The Lie Of a Legacy

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Arrastrada por los cabellos, con una herida en la pierna y otra a un costado del estómago, sangrando tanto que comenzaba a debilitarse entre sollozos, ahogándose en sus lágrimas; la dirigió al baño entre arrastres por los pasillos oscuros del hospital, pasillos oscuros en los que cada que avanzaban, sus rodillas iban manchandose cada vez más de la sangre de cada oficial de policía, enfermera y doctor que el hombre había matado en el camino hacia ella. No cabía duda, estaba loco, más loco de lo que ella recordaba.

—Tu hiciste ésto. -le repetía cada que Lisa divagaba su mirada por los cuerpos perdidos frente a ellos.- Ésto es tu culpa. -repetía en un intento de hacerla sentir culpable.

Llegaron al baño, vacío, oscuro, y repleto de espejos. Atrancó la puerta y entre jalones de cabello, apretones a sus brazos y bruscas agitaciones a su débil cuerpo, la acercó a los espejos, tan cerca que su rostro sentía el frío cristal.

—¡¿Puedes verlo?! -le gritaba agitando su cuerpo, lastimando sus heridas.- Eres como él... desde la primera vez que me lo contaste, desde el primer momento supe que eras como él. ¡Míralo!, ¡Sé que lo estás viendo!.

Tal vez la cabeza de Lisa estaba tan metida en lo que estaba sucediendo que, sí, sí lo veía; él estaba ahí mirándola, tratando de decifrar ¿por qué su hija pasaba por aquello?, ¿por que su sangre no hacía lo que bien sabía?.

—No soy como él. -se atrevió a decir.

Él la lanzó al suelo de golpe, lastimandola aún más pero aún así, ella se levantó.

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—Ya vamos para allá. -les decía Yoongi en la llamada con Jungkook y Taehyung.- ¿Saben a dónde la llevó?

—No. -se apresuró Taehyung.

—No podemos seguirlos... -aclaró Jungkook.- le hará más daño si sabe que los seguimos.

—¿Llamaron a la policía? -recordó Tae.

—Si. Están en camino.

—¿Dónde vienen?

—Estamos llegando.

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—Mírate, no eres lo que todos creen. -le decía apuntando el arma hacia ella, con el cuchillo aún en su otra mano.

—Tú sí lo eres. -le retó más calmada, aún con el dolor en su cuerpo.- Eres el maldito loco enfermo que todos piensan que eres.

Una carcajada aterradora salió de su garganta.

—Tú lo hiciste. -seguía repitiendo.

—¡Deja de culparme! -le gritó harta.- No puedes culparme de algo que ya eras, viví un maldito infierno contigo, y aún así tú me hiciste creer que yo era la que estaba mal...

—Disfrutabas del sexo. -le interrumpió, riendo.- Jamás te quejaste de aquello.

—Maldito enfermo.

Aún cuando ambos se distrajeron por el sonido de las sirenas de las patrullas sonando fuera, Lisa logró reaccionar antes que él y corrió, acercándose de golpe logrando tumbarlo y sacar de sus manos ambas armas que había estado sosteniendo. Forcejearon y aún con las heridas en su cuerpo, Lisa usó la poca fuerza que le quedaba; él logró tomar la pistola de nuevo y se levantó apuntando a Lisa quien se arrastraba por el piso, dejando sangre en cada loza blanca por la que se arrastraba.

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—¡Todos adentro!

Los oficiales corrían adentrándose al hospital, volviendo a encender las luces.

Jin, Hoseok, Namjoon, Yoongi, Jimin, Jisoo, Jennie y Rosé corrían detrás de los oficiales, necesitaban encontrar a Lisa, necesitaban encontrarla con vida, necesitaban salvarle la vida.

Mientras sacaban los cuerpos, buscaban por cada habitación al hombre culpable y a la chica que lo había convertido en un monstruo.

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Aún con el dolor en su cuerpo, miró directo a uno de los espejos y, ahí estaba él, guiandola con la mirada y asintiendo, mostrándole el paradero del cuchillo perdido que aquel hombre no había visto. Lisa giró su cabeza logrando encontrarlo con la mirada mientras seguía arrastrándose para poder alcanzarlo sin que él notara lo que intentaba.

La alcanzó sosteniéndola por los pies, girandola para subirse sobre su abdomen.

—Tú me hiciste ésto. -le repitió.- Me acusaste de ser un asesino, tú y tus amigos. Aquí me tienes, soy lo que querías que fuera. -cargando el arma, la miró directo a los ojos.- Jamás culpas a alguien de algo que no es, sí no quieres que se convierta en aquello, son reglas que jamás entendiste.

Lisa se estiró un poco más en un lento y casi indetectable movimiento.

—Déjame añadir una regla más. -dijo Lisa, mirándolo cuando él le sonreía morbosamente.

—¡Hazlo!, ¡No cambiará nada!, ¡Dilo!

Lisa sonrió causándole una extraña incomodidad al hombre, cuando se preparó...

—Jamas te metas con la hija de un asesino serial.

Su mano se movió rápidamente, clavando el cuchillo en el brazo del hombre haciendo que éste se fuera hacia atrás y Lisa se moviera con habilidad subiéndose sobre él comenzando a apuñalarlo una y otra vez, sin parar, recordando la primera vez que mató a alguien, recordando las gotas de sangre salpicar su rostro, recordando la satisfacción que sintió al sentir su corazón dejar de palpitar, al sentir su respiración apagarse lentamente. Inconscientemente seguía clavando aquel objeto filoso sobre el cuerpo del hombre que con cada puñalada se movía cada vez menos.

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