CAPÍTULO 2

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[...] Juraste regalarme todas las estrellas
Me dejaste solo con una botella
Por eso mientras bebo te estoy recordando [...]


Wang Yibo admitía que no debía estar a altas horas de la noche parado frente a la puerta de un completo desconocido.

Joder.

No debería estar aquí en absoluto.

La vocecita consciente en su mente le repetía que estaba cometiendo un error.

Mientras que su instinto le decía todo lo contrario, que nada estaba mal y que a nadie le interesaría...

Pero sin importar lo que se dijera, no podía rascarse la sensación de que realmente algo andaba mal al respecto.

Luego del cruce de palabras entre Cheng Yi y Wang Yibo, ambos terminaron compartiendo tragos en un bar cercano por insistencia del primero.

Wang Yibo accedió por el solo hecho de conseguir una mínima pisca de información sobre el omega que su instinto le exigió defender desde el primer momento que lo observó a través de la pared de cristal. Dioses. El alfa dominante nunca había actuado de esa manera a pesar de pertenecer al departamento policial, pero solo podía culpar a la compatibilidad de su naturaleza.

Tenía que ser la razón.

Cheng Yi era su amigo. Un hermano. El pensamiento asesino que cruzó su mente al verlo tan insistente y molesto junto al omega no fue racional.

El no debía haber usado su voz.

El mismo instinto básico que aún nublaba su juicio con ayuda del alcohol en su sistema, o tal vez sean las feromonas del omega impregnadas en su húmedo traje, el cual se había negado a cambiar a pesar de que Cheng Yi le advirtió que podía enfermar.

Esto se estaba tornando ridículo.

Este alfa acosador de pie junto a la puerta del omega no era él. No lo entendía, no podía explicarlo.

No era este hombre.

Sin embargo, tenia su mano enguantada firme sobre la barandilla junto a los escalones y fue subiendo, dio un paso lento y luego otro en dirección opuesta a la acera. Su corazón acelerado, sus labios resecos.

Antes de presionar su dedo índice en el timbre de entrada, la puerta se abrió.

Xiao Zhan.

Cuando Cheng Yi lo miró fijamente y reveló su nombre, todo el cuerpo de Wang Yibo se estremeció, una fría corriente de aire pereció haber recorrido su espina dorsal, enviando inquietas ráfagas hasta el centro de su pecho. Extraño.

Pero Cheng Yi no reveló más detalles sobre el omega —a excepción del nombre, edad y la dirección de su hogar—, excusándose que hubiera recolectado mayor información si Wang Yibo no hubiera reaccionado como un hombre de las cavernas.

El omega pareció despreocupado y distraído al salir, ni siquiera había prestado atención al alfa de pie en su pórtico. Wang Yibo enfureció estúpidamente al pensar que Xiao Zhan estaba muy confiado en salir solo tan tarde.

No seas estúpido, Wang Yibo.

Era un omega dominante con aura intimidante; alto —apenas unos centímetros más alto que el alfa—, piernas largas y torso tonificado sin ser exagerado, su cabello oscuro estaba húmedo, llevaba puesto un pantalón chandal holgado y una camiseta sin mangas, sus ojos...

Esa mirada de cervatillo encerrado en la sala de interrogatorio que recordaba Wang Yibo se amplió al verlo. Orbes grandes y brillantes lo observaron con recelo. Xiao Zhan retrocedió sobre sus pasos, el manojo de llaves que sostenía en una de sus manos cayó al suelo estrepitosamente mientras que la otra mano trató de tomar la manilla de la puerta.

PRISIONERO [YiZhan]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum