Capitulo XVI: Espíritus de la tempestad.

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Pov: Alicia Clark.

La noche que compartí con Kal dejó una huella profunda en mi corazón. Aquella noche caminando bajo la luna, nuestros ojos se encontraron, y pude sentir la intensidad de su mirada.

Mis nervios se agitaron, pero algo en mí ansiaba ese momento. Nos acercamos lentamente, como si el tiempo se ralentizara a nuestro alrededor. Y entonces, ocurrió. Nuestros labios se encontraron en un beso que parecía trascender el tiempo y el espacio. Fue suave, pero cargado de significado. Pude sentir la calidez de sus labios contra los míos. Mis manos instintivamente se aferraron a su chaqueta, como si quisiera anclarme en ese momento, como si temiera que pudiera desvanecerse.

Internamente, mi corazón latía con fuerza, como si hubiera despertado de un largo letargo. Cada emoción, cada pensamiento parecía converger en ese instante. Sentí una mezcla de alegría, vulnerabilidad y algo más profundo, algo que no tenía palabras.

Cuando nos separamos, nuestros ojos aún conectados, supe que algo había cambiado. Era un nuevo capítulo en este mundo incierto, un capítulo que estábamos escribiendo juntas. Sentí una sonrisa florecer en mis labios, y en la quietud de la noche, la realidad de lo que compartíamos se asentó en mi corazón.

En los días que siguieron, Kal y yo continuamos construyendo nuestra conexión. Entre susurros a la luz de las velas y miradas compartidas en la oscuridad de la noche y besos robados. De alguna manera, nuestra relación se volvió más pública, como si el apocalipsis nos hubiera enseñado a no perder tiempo en esconder lo que realmente importaba.

Las botas de Kal crujían sobre la tierra seca mientras se acercaba sigilosamente hacia mí. Su mirada me recorrió como una caricia de fuego y no pude evitar sonreír.

—Hola, guapa. — Le dije cuando llegó a mi lado.

 —Hola, bonita. ¿Cómo fue tu día?

—Fue... interesante. En realidad se volvió interesante ahora que te veo.

Kal inclinó la cabeza y nuestros labios se encontraron en un beso dulce.
De repente, la voz de Luciana nos interrumpió.

—¡Ey, tortolitas! Hay trabajo que hacer.

Nos separamos, riendo nerviosos por ser descubiertas.

—Luciana, siempre apareces en el momento menos oportuno.— Bromeó Kal.

Nos levantamos, dejando nuestro rincón tranquilo, y seguimos a Luciana hacia el bullicio del rancho.

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La muerte de Jeremiah marcó un antes y un después en el rancho. Las sombras de la tragedia se cernían sobre la comunidad, pero en medio de la oscuridad, emergió un líder inesperado: Kal. Su fuerza y determinación resonaron entre los rancheros, y pronto, la responsabilidad del liderazgo cayó sobre sus hombros. Otra vez.

Fue en uno de esos días que divisé el polvo a lo lejos, señal de la llegada de los nativos. Me quedé en la entrada del rancho, observando la caravana acercarse con una mezcla de curiosidad y aprensión. Kal apareció a mi lado, sus ojos encontraron los míos .Con un gesto protector, se colocó frente a mí, como si quisiera escudarme de cualquier peligro.

—Kal, son ellos.— Le dije señalando la distancia que nos separaba de los recién llegados.

Caminamos hacia la entrada del rancho, y allí, ante la imponente figura de Walker, el líder de los nativos, presenciamos su entrada y luego su discurso. Las palabras resonaban en el aire, prometiendo colaboración y coexistencia. Sin embargo, mi sorpresa creció cuando vi a mi madre, Madison, intercambiando palabras con Walker como si ella fuera la líder, como si Kal no estuviera a mi lado.

Cenizas del Mundo Muerto (Alicia Clark)Where stories live. Discover now