Capítulo XXIV: "Demasiado Tarde"

60 8 1
                                    

No sé en que momento amaneció, ni tampoco sé el porqué estoy caminando en la inmensidad del bosque, sin tener rumbo fijo. Solo se que mis pies están descalzos y hay rastros de sangre en ellos al no tener cuidado al caminar. También hay lágrimas que corren por mi rostro sin control, haciendo que sea imposible ver con claridad mi camino.

Conforme avanzo, puedo sentir el viento hacerse cada vez más fuerte y frío, provocando que mis brazos se envuelvan en mi, tratando de darme algo de calor, mientras sigo mi paso.

— Yo que tú, dejaría de seguir avanzando.  —una voz suave y agradable, se escuchó desde atrás, logrando que por primera vez me detuviera y tratara de adivinar de quién se trataba—. Podría ser peligroso, si das un paso más.

— ¿Quién eres?, No reconozco tu voz. —dije, sin moverme.

— No importa quién soy, solo no avances más, Jennie. —esta vez, su petición sonó más una súplica.

— ¿Por qué debería de hacerte caso?. Ni siquiera me quieres decir tu nombre.

— Solo estoy tratando de salvar tu vida. —dijo, haciendo a mi cuerpo erizarse—. Limpia tus lágrimas y ve tú misma, que solo trato de ayudarte.

Obediente, limpié con ambas manos mis ojos, quitando todo rastro de lágrimas hasta que mi visión volvió a ser nítida. Me fue inevitable no soltar un jadeo de sorpresa al ver el lugar en que me encontraba. Era el mirador que al inicio del verano visite junto a Lisa y Ferguson. Pero no quedaba nada de aquel bello lugar. Los árboles verdes habían perdido su color y la mayoría de sus hojas ahora adornaban el suelo, coloreándolo con un tono rojizo oxidado.

— Mira hacia abajo. —pidió aquella voz, que ahora podía identificar que pertenecía a un hombre.

Lentamente, bajé la mirada a mis pies y mi corazón dio un vuelco al ver que solo necesitaba dar un paso más para caer por el precipicio. Asustada, retrocedí varios pasos hasta que mis pies tropezaron entre si, haciéndome caer sentada sobre las hojas que habían acolchado mi caída.

— ¿Co... cómo llegué hasta aquí?. —pregunté, con temor—. Es imposible llegar a este lugar por el bosque que está detrás de la casa. ¿TT.. tú me trajiste?.

— No, tu sola caminaste hacia acá, las heridas en tus pies dejan muy en claro eso. —dijo aquel hombre, haciéndome ver mis pies, que con cada segundo que pasaba, incrementaba la cantidad de sangre y se mezclaba con los rastros de tierra en mi piel.

— Yo... Quiero irme a casa. —solté, antes de abrazarme a mis piernas y empezar a sollozar—. Quiero volver, quiero volver, por favor, ayudame a volver.

Escuché detrás de mi, cómo el hombre empezó a caminar en mi dirección, haciendo las hojas secas crujir bajo sus pies. El temor se apoderó de mí cuerpo al imaginar que podría hacerme daño, no lo conocía y ni siquiera sabía si era una buena persona, así que armada de valor, intenté darme la vuelta para enfrentarlo, pero su voz impidió que lo hiciera.

— No te gires o todo acabará aquí. —dijo, con esa voz tan tranquila, que le daba alivio a mi corazón.

— ¿Me vas a hacer daño?. —pregunté, acatando sus órdenes y quedándome con la mirada hacia el frente.

— No Jennie, yo no vine aquí para atentar contra tu vida, sino para ayudarte a aliviar tu alma. —respondió.

— ¿Y cómo se supone que harás eso?.

— Diciéndote que te permitas sentir. —explicó, provocándome un nudo en la garganta, el cual intenté tragar para hacerlo desaparecer, pero fue imposible—. Deja de huir cada vez que no puedes controlar tus sentimientos.

The First and Last LoveWhere stories live. Discover now