CAPÍTULO 1

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[...] Si existiera una próxima vida, jamás volvería a soltar tu mano [...]


Beijing, China. Año 2026.

—¿Inocente? —pregunta el detective a cargo de investigar el caso, su voz denota incredulidad y ofuscación después de un día agitado, es tarde y quiere irse cuanto antes, él golpea el expediente del pelinegro apresado contra la fría mesa metálica del interrogatorio.

El omega ni siquiera parpadeó.

—Inocente —reafirmó a los pocos segundos sin una pizca de remordimiento en su voz.

A pesar que sus manos se hallaban esposadas y sus tobillos apresados por unos pesados grilletes como si fuese el criminal más terrible de toda la República, el omega no parecía  ni un poco intimidado por el alfa.

—¿Inocente? —jadeó el detective ante la obvia respuesta que dan todos los acusados.

—Sí —elevó su vista y miró más allá del deplorable reflejo que le devolvía el vidrio laminado frente a él.

¿Cómo demonios había terminado de esa manera?

—Inocente —reafirmó con una leve sonrisa que evocaba su pasado.

Inocente.

Cuando realmente amas a alguien, le deseas felicidad, seguridad y una vida pacífica, incluso si tienes que alejarte de su lado, sacrificando tu propia vida.

Al mismo tiempo que la declaración del omega detenido se llevaba a cabo, un escalofrío recorrió la columna vertebral del alfa que se encontraba observando el interrogatorio tras el grueso cristal incrustado en una de las paredes de la sala, sus manos enguantadas formaron un puño y un sudor frío cubrió su frente luego de sentir una terrible punzada en el entrecejo. Sacudió su cabeza ante la absurda idea de que la penetrante mirada del omega parecía adivinar su posición.

Porque... eso era imposible, ¿verdad?

De repente, un golpeteo contra la puerta desconcentró a todos.

—Adelante —ordenó el alfa a cargo del interrogatorio, alejándose del omega.

—Con su permiso, detective —se disculpó el recién llegado.

—Prosiga.

—El abogado del acusado acaba de llegar con una orden de liberación —el oficial extendió una hoja.

—¿Abogado? —el detective frunció el ceño al observar el rostro del omega —quien parecía igual de sorprendido—, y luego leyó el papel con la firma de un reconocido juez de la ciudad.

—¡Maldición! —exclamó molesto—. Suéltalo. Iré con el comisario para que firme la declaración y autorice la liberación—ordenó, arrojando la copia de la hoja sobre la mesa.

—Mn —asintió el policía mientras rebuscaba las llaves correspondientes para quitarle las esposas y el par de grilletes al omega.

Xiao Zhan sonrío estirando sus extremidades a gusto luego de ya no sentir el peso metálico que le fue retirado a los pocos segundos. Se colocó de pie, masajeando sus muñecas entumecidas y caminó hasta la lámina de vidrio que ahora solo le servía como espejo, acomodó sus holgadas prendas y peinó escasamente su cabello revuelto con los dedos de su mano derecha antes de salir de la sala de interrogatorio.

Su supuesto abogado lo esperaba en el corredor, un alfa alto de cabello castaño, vestido de blanco impoluto, él se inclinó respetuosamente cuando Xiao Zhan pasó junto a él sin dirigirle la más mínima atención.

PRISIONERO [YiZhan]Where stories live. Discover now