Capítulo 5

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—¿Cuál es el caso más loco que jamás hayas visto? —, le pregunta Khadija a Harry cuándo están en el quirófano y le pasa a Naomi un par de retractores.

Harry se ríe, mirando a la interna por encima de sus lupas quirúrgicas.

—¿Cuál es el caso más loco que he visto? —, pregunta, considerando la pregunta. Hay muchas locuras, piensa, y trabajando en un hospital en el corazón de Nueva York, hay incluso más locuras de lo normal. Nunca es un día aburrido en el trabajo y Harry ha aprendido que eso es a la vez algo bueno y malo. Bueno porque Harry siempre está aprendiendo algo nuevo, siempre tiene un desafío y casi nunca se aburre en el trabajo; malo porque podría haber vivido una vida muy larga sin necesidad de ver nada de esto, y puede ser francamente agotador. Sin embargo, en general, no cree que cambiaría su carrera por nada del mundo.

—Es fácil—, tararea Naomi—. Cuando estaba en mi primer año de residencia, tuvimos a este paciente con neurotoxinas en la sangre. Entonces, cuando lo sometimos a cirugía, los cirujanos seguían desmayándose, literalmente cayendo al suelo y enfermando. Pero nadie sabía lo que estaba pasando.

Harry se ríe y sacude la cabeza.

—Me acuerdo—, reflexiona, recogiendo las pinzas—. Estaba recibiendo quimioterapia en ese momento. Y una especie de mierda de hierbas que estaba tomando, mezclada con la quimioterapia, creó esa neurotoxina. Es un milagro que haya superado la cirugía.

Khadija levanta las cejas.

—¿Pudiste trabajar con ella incluso después de que todos los cirujanos enfermaran?

—Tuve que vestirme, sí. El doctor Tran y yo trabajamos con ella, y también algunos asistentes—, le dice Harry—. Oh, recuerdo uno. No trabajé en su caso, pero recuerdo que el doctor Horan habló de ello. Una mujer llegó a urgencias quejándose de dolor abdominal, calambres abdominales, lo que sea. De repente se oyó un disparo. Se metió de contrabando una puta pistola en su vagina y la atravesó.

Naomi se ríe disimuladamente,

Pistogina.

Khadija mira con incredulidad, y con solo mirarla, Harry puede darse cuenta de que su boca cuelga abierta debajo de su máscara. No la culpa en lo más mínimo.

—Ni de coña—dice, parpadeando.

—Ojalá Pistogina no hubiera sido real—, reflexiona Harry—. Te lo digo ya, verás algunas cosas raras. La gente es jodidamente rara.

—Que Dios me ayude si alguna vez tenemos una segunda Pistogina—, Khadija niega con la cabeza.

Harry solo se ríe.

—Vas a gafarte. Lo siguiente que vas a ver es a una Misilgina. Ten cuidado—, bromea, extendiendo su mano hacia un tubo de succión. Khadija se lo pasa fácilmente.

—Has trabajado en muchos casos extraños a lo largo de los años—, señala Naomi, y Harry se encoge de hombros en lo más mínimo, con los ojos fijos en la materia cerebral frente a él.

—Es lo que tiene—, le resta importancia. —Una vez tuve una paciente que podía escuchar todo lo que sucedía en su cuerpo. Como todos sus órganos, su sangre, todo ello. Pensé que era esquizofrénica o algo así, ¿sabes? Casi se arranca los ojos en un momento—, Harry sacude ligeramente la cabeza, manteniendo la mirada fija en sus manos—. Entonces descubrimos que en realidad tenía un pequeño agujero en el oído interno que amplificaba todos los sonidos dentro de su cuerpo. Fue una cirugía divertida—, admite.

Khadija niega con la cabeza y Harry se da cuenta de que está sonriendo debajo de la máscara.

—Suena así—, admite.

A Common Place Affliction • [ls ; traducción]Where stories live. Discover now