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Roseanne Park, princesa de Australia.

Hago un repaso de mi vida mientras me dirijo hacia mi destino, nunca he sido dueña de mis decisiones y menos de mis deseos. En el mundo en el que he nacido la mujer no está hecha para pensar, solo vale para calentar la cama y dar a luz hijos, si pueden ser varones oh niñas intersexuales de lo contrario te puedes ver repudiada...

Soy la quinta de ocho hermanos, hija del rey Masón park IV de Australia y clara Park.

Nunca he sentido el amor de mis padres, quizás por nuestra clase social o quizás por ser tantos hijos, de todos modos mi hermana Allis y yo pronto fuimos recluidas en un convento para recibir una educación católica y recta. Nuestra madre se encargaba de supervisar nuestros avances pero la mayoría de mi infancia la recuerdo llena de rezos y de castigos.

Todo no fue tan malo, en las vacaciones podíamos volver a casa y estábamos con nuestra Nana, ella era recta pero aveces nos daba muestras de cariño.

Mi mayor apoyo fue mi hermana Allis, a ella nuestro padre la caso con el rey Carlos II rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. El día que mi padre firmo el tratado de matrimonio de mi hermana fue el más triste de mi vida, mi padre había vendido a mi hermana junto a dos territorios por su ayuda y protección. De eso hace dos años y nunca más he vuelto a verla...

Hace unos meses quizás menos mi padre se entero que la reina Jisoo  de corea había enviudado y también había perdido a su único hijo en un accidente algo extraño. Mi padre nunca quiso explicarme lo que pasó realmente, "esas son cosas que las mujeres no deben preguntar"

No tardó demasiado en ofrecer mi mano en matrimonio, yo le he salido más barata que mi hermana al ser un segundo matrimonio para él no puede exigir la dote. Pensé que no estaría interesada yo no soy una gran belleza y tampoco destaco en nada, pero extrañamente acepto.

El día de mi partida hacia mi nueva vida, escuché algo que no debía yo solo era un peón prescindible en este juego, si me mataban antes de llegar o por el camino mi padre declararía la guerra y tendría el apoyo de Inglaterra, se quedaría con todos sus bienes y territorios de la reinade corea , pero pasó algo con lo que él no contaba la  Duquesa de Tailandia me salvo y curo mis heridas, las del alma las sano su esposa Jennie kim con ella pase los mejores días de toda mi vida, una chica jovial, descarada y tremendamente curiosa, por un momento me recordo a mi hermana y a nuestras travesuras en el convento.

Acabo de llegar al palacio la verdad es que es un sitio bonito, me recuerda a mi casa, todos me miran pero a mí paso hacen reverencias.

La Duquesa se ha despedido de mi y se ha marchado a hablar con su majestad, a mi en cambio me han llevado al dormitorio me han bañado, me han puesto un camisón demásiado fino a mi parecer pero supongo que debe ser normal, está será mi noche de bodas...

He cenado algo, no mucho porque los nervios no me permiten hacerlo y me he sentado en la cama, a la espera de que mi esposa haga presencia.¿ Como será? ¿Será buena y amable?¿ Será joven o por el contrario me habrán casado con una vieja?

Debo de dejar de pensar en todo esto, no me hace ningún bien y menos calma mis nervios más bien los acrecienta.

La puerta se abre, una mujer  de unos treinta y pocos años pasa al interior del dormitorio. Ella debe de ser mi esposa, me levanto y agachó mi cabeza, espero paciente a que Ella se acerque recuerdo mentalmente todo lo que debo hacer, más bien no hacer nada y no moverme hasta que ella me lo pida oh me lo ordene.

Veo como me mira, su mirada está clavada en mi cuerpo, no puedo ver sus ojos pero la puedo sentir. Un escalofrío recorre mi cuerpo, se acerca un poco más a mí.

— Levanta la cabeza, quiero ver tu rostro— dice con una voz ronca que me hace estremecer.

Levanto mi cabeza y la miro, pero enseguida cambio mi mirada, recuerdo que no la puedo mirar a los ojos eso es una falta de respeto muy grave, Ella coje mi cara con una de sus manos y me pide que la mire.

La miro asustada, me fijo en sus facciones, tiene alguna arruga en la frente y ojeras marcadas, se ve que no ha descansando bien últimamente. Puedo entender la razón si ha perdido seres queridos eso le provocará dolor.

— Eres mejor de lo que esperaba— dice con una media sonrisa.

Yo no hago nada, me quedó quieta y la sigo mirando, Ella pasa una de sus manos por mi cintura, la sensación de su mano hace que retroceda un paso, a ella parece hacerle gracia porque suelta una carcajada. Al menos no se ha enfadado con mi acción , no he podido evitarlo su simple roce me ha causado una reacción.

Me coge en brazos y me lleva a la cama, ella está de pie quitando sus prendas y yo en la cama temblando, se acerca a mí solo lleva el calzón puesto y una venda en su pecho.

— No estés nerviosa, seré cuidadosa y atenta, solo debes hacer lo que yo te diga.— dice susurrando cerca de mi oído, eso hace que los vellos de mi cuerpo se pongan de punta.

Comienza a acariciarme a dejar suaves besos sobre mi piel, pero aún no ha besado mis labios, sus manos recorren mi cuerpo, despertando en el sensaciones hasta ahora desconocidas. Levanta mi camisón y toca mis muslos, una de mis piernas comienza a temblar de manera incomprensible.

No deja de acariciarme por encima de la fina tela, intentando que yo disfruté de sus caricias y me relaje.

— Si por mi fuera esperaríamos a conocernos más, pero no puedo hacerlo así es la ley. Lo único que he podido conseguir es que no halla testigos en nuestra primera noche, pero tienen que ver la marca de tu pureza en las sábanas, si no, no seria un matrimonio válido.

Debo de estar agradecida por su atención, no me hubiera gustado tener gente mirando en esta situación, ahora lo único que me queda es relajarme y dejar que todas esas nuevas sensaciones llenen todo mi ser.

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CASADA CON LA DUQUESA (G!P)Where stories live. Discover now