Capítulo 46

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Esa misma tarde, me contactaría con los nuevos diseñadores con los que iniciaría mi primer negocio por supuesto, uno de mis sueños.

Recibí una llamada de Brandon, era el secretario de William, sentí extraño que él lo hiciera ya que jamás lo había hecho. De igual forma, salí de casa y tomé un taxi, mi corazón quería decirme algo y no entendía que era; William no me llamó ni siquiera para avisarme que los nuevos diseñadores querían contactarse conmigo ya, empecé a pensar en lo peor.

Para nadie era nuevo que William y yo estábamos juntos, en el momento en que entré por la puerta principal, todas las miradas se clavaron en mi, eran miradas acusadoras que querían decirme algo.

Mientras caminaba por el pasillo mi corazón latía con fuerza, lo peor que puede pasar es, no saber la razón por la cual quieres llorar, salir corriendo; pero, ¿Por que? Yo no debía nada.

- Sofía - habló alguien a mi lado, iba tan distraída que no me di cuenta que ya había llegado a mi oficina.

- Hola Brenda.

Brenda era una de las personas en la que más confiaba, era una muy buena chica.

- El señor... William te espera en su oficina - dijo ella tratando de decirme algo con el tono de su voz.

- ¿Qué pasa? Te veo extraña.

- Lo único que puedo decirte es que seas fuerte y no te dejes humillar. ¿De acuerdo?

- No te estoy entendiendo, habla claro porfavor.

Brenda miró a su alrededor, después tomó mi brazo llevándome hasta la oficina, cerrando la puerta con llave.

Me asusté aún más.

- Sofía quiero decirte algo antes que entres a esa oficina - su respiración se aceleró tanto que tuvo que tomar agua para controlarse.

- William... ¿Él está bien? - pregunté.

- Él está muy bien créemelo... escucha con él está...

- ¡Sofía! - interrumpiendo nuestra plática, Oscar llegó - que bueno que ya estás aquí, vamos el jefe te espera.

Respiré hondo, desde cuando le decían "jefe".
Brenda trató de detenerme pero al parecer, Oscar y el jefe, estaban apresurados por que yo llegara.

Quedé pensando en lo que ella quería decirme, a lo mejor después de la salida podría hablar con ella.

Pensé.

En el momento en que entré a la oficina, lo vi a él, de pie junto a la ventana recargado sobre ella, con los brazos cruzados mirando la ciudad. También estaba el señor Alexander, cabizbajo, pero; también había una chica impresionantemente guapa, y con ella un niño de algunos cinco años.

- Déjanos solos - dijo William a Oscar, este último asintió en respuesta y se retiró.

Tragué grueso, había mucha tensión en el ambiente y la forma en como la chica me miraba, fue algo que no me gustó.

- Lo siento, no pensé que pasaría esto - habló Alexander a mi lado.

Fruncí el ceño.

- ¿De que habla? - pregunté confundida.

- ¿La pasaron bien? - preguntó William de repente, sin mirarme.

- William, no confundas las cosas por escuchar palabrerías de alguien más - exclamó Alexander mirando con desdén a la chica quien no había mencionado una palabra.

- En verdad creí que podía ser como tú, creí que estaba equivocado papá y podía convivir contigo, creí que esta vez si podía verte como a un padre. Me traicionaste una vez más y de la misma forma.

- ¿De que estás hablando? ¡William! - di un paso al frente llegando hacia él. Me detuvo señalándome con el dedo.

- No te acerques, Sofía - su voz estaba quebrada, por primera vez lo veía mal, como si todo él hubiese colapsado, su mirada de desconfianza, desprecio y resentimiento me desgarró el alma.

- No entiendo que te pasa, ¿Por que le dices eso? ¡No tienes derecho!.

- ¡Cállate!... desde ahora en adelante seremos jefe y empleado, olvida todo lo que un día vivimos, es todo lo que diré.

Negué con la cabeza esperando que continuara, ya que, no sabía que estaba pasando.

- Si tienes algo que decirme William, hazlo pero que ellos dos salgan incluyendo el niño.

William tenía una característica especial, jamás demostraba sus sentimientos, jamás flaqueaba aunque por dentro se estuviera cayendo a pedazos. Es esa ocasión su semblante de tristeza cambió por completo, más bien su rostro de la nada, no demostró ningún tipo de emoción.

- Dile al abuelo que haga lo tenga que hacer con ella, y en cuanto a ti, te dejo esta compañía para que la manejes a tu antojo - agregó dirigiéndose hacia Alexander, una vez dicho eso, se levantó de donde estaba y caminó hacia la puerta.

- Espera un momento - lo detuve - no estoy entendiendo nada, ¿Qué está pasando?

Me miró por unos breves segundos, quería aferrarme a su cuello, besarlo e irme lejos sin que nadie nos molestara.

- Sé que ellos te orillaron a que te acercaras a mi, que ganaras mi confianza, ¿Para que Sofía? Para que dejara todo esto de una vez, ¿Verdad? Eso era lo que Alexander ha querido desde siempre...

- ¡Pero de que estás hablando! ¡No tiene sentido!

- ¡¡No, no tiene sentido nada de esto tiene sentido Sofía, ni lo que tuvimos ni nada de lo que está pasando por mi mente ahora!! - sus gritos podían escucharse desde afuera.

- William, es verdad que tuve una conversación con tu padre hace mucho tiempo, pero tienes que escucharme primero antes que empieces a sacar conclusiones absurdas.

- Mírame, ¿En verdad crees que soy un hombre al que le puedes ver la cara de idiota? No voy a discutir contigo ni con nadie con respecto a este tema que es absurdo para mi, quítate de mi camino que si un día fui amable contigo eso es algo que se acabó.

- ¿Absurdo? Es eso lo que significa para ti todo lo que vivimos? - estaba al borde del llanto, lo peor es que, él estaba muy sereno como si le diera igual todo lo que estaba pasando.

- Me largo de aquí... ¡Sheyla vámonos!.

En ese momento me enteré de la identidad de la mujer, puse los ojos en ella y vi cómo sonreía, mi mente quedó en trance sin saber que hacer y solo pude preguntarme, ¿Qué hace ella aquí? Inconsistentemente me hice a un lado y dejé que los tres pasaran.

No levanté la cabeza, pude ver con impotencia como él desaparecía de mi vista, mi corazón iba con él en aquel entonces. No me dió la oportunidad de hablar y ya ni llorar era bueno.

- Lamento que las cosas hayan llegado hasta aquí, todo es por mi culpa Sofía - las disculpas de Alexander se hicieron presentes, y yo todavía no sabía nada de lo que estaba pasando.

- Así que ella es Sheyla, ¿Qué hace aquí?

- Vino hace una semana, hasta el día de hoy que la vi no se que tanto le dijo a mi hijo pero, no quiere verme; él piensa que... fingiste amarlo por órdenes de Bernardo y mías.

- Pero eso no es verdad, es absurdo. Necesito hablar con él de esto esa mujer es mala...

- No tiene caso - exclamó interrumpiéndome - Conozco a William y él no querrá ver a nadie, desaparecerá y si él quiere lo vamos a encontrar.

Alexander tenía razón, William podía irse hasta el fin del mundo si así lo quisiera, y que nadie lo encontrara. Por otro lado pensé en las intenciones de la tal Sheyla, ¿Qué pretendía en regresar ahora?

La elección de amarWhere stories live. Discover now