»09

342 61 5
                                    

—Ge, eres realmente adorable— le halagó el castaño, tomando con cuidado su rostro para sonreirle con cariño a la vez que acariciaba su mejilla delicadamente, atrayendolo, animándolo a dejarse caer en su mano en busca de más afecto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Ge, eres realmente adorable— le halagó el castaño, tomando con cuidado su rostro para sonreirle con cariño a la vez que acariciaba su mejilla delicadamente, atrayendolo, animándolo a dejarse caer en su mano en busca de más afecto.

Yibo siempre había sido tan suave y cálido con él, tratándolo con tanto cariño, con tanta suavidad, como si fuese algún objeto extremadamente delicado, demasiado hermoso y especial, y como si se tuviese que tener el mayor cuidado del mundo para evitar romperlo, porque un simple movimiento brusco sería capaz de crear una gran grieta, fragmentándolo en horribles y doloros pedazos que no podrían juntarse fácilmente.

Quizás su corazón se sentía de esa forma, demasiado temeroso de llegar a romperse.

»—Realmente te ves muy bien con la camisa— le halagó bajando su mirada de su rostro a su pecho.

Se hallaban en el cuarto del menor.

Otro de sus miércoles de tutorías, solo que esta vez fue una clase más corta, completando un trabajo que tenía Yibo para el día siguiente. Por lo que al terminar, pudieron disfrutar de ver una película en su netbook, sentados en la cama hasta que, antes de comenzar a ver algo, el pelinegro se distrajo echando un vistazo a las prendas del menor. Observando con atención la variedad de estilos y colores, tanto suaves como fuertes, delicados y hasta llamativos.

Entre tanta curiosidad y exploración, terminó encontrando la camisa que había visto en la tienda cuando fueron al centro comercial en su salida del viernes, le había gustado aquella prenda y después de tantas dudas e inseguridades al respecto de si probársela o no, terminó por hacerlo, recibiendo halagos por parte de Yibo y además que este se la comprase aún si le había repetido varias veces que no lo hiciese.

Quería la camisa, pero si la usara al salir o su madre la encontrara escondida en su cuarto, no querría imaginar lo que sucedería.

Al final pudieron llegar al acuerdo de que Yibo la guardaría y Zhan podría probársela siempre que quisiese cuando estuviese con él.

La camisa era de color negro, con cierta transparencia en la zona de la espalda, por lo que se podía notar parte de su piel besada por el sol y su delgada anatomía.

Se sentía un tanto tímido, pero a la vez emocionado mientras la traía puesta, estaba rompiendo parte de las reglas de su madre sin que esta se enterase y aquello creaba una sensación de adrenalina.

Sentía que podía ser capaz de todo, de desafiarla y crear su propia vida.

Se miraban con intensidad en el silencio que los rodeaba, con el pelinegro parado enfrente de Yibo, quien estaba sentado en su cama y había estado esperando a que el mayor saliese del baño para mostrarse con la prenda.

Zhan se había animado a caminar un poco más y ubicarse entre las piernas del menor, una de las manos de este ubicada en su mejilla y la otra posando tímidamente en su cintura en un comienzo, temiendo hacer algo que pudiese incomodar a su mayor.

Pero aquel tímido agarre se volvió un tanto más firme, manteniéndose lo suficientemente flojo para que el omega se alejase si es que tenía algún problema o incomodidad con esto.

Por suerte, Zhan parecía no querer separarse mientras posaba sus manos detrás del cuello del menor, acariciando los cabellos castaños de su nuca.

Sus miradas chocaron con demasiada intensidad, sus rostros acercándose lentamente, sus labios rozando mientras Zhan se agachaba cada vez más.

—Ge... —susurró el menor, una chispa recorría su cuerpo ante la sensación del suave roce de sus labios debido al movimiento de estos al hablar— ¿Puedo...?— una pregunta que no terminó de ser dicha, pero aún así quedaba clara.

Y en vez de pensarlo demasiado, decidió hacerle caso a su corazón, decidió escuchar a su omega que le decía a la mierda todo, besa a este malditamente hermoso chico y disfrutalo porque la vida es una y mamá no esta aquí para arruinarlo.

El castaño asintió con la cabeza levemente antes de susurrar:—Sí...— y sus labios se conectaron al fin.

Luego de tantos días con este deseo, pudieron romper con aquella tensión, fundiéndose en un delicado y dulce beso.

Sus labios moviéndose con suavidad y sincronía hasta que el ambiente pareció calentarse un poco. Después de todo, seguían siendo dos adolescentes con hormonas alborotadas y dos lobos exigiendo por más al poder al fin encontrarse.

Zhan se sentó en el regazo del castaño, tirando de los mechones castaños de su nuca mientras el menor acariciaba su pequeña cintura con ambas manos ahora.

Suaves jadeos escapando de los labios de ambos, amortiguados por el caliente beso; sus lenguas encontrándose, creando una batalla, una danza que ambos estaban dispuestos a bailarla.

Se separaron, pero no por el sonido de la puerta de la entrada abrirse o la voz de la madre de Yibo indicando que su llegada, sino por el oxígeno que sus pulmones comenzaron a exigir, separándose jadeantes, agitados, con un pequeño hilo de saliva uniendo sus bocas y sus pupilas dilatadas reflejando el amor y deseo que sentían por el otro.

Se alejaron de a poco, solo por los golpes de la señora Wang en la puerta, sentándose al lado del otro antes de que esta la abriera para preguntar cómo estaban y luego marcharse al conseguir respuesta, indicando que haría unos sandwiches para que comiesen.

Una vez de vuelta a la soledad y el silencio, se miraron de reojo, sonriéndose mutuamente a la vez que entrelazaban sus meñiques.

Su lobo tenía razón, a la mierda todo, solo ama a este chico que está dispuesto a amarte igualmente.

Su lobo tenía razón, a la mierda todo, solo ama a este chico que está dispuesto a amarte igualmente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

╰┄┄┄┄ ⋯ ┄┄┄┄ ⋯ ┈ ╮
Al fin!!!

𝐏𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥 𝐁𝐨𝐲|| 𝚈𝚒𝚉𝚑𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora