paso.
De todos los chicos que había en la isla, él se encaminó al chico que estaba tocando la flauta, el mismo de cabello castaño que estaba sentado sobre un tronco.
En cuanto el chico castaño sintió la presencia de ustedes dejó de tocar la flauta y los niños no dejaron de bailar. Él te miró por un segundo para fijarse en Félix.
—Peter, tenemos a una niña perdida por aquí —te señaló.
—¿Una qué? —no evitaste preguntar.
—Una chica, así le llamamos a chicas que vienen aquí —el castaño se apresuró a responder.
—No creo que eso tenga sentido —lo miraste de vuelta.
—Lo siento, olvidé presentarme, soy Peter. Peter Pan —te sonrió, cambiando de tema agilmente.
—Yo soy Tn —miraste a Peter y después al rubio.
—Tn se quedará aquí, llegó a esta isla y no podemos dejarla por ahí.
—Por supuesto, ella nos necesita, está perdida.
—No hablen como si no estuviera aquí —hablaste en cuanto hubo oportunidad.
—Lo siento —el castaño se disculpó de inmediato—. Es solo que eres la primer niña que llega a la isla.
—¿Lo soy? —la sorpresa se notó en tus palabras.
—Bueno, aquí existen las sirenas, pero no una chica humana como tal —el rubio se hizo presente en la conversación.
—¿Las sirenas sí existen? —entre más hablabas, más te sorprendías de aquel lugar.
—Aquí existen muchas cosas, pero todo con calma, niña —el castaño se levantó de su asiento—. Ahora es hora de cenar.
VOUS LISEZ
¿Peter Pan es real? (Robbie Kay) OUAT
Roman pour Adolescents¿Qué tanto debes desear algo para que pueda hacerse realidad? ¿Dejar de crecer? ¿Poder volar? ¿Poder ir a Nunca Jamás? ¿A caso el famosísimo Peter Pan era real? ¿A caso existía Nunca jamás o solo era un lugar inventado? ¿Se podría llegar a Nunca...